‘Golpes’: notable debut de Rafael Cobos con una exaltación del cine quinqui
La posguerra civil se une con los primeros años ochenta en un precioso prólogo que muestra los desastres de la contienda en las figuras de dos críos y un padre antifranquista que consideró que su guerrilla no debía acabar

No demasiados guionistas españoles consiguen salir de la sombra de los grandes directores con los que escriben sus historias. Sin embargo, los que lo logran, suelen adquirir un luminoso estatus: el de la coautoría. Aunque nunca se pongan detrás de la cámara, su aportación es considerada de tal valor que para definir sus trabajos no pocas veces se citan ambos nombres conjuntamente: el del cineasta que filma, y el del coguionista que escribe. Isabel Peña, colaboradora habitual de Rodrigo Sorogoyen, es una de esas excepciones. Y Rafael Cobos, al lado de Alberto Rodríguez desde 7 vírgenes, es el otro gran caso en el cine español contemporáneo.
Hasta que llega un momento en el que, además de haber alcanzado esa categoría, sienten el gusanillo de la mirada propia, de dar el salto hacia la dirección con proyectos en solitario. Cobos, con diez títulos junto a Rodríguez —ocho películas y dos series; dos premios Goya de guion, por La isla mínima y El hombre de las mil caras—, debutó como realizador con la estupenda serie El hijo zurdo (2023), en torno a la violencia de un grupo de jóvenes ultraderechistas, aunque poniendo el foco en la madre de uno de ellos. Y ahora sigue su carrera en solitario como director con Golpes, una obra inequívocamente suya, en la que se aúnan algunas de las preocupaciones sociales y políticas desplegadas al lado de Rodríguez, y un tono que roza lo poético, también característico de la pareja. Una película de escritor, pero también de director, con aportaciones de lenguaje que revelan a un artista que no se conforma con ser un ilustrador de historias.
La Transición ha sido uno de los grandes temas de Rodríguez y Cobos. La isla mínima, Modelo 77 y Anatomía de un instante han ido analizando un periodo convulso tanto en sus niveles medios (la policía, las prisiones, la abogacía, los sindicatos…) como en los más altos (la monarquía, la presidencia, el ejército). Pero ahora Cobos ha decidido bajar al barro, a las capas más bajas de aquellos años de descontrol controlado, de ferocidad a pie de calle, de miseria social y moral, con un protagonista muy reconocible en aquella vida y en el cine de su tiempo: un quinqui. Pero no un quinqui cualquiera, sino un hijo de la política y de los ideales. Así, la posguerra civil se une con los primeros años ochenta en un precioso prólogo que muestra los desastres de la contienda en las figuras de dos críos y un padre antifranquista que consideró que su guerrilla no debía acabar.

En ese prólogo de los años cuarenta, y en las primeras imágenes en los ochenta, se vislumbran ya algunas de las grandes virtudes de Golpes. La magnífica dirección artística de exteriores e interiores de Gigia Pellegrini; la banda sonora de Bronquio; y el exquisito cuidado de la imagen (no solo de la escritura), como una especie de sublimación de aquel cine quinqui de Eloy de la Iglesia y Carlos Saura (José Antonio de la Loma se situaba en otra vertiente política, bastante más a la derecha), al que se le ha añadido un exacerbado lirismo retrospectivo, eso sí, más compuesto que instintivo: los jirones del celuloide, y la foto deslucida y cascada, en los créditos iniciales; las canciones de Triana; las transiciones entre secuencias con imágenes documentales de la gente de la época; la figura de la chica, quizá poco desarrollada, aunque clavada en estilo, peinado y romanticismo a la Berta Socuéllamos de Deprisa, deprisa.
El protagonismo de Jesús Carroza, que nació y creció para el cine gracias a Cobos y Rodríguez, remite al pasado conjunto. También la estructura clásica, creada en el guion junto a Fernando Navarro; la relación consanguínea de los dos hermanos (Carroza y Luis Tosar: el quinqui y el policía), que entronca con La noche es nuestra, de James Gray (otro clásico contemporáneo), y ese toque tan de Cobos que une lo lírico, lo narrativo y lo mundano, con el hortera bañador del papel cuché de las revistas del pueblo como símbolo. Pero también hay excelentes novedades, principalmente los juegos de montaje, y los insertos que destruyen el continuo secuencial para llevar la emoción hasta una inesperada dimensión.
El distinguido debut de Cobos es una película sobre la derrota física de dos perdedores, y de la España que los parió. Pero también acerca del triunfo moral de los que habitaron y forjaron un tiempo tan crispado como apasionante.
GOLPES
Dirección: Rafael Cobos.
Intérpretes: Jesús Carroza, Luis Tosar, Teresa Garzón, Cristina Alcázar.
Género: thriller. España, 2025.
Duración: 102 minutos.
Estreno: 5 de diciembre.
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