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El ‘gran hermano’ arbitral

El videoarbitraje, con reparos desde algunos sectores, se someterá en Rusia a su gran examen universal

José Sámano
Sala donde se ubican los asistentes de VAR.
Sala donde se ubican los asistentes de VAR.Dmitri Lovetsky (AP)

"A una cafetera hay que pedirle café, no madalenas”. Palabra de Carlos Velasco Carballo, un exárbitro madrileño de 47 años hoy al mando de sus colegas españoles, para aludir al VAR, el sistema de videoarbitraje que se implantará en Rusia 2018 y en la próxima Liga española. Carlos Velasco abunda en las metáforas para referirse a este innovador juicio tecnológico que solo atenuará algunas broncas futboleras. Y que ni mucho menos hará del fútbol un juego de veredictos infalibles.

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El nuevo rector arbitral da por hecho que costará que jugadores y, sobre todo, espectadores calen la esencia del VAR y sus códigos de aplicación. “Su gran enemigo es que creamos que nos va a dar lo que no nos va a dar: abortar todas las polémicas”. En las últimas semanas, Velasco se ha esforzado por una didáctica exposición ante los medios de comunicación y los propios internacionales, a los que el pasado viernes adoctrinó en Krasnodar. Vaya otra alegoría como preámbulo: “El VAR es como un seguro de accidentes que no deseamos tener que utilizar”.

Interferencia mínima con beneficio máximo. Bajo esa proclama, el sistema, único para todos y con reglas universales, solo se activará en cuatro enunciados: goles, tarjetas rojas directas, penaltis y confusión de identidad. En el caso de los goles se chequeará que no haya existido un fuera de juego previo o una falta del atacante. También se examinará que el balón no haya salido por la línea de fondo y que haya traspasado toda su circunferencia la línea de gol bajo el larguero. Para ello se rebobinará “hasta el momento en que se inicia el ataque del gol”. ¿Y si el tanto llega precedido de un sinfín de toques durante varios minutos? Responde Carlos Velasco: “No se revisará un tiqui-tiqui de cinco minutos, sino cuando la acción acelera hacia el gol”. Una premisa un tanto subjetiva, como tantas otras de este nuevo auxilio arbitral.

En las tarjetas solo se examinarán las rojas directas y dará igual que el agredido estuviera, por ejemplo, en fuera de juego en el momento del incidente. Y una circunstancia excepcional, también se investigará cuando haya un jugador caído alejado de la jugada por la que circula el balón.

Velasco subraya que el VAR “no es un árbitro, solo un asistente”. Por tanto, desde la sala de vídeo nadie tomará una decisión, potestad única del colegiado. Un ejemplo: “No se trata de que el del VAR crea que ha existido un penalti, solo interesa lo que crea el árbitro”. Los avar, como se llamarán los supervisores de imágenes, no pueden interferir “en situaciones opinables”, solo ante “errores claros y manifiestos”. Llegados a este punto aparece el nudo gordiano del sistema. ¿Quién decide qué es un error evidente? “Esa es la discusión no resuelta del VAR”, enfatiza el rector arbitral español. Y agrega: “Deciden personas y para esto no hay solución, esta será la gran polémica que se avecina”. Por ello, los organismos oficiales han recomendado a todos los involucrados “que ante la más mínima duda el VAR no intervenga”. Otro matiz parcial.

Los equipos no pueden pedir el auxilio. Ni los árbitros. Aunque en su caso pudiera ocurrir en alguna situación extrema. Carlos Velasco señala el codazo de Tassotti a Luis Enrique en el Mundial de EE UU 1994. “En ese supuesto pudiera ser, pero yo les digo a mis árbitros que ni así, que arbitren como siempre y si ha ocurrido algún episodio sancionable se lo dirán”.

Cuando el juez reciba el chivatazo deberá detener el juego en una zona neutral. Inmediatamente se llevará una mano a una oreja y extenderá el otro brazo para que los futbolistas sepan que no pueden reanudar el juego. Esa será la señal de que ha recibido un soplo. Si considera que hay que repasar la jugada hará un gesto que simulará una pantalla de televisión. El mismo que hará antes de decretar.

En Rusia el tinglado para los 64 partidos se centralizará en el Centro Internacional de Radio y Televisión de Moscú. El rastreo de las imágenes, con cuatro operadores de vídeo, correrá a cargo de un árbitro asistente principal y tres auxiliares (avar1, avar2 y avar3). Contarán con 33 cámaras, ocho de ellas superlentas, cuatro ultra lentas y dos específicas para el fuera de juego. FIFA facilitará que los espectadores y televidentes puedan saber lo que se verifica.

En la Liga, en la sala de vídeo habrá un árbitro de Primera (no podrá ser de la misma territorial que alguno de los contendientes) junto a sus asistentes habituales e incluso algún árbitro retirado. En la sala estarán prohibidos los teléfonos móviles. Todo un montaje que, según Velasco, no solo servirá de soporte a los árbitros, sino que rebajará el juego violento, las quejas y los piscinazos. “El jugador sabe que tendrá muchos ojos sobre él. En Italia, este curso hubo un 43% menos de simulaciones y un 30% menos de protestas”.

Entre técnicos y jugadores uno de los principales reparos es que el VAR interrumpa más de la cuenta. El exárbitro tira de estadística: “Por ahora se ha dado una intervención del VAR cada tres partidos”. Ni ese porcentaje consuela a Lopetegui. El técnico ya ha expresado su temor a los parones, lo que puede cortar el ritmo de un equipo como la Roja al que le gusta ser gobernante. Y el vasco dice tener constancia de equipos que han sabido sacar provecho de esos tiempos muertos.

El invento del VAR saldrá del Mundial con el primer gran veredicto universal. Pero nadie, ni el árbitro más optimista, confía en que se despejen las broncas y controversias inherentes al fútbol.

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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