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Democracia y unidad para las tres provincias vascas

La Real Sociedad Vascongada de amigos del País proclama, en un comunicado hecho público ayer, que es «objetivo primordial e inexcusable para todo buen vascongado la organización de nuestro país en un régimen de libertad dentro de la comunidad nacional, que sea continuación del viejo sistema foral, adaptado a la realidad actual y a las exigencias de un mundo nuevo.»

Creada la Sociedad Vascongada, en 1764, bajo el lema Irurak bat -las tres en una-, reconocida por Carlos III al siguiente año y elevada al rango Real en 1770, tiene como fin fundamental, según dice el artículo primero de sus estatutos, estrechar más la unión de las tres provincias vascongadas.Precisamente para ser fiel a ese cometido y ante la proximidad del 21 de julio, fecha en la que se cumple el centenaríe de la ley abolitoria de los fueros, la institución hace una declaración de principios por la que entiende que cualquier sistema jurídico que quiera darse el País Vasco debe respetar las siguientes premisas:

1. Las tres provincias tienen personalidad independiente, pero Juntas constituyen una comunidad inseparable. Deben mantener, en consecuencia, su peculiar autonomía, pero han de articularse también en una región como órganos políticos propios. «Debemos rechazar -dice el escrito- cualquier planteamiento que pretenda tratar aisladamente los temas de Alava, Vizcaya y Guipúzcoa, ignorando que son provincias hermanas y constituyen una comunidad que debe estar dotada de medios y órganos propios.

2. En un sentido amplio cabría considerar similar reconocimiento, con sus propias peculiaridades, a Navarra. Dentro de este planteamiento, «el sentido humano y popular de nuestras viejas leyes nos obliga a repudiar cualquier sistema que pretenda organizar las provincias vascongadas en forma no democrática. La democracia es una conquista de los tiempos modernos, pero late en el fondo de nuestras viejas instituciones. Se añade en este sentirdo que no puede haber hoy régimen foral vasco, sin una organización democrática.

3. El regimen de autonomía administrativa es inconcebible si no va acompañado de una autonomía tributaria. «Recabamos el derecho a disponer de nuestros propios recursos económicos y de los medios y procedimientos para recaudarlos, legítimo deseo que, en ningún caso, debe ser incompatible con la solidaridad nacional. »

4. Se pide el derecho de organizar los servicios culturales y la educación a todos los niveles. «A lo largo del último siglo, la acción del Estado en esta materia se ha intensificado, pero estamos seguros de que sería más eficaz y, sobre todo, más humana y personalizada, si corriera a cargo, en su integridad, de órganos regionales. »

Añade que el estudio de la cultura y la lengua vasca hacen imprescindible y urgente esta regionalización. « Para la lengua vasca es cuestión de vida o muerte, pero incluso es necesaria en las materias más positivas, pues hasta las ciencias experimentales han de acomodarse a las circustancias de lugar y tiempo. »

5. «Es también natural que pretendamos que la configuración y la ordenación de nuestro país, sean hechas por nosotros mismos y con nuestros propios medios». En este sentido se reclama la más completa autonomía en todo lo relativo a ordenación territorial, obras públicas, contaminación y urbanismo.

6. «Nuestras propias instituciones y no las dictadas por los órganos centrales han de ser las que gobiernen la vida colectiva. El régimen de los sindicatos, las asociaciones politicas, la asistencia y seguridad social, las bases mínimas establecidas a escala nacional, deben ser reguladas, democráticamente, por el pueblo vascongado. »

Estos son los seis puntos esenciales que constituyen, a juicio de la Real Sociedad Vascongada de Amigos del País, el punto de partida para dar satisfacción a las aspiraciones del pueblo vasco.

Esta institución, con más de dos siglos de historia, proclama que ve con interés el movimiento a favor de la restauración foral plasmado en varias iniciativas: del Estado, como la que se refleja en el decreto de 7 de noviembre de 1975; de los municipios, como los acuerdos de numerosos ayuntamientos guipuzcoanos; y de los particulares, que constantemente se vienen pronunciando a favor de los viejos usos, costumbres y formas de gobiernos.

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