La revolución ‘europea’ de Queiroz se mide al bicampeón de América
Colombia, con el sello del portugués, define su suerte ante el Chile del colombiano Reinaldo Rueda
Carlos Queiroz desembarcó en Colombia justo cuando la orgullosa escuela sudamericana afronta horas oscuras. Sin representantes en las semifinales del Mundial de Rusia —un torneo que se dirimió entre selecciones europeas—, la región que siempre se vanaglorió de su superioridad técnica ha ido perdiendo el dominio del fútbol ante Europa. Con su paso perfecto en la Copa América, el equipo del entrenador portugués ha deslumbrado a un continente que aún se encuentra en el diván.
El idilio de Queiroz enfrenta este viernes en el Arena Corinthians de Sao Paulo su mayor desafío hasta ahora. La invicta Colombia se mide al conjunto de Chile, bicampeón de América, dirigido por el colombiano Reinaldo Rueda, en el cruce más atractivo de los cuartos de final. Todo un duelo de estrategas.
Tras el Mundial, que cerró la exitosa era del argentino José Pékerman al frente de la tricolor, la federación colombiana se tomó un buen tiempo en definir a su sucesor. Al final se decidió por el experimentado Queiroz, un trotamundos que venía de dirigir ocho años al Irán de los ayatolás después de haber pasado por los banquillos de Portugal, Manchester United y Real Madrid. La apuesta era arriesgada. "La misión que tengo es mejorar en todos los campos. Vamos a ser exigentes. Cuidaremos lo que está hecho", declaró el día de su presentación. Desde entonces no ha hecho más que cosechar elogios.
Los observadores coinciden en que Queiroz, al construir sobre lo construido, ha aportado disciplina táctica a un equipo compacto que se despliega en un 4-3-3. En la primera fase, Colombia mantuvo su valla invicta y fue la única selección que obtuvo puntaje perfecto. Luego de tumbar a la Argentina de Messi (2-0) y al precavido Qatar (1-0), el técnico hizo diez cambios para enfrentar a Paraguay, y aún así fue abrumadoramente superior (1-0). “Por encima de los números está el juego: se le advierte una seguridad asombrosa a todo el equipo, tiene equilibrio en las tres líneas, no ofrece espacios, todos defienden, varios atacan, se nota solidaridad en el grupo. Apenas comienza a jugar, se percibe que hay una idea, un plan”, valoró en El Tiempo el argentino Jorge Barraza, reputado analista del fútbol sudamericano. Incluso se atrevió a plantear si llegó la hora de pensar en técnicos europeos.
Esa Colombia solidaria y coral sorprende aún más al considerar el escaso tiempo que ha tenido Queiroz, quien nunca había dirigido en América y recién firmó en febrero, después de disputar la Copa de Asia con Irán. Su debut llegó con dos amistosos a finales de marzo: un triunfo 1-0 sobre Japón y una derrota 2-1 ante Corea del Sur —los únicos goles que ha recibido y los únicos puntos que ha cedido en siete partidos—. Con excepción de Eduardo Berizzo en Paraguay, todos los banquillos sudamericanos lo aventajan en tiempo de trabajo, y sin embargo Colombia ha sido el equipo más armónico y fiable en lo que va de torneo. La intensidad de los cafeteros ha sido refrescante, con una presión alta que recuerda a algunos clubes europeos. Aunque James Rodríguez se mantiene como el alma de su selección, el protagonismo ha estado repartido. “Colombia como equipo fue el mejor jugador en el campo”, destacó Queiroz tras derrotar a la albiceleste en un estreno redondo.
El portugués ha abierto la discusión sobre la conveniencia de influencias foráneas en el fútbol sudamericano. Pero esa incipiente revolución se enfrenta a un obstáculo formidable: la generación dorada de Chile, liderada por Alexis Sánchez y Arturo Vidal. La Roja, que conquistó las últimas dos versiones de la Copa con técnicos argentinos aunque no clasificó a Rusia 2018, se encomienda ahora a otro estratega de quilates, el colombiano Reinaldo Rueda. Su paso por el banquillo austral ha estado lleno de turbulencias, pero el torneo fetiche de los chilenos se le presenta como una inmejorable oportunidad para reivindicar su trayectoria.
Rueda, el meritorio
A Colombia le costó 16 largos años regresar a un Mundial, el de Brasil 2014. Pékerman no solo oxigenó el ambiente futbolístico, también llevó al equipo a alturas que nunca antes había alcanzado. Entregarle las riendas de la selección a un extranjero fue un acierto. Pero si Colombia decidía eventualmente regresar a los entrenadores nacionales, como siempre se discutió, Rueda se asomaba como la opción más obvia.
No abundan entrenadores con experiencia tanto en la exigente eliminatoria sudamericana como en la Copa del Mundo, y menos aún estrategas que además hayan brillado dirigiendo clubes. Rueda lo tiene todo. Se hizo conocido al frente de las selecciones juveniles, y a la absoluta la dirigió con buen balance en las eliminatorias a Alemania 2006, a pesar de no clasificar. Tomó el equipo tras el descalabro de Francisco Maturana en las primeras fechas, y lo mantuvo vivo hasta la última jornada, en contra de las expectativas. Después clasificó a Honduras a Sudáfrica 2010 y repitió con Ecuador en Brasil 2014. Dos años después ganó la Copa Libertadores con el Atlético Nacional de Medellín.
La Federación Colombiana de Fútbol, sin embargo, no volvió a tocar a su puerta, y Rueda firmó con Chile a comienzos de 2018. “Los equipos del profe Reinaldo siempre juegan bien al fútbol. Con los jugadores que tiene en Chile lo puede hacer a la perfección, con cantidad infinita de variantes”, apuntó Mateus Uribe. El volante del América de México lo conoce bien, pues fue uno de los dos colombianos –junto al central Davinson Sánchez– que levantaron la Libertadores con Nacional de Medellín, a órdenes de Rueda. El entrenador europeo que revoluciona el fútbol colombiano se mide con el más meritorio de los estrategas cafeteros por un cupo en las semifinales.
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