"La cultura española, entre el ayer y el mañana"
Las sesiones han sido presididas por el poeta Rafael Alberti, quien confundía la sigla política USO con UFO y el profesor y organizador Darío Puccini, por Giorgio Caproni, Giovanni Raboni... Habían prometido su asistencia el sociólogo Franco Ferrarotti y el cineasta Cesare Zavattini.Sobre las reivindicaciones de las nacionalidades leyó un informe el profesor de catalán en Caller, Jordi Carbonell, miembro de la Asamblea de Catalunya. La destrucción de las sendas de identidad popular ha sido el tema desarrollado por Vázquez Montalbán, mientras que de la perspectiva de la reconstrucción se han ocupado Castellet y Comin. Es difícil resumir. La peculiaridad del caso español sería ésta: En España los objetivos del intelectual serían luchar para que el poder no perpetúe el pasado, contra cualquier burocratización de la cultura que ligue la investigación, el experimento y el derecho al error al tacticismo lento de fuerzas políticas «con las que incluso podemos coincidir en planteamientos generales». Crear un poder popular de autoelaboración y autoidentificación cultural, base de un socialismo futuro basado en participación y no en las liturgias oficiadas por los sacerdotes de la política o la cultura.Figura central del seminario ha sido Alfonso Sastre, quien, ha llegado a Roma desde Burdeos con un día de retraso. No le veía desde los años 50. Ahora Alfonso tiene a Eva, su mujer, en la cárcel. Ha salido estos días en italiano la traducción de Diario y cartas desde la carcel, desde Yeserías a su hijo Juan, de 21 años, que estudia medicina en Cuba, a Pablo, de 18 y a Eva, de 12.
Alfonso tiene que regresar en seguida a Francia para preparar un encuentro análogo al italiano que se celebrará el jueves próximo en Copenhague.
Sastre ha contado la experiencia de su vida y de toda su generación. Se presentó, a la cultura castellana como una cultura opresora de las demás. Se Ieía entonces en los tranvías: «Se prohibe la blasfemia. Habla la lengua del imperio.» La lengua castellana, sin embargo, ha sido a su vez oprimida como las demás culturas. «El escribir bien, del fascismo -ha afirmado Sastre- es una retórica que encapsulada lengua en un formalismo muy vacuo, la encorseta en un juego, de modo que la lengua queda oprimida, desarrollándose como una especie de neoplasma al que no corresponde ningún contenido referencial.»
Sastre ha hablado de su experiencia de hombre de teatro: desde el corte que en la historia de la cultura española supone la guerra civil hasta el presente. Se ha tratado de una generación sin maestros, autodidacta, sobre el vacío absoluto. Aquellos años, a la censura le faltaba el objeto de su represión; lo que la censura habría tenido que reprimir estaba en el exilio, en la cárcel o en el cementerio. No había entonces nadie que se opusiera estructuralmente.
Para Sastre, se configura un modelo sociológico nuevo de fascismo para la comprensión de esos años; «personalmente yo no vea muy, claro -ha dicho Sastre- esto que nos ha pasado, esto que hemos hecho, qué valor tienen las iniciativas a las que nos hemos dedicado.» En los años 60 la opresión aumenta y entonces se deja sentir la protesta, documentos por la libertad de expresión, información" libertades democráticas. El órgano censor, pasa del ministerio ala dirección de los periódicos... En cuanto, al teatro, se sigue trabajando en las mismas condiciones de los años 40: censura previa obligatoria y doble del texto y de la primera representación... Se llega así a mayo del 68, en que los nuevos grupos del teatro que defienden la «creación colectiva», para los que el tiempo de la palabra ha terminado en el teatro abren una gran polémica. Mutilados por la derecha y negados por la izquierda, los escritores autodidactas de la posguerra buscan todavía una vía original sin mimetismo de dependencia cultural de centros metropolitanos (living- teathre, el mismo caso de Bertrold Bretch).
Muchas son las ausencias de este seminario. Ni Elías Díaz, ni Altares, han acudido a la cita. Eduardo Chillida ha sido sustituido por José Ramón Recalde. Por parte italiana los escritores están discutiendo es tos días sobre candidaturas electorales sobre tácticas generales más amplias y decisivas en las que el caso España puede tener hoy escasa analogía. En los debates de periodistas y escritores de partido o revistas culturales (ha dominado el silencio de los hispanistas catedráticos, aunque muchos hayan asistido a las sesiones), ha sido insistente la atención del analogismo, de hablar de España como si fuera Italia de Cataluña como si fuera Sicilia, de los países hermanos, etc. En esta tentación se cae, como en la época de la literatura comparada y de relaciones: puramente exteriores, de calcos o parecidos se pasa enseguida o a la elaboración de, esquematizaciones sociales y modelos de lucha, cuya eficacia se reduce a fraternos consejos de «no cometan ustedes nuestros errores», o a esperar de España la ejemplaridad de una especie de « eterna juventud», u originalidad típica romántica de la que siempre tenemos algo que aprender.
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