La Academia de Bellas Artes pide al Museo del Prado que elimine el nombre de la pinacoteca de tres fachadas
Los académicos rechazan también la cubrición con cristal de un patio interior y el museo responde que los académicos también cubrieron el suyo


La Real Academia de Bellas Artes de San Fernando ha emitido dos informes reclamando al Museo del Prado que elimine los rótulos de las fachadas de Goya, Velázquez y Murillo (principal y laterales) donde se lee el nombre de la pinacoteca, porque “nadie había necesitado nunca de rótulos con el nombre de la institución para saber que estaba ante el edificio del Museo del Prado, como nadie los necesita para saber que está ante el Palacio Real de Madrid o ante la catedral de Burgos”. Las letras, continúan, “alteran con su presencia los tres pórticos clásicos, que fueron concebidos sin ellos y que así han permanecido durante más de doscientos años sin que nadie los echara de menos”. Comparan el emblemático edificio del arquitecto Juan Villanueva (1739-1811) con “la mejor de sus obras maestras en pintura o escultura” que puede albergar actualmente el museo, por lo que su aspecto no puede ser modificado. Desde el Prado muestran una “enorme sorpresa” por esta petición, “máxime cuando los principales museos del mundo cuentan con estos rótulos, así como numerosos edificios protegidos de Madrid, incluido el de la Real Academia que ahora nos pide que quitemos el nuestro”.
En el caso de la puerta de Velázquez y su pórtico dórico, la que da al paseo del Prado, “el efecto es aún más grave y el daño es mucho mayor porque produce una agresión brutal sobre las cinco limpias piezas de granito que unifican, en un solo plano terso y tenso, el arquitrabe y el friso del entablamento”, indican los dos informes académicos. Para estos expertos, “las nuevas y superfluas inscripciones de los pórticos del Prado [se colocaron en 2021] perturban y ofenden la pulcritud que Juan de Villanueva controló cuidadosamente en todos los detalles de su prodigiosa arquitectura”.
Piden, además, que se desmonten, porque eso “permitiría comprobar si deja huellas o heridas permanentes en la piedra una instalación hecha sin anclajes metálicos ni químicos” sobre un Bien de Interés Cultural (la máxima protección patrimonial posible).
Fuentes oficiales de la pinacoteca recuerdan que los rótulos que los expertos critican, además de estar autorizados por la Dirección General de Bellas Artes en septiembre de 2023, también existen en edificios protegidos como “el Real Jardín Botánico, la Real Academia Española, el Congreso de los Diputados, la Biblioteca Nacional, el Museo Arqueológico Nacional y la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando”. Añaden que lo mismo ocurre en “museos nacionales e internacionales de muy diversa entidad y características, incluidos edificios históricos, como la National Gallery de Londres, la National Gallery Washington, la National Gallery Scotland, la National Gallery Ireland, el Pergamonmuseum, el Musée du Louvre (los nombres de cada pabellón), la Kunsthistorisches Museum o la Galleria della Accademia Venecia”.
La Real Academia exige, además, que no se acristale el denominado patio de Murillo (175 metros cuadrados), tal y como pretende el museo. Se trata de un espacio abierto desde el que la mayoría de los visitantes acceden al interior. La idea del museo es acristalarlo para evitar las “condiciones climáticas exteriores”, así como eliminar una escalera central construida en 1982 “con el fin de aumentar su espacio de acogida”, dado que las visitas al museo se han disparado en los últimos años.
Pero la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando se muestra contraria también a esta pretensión, porque “cubrir el patio, se haga como se haga, supone alterar una parte fundamental del edificio histórico original al añadir un elemento de cerramiento absolutamente innecesario y unas instalaciones asociadas, cosa que el patio de Murillo no ha sido nunca desde su origen hasta nuestros días”.

En el proyecto de redacción de las obras previstas, la pinacoteca justifica el cerramiento del patio porque la mayoría de los visitantes acceden al museo por la puerta de Murillo, especialmente los escolares, “siendo sus necesidades especiales, dado que acuden en grupos, normalmente muy numerosos”. Por ello, “y dado el progresivo incremento de visitantes y de actividades culturales, el museo necesita aumentar su espacio de acogida y dotarlo del mayor carácter flexible que sea posible”. En los últimos 17 años, el aumento de visitantes ha sido del 29,81%, hasta un total de 3,5 millones en 2024.

Estas argumentaciones no convencen a los académicos, que insisten en que “el patio de Murillo es, en su estado actual, una de las pocas partes del interior del edificio que no ha sufrido intervenciones que alteren la arquitectura original de su envolvente; esto es, la composición de sus fachadas, sus proporciones, las dimensiones y disposición de sus huecos, el ladrillo de sus paramentos y su carácter de patio de luces y de espacio de articulación de circulaciones interiores”.
La Real Academia añade que, “dadas las necesidades perentorias del museo”, lo mejor es que organice “citas previas en horarios bien programados” para que así el patio mantenga “su carácter original en los mismos términos en que se encuentra desde 1819 hasta hoy; esto es, como patio de luces a cielo abierto”.

Al colocar la cubierta de vidrio a una altura intermedia del patio, dicen los académicos, “queda irremediablemente perdida para siempre la visión completa de las fachadas interiores creadas por Villanueva”. Y se preguntan: “¿de verdad es necesario cubrir el patio de Murillo? Al pretender hacerlo, ¿no estaremos dando una falsa solución a un falso problema?”.
La pinacoteca rechaza tajantemente que nunca se hayan realizado obras en el patio de Murillo y que mantenga las mismas características que cuando fue construido y mencionan unos aseos, un vestuario, un salón-bar y hasta un jardín. Desde 1819, “ha sido objeto de actuaciones antiguas de calado como la eliminación de su pavimento terrizo y ajardinado para construir un sótano bajo él, con nuevos pavimentos sobre un forjado de hormigón armado, la rehabilitación integral de sus cubiertas con adecuación de la volumetría y cambio a cobertura de planchas de plomo, o la sucesiva e imprescindible incorporación de instalaciones”.
Recuerdan que otros grandes museos del mundo, como el British Museum, el Louvre, el Arqueológico Nacional, Rijksmuseum (Ámsterdam) y hasta la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando también han cubierto sus patios.
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