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Balas, flechas y monedas, el tesoro de un pueblo salmantino que perdió toda su historia

Una prospección electromagnética recupera 320 objetos arqueológicos de Gallegos de Argañán, cuyos archivos ardieron durante la Guerra de la Independencia

Nueve de los objetos encontrados en Gallegos de Argañan durante la prospección geomagnética.
Vicente G. Olaya

Gallegos de Arganán (Salamanca, 260 habitantes) es una población sin rastro documental de su memoria. Se quemó en diversas guerras y desastres que redujeron sus archivos a cenizas. Pero el proyecto de instalación de una planta solar, en un terreno yermo de 60.000 metros cuadrados, a poco más de un kilómetro de su centro urbano, puede ayudar a recuperar su pasado. Un total de 320 objetos arqueológicos (monedas, botones, proyectiles esféricos, hebillas, terminales correa, restos de armas...) han sido localizados por los expertos de la empresa Vacceo Integral de Patrimonio cuando llevaban a cabo una prospección electromagnética. Los materiales localizados abarcan un periodo que se inicia en el 2000 a. C, atraviesa el dominio romano, cruza la Edad Media, y concluye en el reinado de Juan Carlos I.

¿Cómo es posible tal cantidad de material histórico en una parcela sin construcciones y alejada del pueblo? Clemente González García, arqueólogo y doctor en Historia por la Universidad de Salamanca, da la siguiente respuesta en su informe Prospección Intensiva electromagnética para instalación de planta solar fotovoltaica en el suroeste salmantino. Estudio del material metálico, publicado en la revista Cuadernos de Cultura Material Metálica: ”Parece evidente que, lo que a primera vista no era más que una simple parcela de cultivo, tuvo en el pasado y de forma continuada, gran interés para diversos grupos humanos. Se trata de un gran conjunto de materiales arqueológicos que, en cualquier otra población con más habitantes y recursos económicos, ya habría servido para crear, sino un museo, sí al menos una colección museográfica específica”. Todos los materiales documentados han sido depositados en el Museo de Salamanca.

La parcela se ubica al sur de Gallegos de Argañán y próxima al yacimiento romano de La Dómine. Todos los objetos recuperados, gracias al empleo de un detector de metales, se situaban a poco menos de 15 centímetros de profundidad. La mayor parte procede de conflictos bélicos que van de la Guerra Civil Castellana del siglo XV, pasando por a Guerra de Restauración Portuguesa del siglo XVII o la Guerra de la Independencia del XIX.

El más antiguo es una punta de flecha de la Edad del Bronce, entre los años 2000 y 1700 a. C., de las denominadas “tipo Palmela”. Su estado de conservación es óptimo. Mide 60,15mm de altura y 20,32 de anchura. Pesa 8,45 gramos.

Ubicación de la parcela donde se han hallado los objetos arqueológicos.

Pero el conjunto más abundante de materiales lo integran 61 monedas documentadas. Toda son de cobre, salvo dos, que fueron acuñadas en plata. El suelo de la zona es muy ácido, lo que unido al empleo de fertilizantes químicos y los cambios de temperatura de la provincia de Salamanca, ha provocado que los materiales de cobre apareciesen muy degradados. A pesar de ello, se ha logrado catalogar la casi totalidad del conjunto en el que predominan de forma clara las emisiones del siglo XVII. Lo cual es, sin duda, un indicador de la abundante presencia humana en este lugar durante ese convulso periodo.

De las tres monedas romanas halladas, una es un as muy desgastado en cuyo anverso se distingue la figura del emperador Tiberio. Las otras dos son antoninianos de vellón, que circulaban entre los siglos III y IV.

En el caso de las monedas del siglo XVI destaca una de plata “de muy buena calidad y factura” en cuyo reverso se lee ‘Fernadus et Elisab’ (Fernando e Isabel) y en el centro aparece “el escudo cuartelado de Castilla y León alternado con el de Aragón, con la Granada en punta y corona real”. Además de esta pieza, también se han localizado maravedíes de Felipe III, Felipe IV, Carlos II, Felipe V y Fernando VI. Del reinado de este último monarca, destaca un ejemplar de “medio real acuñado en Madrid en 1748 en muy buen estado de conservación”, explica González García.

Probablemente esta moneda esté relacionada con una importante operación militar ocurrida en 1762, conocida como la Guerra Fantástica, la invasión de Portugal ordenada por Carlos III, en apoyo a la política internacional de su primo, el rey Luis XV de Francia. El 28 de julio de ese año, un gran ejército compuesto por unos 30.000 españoles y 12.000 franceses salió de Ciudad Rodrigo, cruzó por estas tierras y avanzó hacia Almeida (Portugal).

El sitio de Almeida comenzó el 4 de agosto de 1762 y el 25 del mismo mes la plaza fue tomada. Aunque la invasión no logró sus objetivos, la huella que dejó en esta comarca fue terrible. A su regreso del país vecino los soldados españoles extendieron una brutal epidemia que provocó más bajas que los cañones portugueses. “De manera muy rápida la enfermedad se extendió a los civiles que atendían a las tropas —primero murió el médico del pueblo, luego sus familiares— y acabó provocando una tremenda mortandad en Gallegos”, se lee en el informe.

Parte de las monedas halladas en la parcela de Gallegos de Argañán,

También se han hallado monedas de los reinados de Carlos III y Carlos IV. Tres de estas piezas “estarían directamente relacionadas con la Guerra de la Independencia y que convirtió los montes y casas de esta pequeña población salmantina en un hervidero de tropas españolas, portuguesas, francesas, inglesas y alemanas”. Igualmente, se han recuperado monedas de entre los reinados de Fernando VII e Isabel II, “al igual que otras emitidas por Alfonso XII en 1877, que estuvieron en circulación hasta 1939 y que se las conocía como perras gordas y chicas”, indica González García. También se han localizado unas pocas pesetas de la dictadura del general Franco y del reinado de Juan Carlos I.

Es lógico pensar que los mismos individuos —que debieron ser muchos— que en determinadas circunstancias perdieron todas esas monedas pudieron también perder más objetos, entre ellos proyectiles de plomo de armas de avancarga, que se cargaban por la boca. Son 31 piezas, muchas sin indicios de disparo. El grupo más numeroso pesa entre 20 y 22 gramos, la munición empleada por los arcabuces de 6/8 de onza, que debió de ser un arma muy usada en la Guerra de Restauración Portuguesa.

Los botones encontrados se corresponden con los siglos XVI y XIX. Los lucían tropas francesas, portuguesas, inglesas y españolas. El más grande de todos tiene un diámetro de 26,8mm. “La moda francesa, extendida por los Borbones y caracterizada por la ostentación y pomposidad, el colorido, el uso de lazos, encajes, pelucas y tacones, llevó también el diámetro de los botones a su máximo exponente. Se trata de un botón usado seguramente en alguna casaca militar y que se puede situar en torno a mediados del siglo XVIII”, asevera el historiador.

Otro de los ejemplares es “absolutamente icónico y representativo” de una de las principales unidades que participaron en la defensa de Ciudad Rodrigo ante el asedio francés de 1810. Es de bronce, muy bien conservado y en su divisa se indica: “Voluntarios de Ávila por Fernando VII”. Ávila envió tres batallones de voluntarios (1.235 hombres) a Ciudad Rodrigo en 1809. Durante el asedio a la ciudad destacaron por su defensa de los puestos exteriores y luego del propio recinto amurallado. Fueron traslados a Francia como prisioneros.

Botón del Regimiento Voluntarios de Ávila, uno de los protagonistas de la defensa de Ciudad Rodrigo en 1810 frente al asedio francés.

Pero, además, entre los abundantes materiales metálicos de uso militar localizados (conteras de dagas, hebillas y pasadores en T completos), se ha desenterrado el terminal de una correa nazarí del siglo XV. “Este tipo de piezas se usaban para rematar correas estrechas y eran de uso masculino, en correajes para sus vestimentas o sujeción de sus armas. Los hombres de armas hispánicos del siglo XV y XVI gustaban de emplear este tipo de adornos lujosos pero morunos, lo que se denomina maurofilia o vestir a la morisca. Tras la conquista de Granada, la indumentaria de Boabdil el Chico pasa a formar parte del botín de guerra de Isabel y Fernando. Esta anécdota, que puede parecer superflua, está relacionada con la materialización del ideal de conquista y constituye un referente ideológico de dominación-sumisión”.

Entre los restos de armamento sobresalen varias piezas asociadas con armas de fuego, entre las que destacan “la nuez” o mecanismo de una llave de chispa y la tapa del guardamanos de un fusil inglés conocido como Brown Bess.

González García lo resume así: “Los hallazgos documentados convierten la parcela en una pieza más del gigantesco puzle que representa el término municipal de Gallegos. Este municipio perdió durante la Guerra de la Independencia toda su documentación convirtiéndose así, de repente, en un pueblo sin memoria. Salvo algunos documentos judiciales conservados en Valladolid y los libros de la parroquia, apenas tenemos datos directos. Un pasado que se apoya en hallazgos singulares —como adornos o monedas de plata— pero también simples y humildes como los botones, los proyectiles esféricos o los clavos de las botas de los soldados. Un gran conjunto de materiales arqueológicos que, en cualquier otra población con más habitantes y recursos económicos, ya habría servido para crear un museo”.

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Sobre la firma

Vicente G. Olaya
Redactor de EL PAÍS especializado en Arqueología, Patrimonio Cultural e Historia. Ha desarrollado su carrera profesional en Antena 3, RNE, Cadena SER, Onda Madrid y EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad CEU-San Pablo.
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