Pérez-Reverte retoma la aventura de Alatriste 14 años después: “Es un héroe muy español. Tiene lo mejor y lo peor de nosotros”
El escritor presenta ‘Misión en París’, la octava entrega de su exitosa serie de novelas históricas, ambientada en Francia y con cameo de los mosqueteros de Dumas


Pasó tanto tiempo que quizá se había olvidado de que a Diego Alatristre, ese espadachín cuarentón, asesino a sueldo y a la vez héroe en la España del Siglo de Oro, todavía le quedaban historias por contar. Lo había anunciado su creador, Arturo Pérez-Reverte, hace años: a las siete entregas que hasta 2011 había publicado, le faltaban dos. Catorce años de espera y más de una decena de títulos del escritor después, este martes el autor ha presentado una nueva aventura del capitán, Misión en París (Alfaguara), que llegará mañana a las librerías. “Me di cuenta de que Alatriste era demasiado absorbente y había otras historias que quería contar y no sabía cuánto tiempo me quedaba. Pero siempre pensé que si vivía lo suficiente lo retomaría”, justificaba la larga pausa Reverte este martes en la presentación ante la prensa del libro en Madrid. Vivió y, para placer de millones de lectores — “algunos que incluso me han insultado públicamente por no seguir la historia”, contaba el autor— aquí lo tienen, uno de los acontecimientos editoriales del año.
“Tenía miedo”, reconoció el académico de la RAE trajeado y rodeado de periodistas en el Hotel Palace de Madrid. “Pensaba que igual había perdido el tono. Alatriste es un tono. Entré en ella [la nueva novela] con mucho cuidado. Tuve que acostumbrarme de nuevo al personaje. Me leí de nuevo todos los libros de él que había escrito y retomé lecturas que entonces había leído para escribirlos”.
El salto temporal real en la creación del nuevo libro no se traduce en la historia. Misión en París se desarrolla apenas un año después de El puente de los asesinos (Alfaguara, 2011), la aventura que transcurría en Italia. En la nueva entrega, que se publica casi 30 años después de Las aventuras del capitán Alatriste (Alfaguara, 1996), el inicio de todo, Pérez-Reverte lleva a sus personajes a La Rochela, ese enclave de la resistencia de los hugonotes contra el rey Luis XIII de Francia, asediado por el cardenal Richelieu y, por otro lado, ayudado por los ingleses, siempre dispuestos a fastidiar a los franceses. ¿Y qué pintan ahí los mercenarios españoles, patriotas y obedientes? Ni ellos lo saben hasta bien entrada la historia. Esa incertidumbre sostiene buena parte de una trama que introduce las guerras de religión, con cameo de los personajes de Dumas en los tres mosqueteros con D’Artagnan incluído. “Mi miedo era caer en el pastiche”, reconoce Pérez-Reverte. “Es un guiño muy personal. Los tres mosqueteros marcó mi vida. Pero son personajes que solo pasan y se van, siguen con sus cosas”.
Más allá de este guiño, la nueva novela es todo lo que se puede esperar e incluso mantiene la estética de hace 14 años, con las ilustraciones otra vez de Joan Mundet. En las páginas hay aventuras, lances de capa y espada e intriga. Pero también, como siempre y a pesar de tener a Francia como escenario, una mezcla de historia, literatura y cultura con una España imperial y decadente de fondo. Pérez-Reverte vuelve a recrear esa “época de grandeza y de oscuridad y de sombra en la que éramos los amos del mundo” y que tanta polémica le ha traído. “Aquel era un mundo fascinante del que uno se enorgullece y se espanta al mismo tiempo. La novela siempre ha sido acogida con rechazo por dos extremos. La extrema izquierda y la extrema derecha. No se dan cuenta de que el libro quiere eso. Fuimos brillantes y grises, magnánimos y oscuros. El libro dice cosas muy duras y muy hermosas sobre España”, contó el escritor.
Transcurridos 14 años desde la publicación del último episodio, ya bien entrados en el siglo XXI y con una sociedad cada vez más dividida si cabe, esta nueva entrega tendrá seguramente una resonancia distinta, pero el autor defendió lo que ha defendido siempre: “No pretendo hacer una figura moderna. Pretendo que el lector entienda lo que fue España. No pretendo marcar ninguna línea ideológica. Solo contar la dolorosa y lúcida, la estéril y fecunda, la triste y maravillosa historia de España”.
¿Y la relación de su personaje con el presente, existe? “Cuando aparece una dana o una epidemia o unos fuegos, siempre aparece ese español quizás descreído y que se queja, pero que se levanta y coge su manguera o su jeringuilla o su pala para el barro y va para allá. Eso es lo bueno que tenemos. Y Alatriste es eso. Escribirlo me reconcilia con España. Pienso en esa gente y me digo: ‘no está tan mal ser español”.

Nada quita la evolución, ahora más marcada que nunca, de los personajes. Íñigo Balboa, el narrador, que nació en la historia con 12 años, es ahora un veinteañero más lúcido y capaz que nunca. “Es el lector que ha ido creciendo y haciéndose lúcido con Alatriste”, comparó su creador.
Diego Alatriste sigue siendo ese espadachín cuarentón de los tercios de infantería, valiente, no muy honesto ni piadoso. Pero aquí está más amargado, resentido y es un poco más parlanchín de lo habitual. Y aunque el propio Pérez-Reverte ha reconocido siempre que es peligroso buscar al autor detrás del personaje, cuesta evitarlo mientras el escritor habla, sombrero sobre la mesa a un palmo de distancia, con sarcasmo curtido, sin pelos en la lengua y pleno de confianza, como tiburón en sus aguas. “Yo he envejecido y es inevitable que Alatriste se contamine de ello. Tiene más remordimientos, como yo mismo los tengo. Ha hecho cosas de las que no está orgulloso, como yo. He reconocido mi huella en ese personaje”, contó.
Esos remordimientos, junto con otros recuerdos de Balboa, llenan el libro de pequeños saltos al pasado que sirven también para refrescar la memoria de los lectores después de tres décadas de haberse iniciado la saga. Aunque en ese tiempo Alatriste nunca se ha ido del todo, al contrario. “La saga surgió de una preocupación por un periodo de la historia que no entraba en los estudios y una pasión por las novelas de aventuras y se convirtió en un personaje que sale de las páginas de un libro y se vuelve un mito literario. Como el Quijote, la Celestina, el doctor Jekyll y Mr. Hyde”, recordó Pilar Reyes, directora editorial de Alfaguara, también presente en el acto.
Ese Alatriste, que ahora se estudia en institutos y que ha vendido millones de ejemplares, le gusta a su creador, que todavía lo siente suyo. “Cuando subes a un taxi y el taxista te pregunta que qué tal Alatriste y tú sabes que no lo ha leído [ríe], eso sienta muy bien. Gente que no ha leído Alatriste sabe quién es Alatriste”. ¿Y la clave para lograr eso? El autor septuagenario lo tiene claro: “Es un héroe muy español, símbolo de todos, porque tiene lo mejor y lo peor de nosotros. Y mi intención siempre ha sido que el lector sepa que somos lo que somos, lo bueno y lo malo”. A Alatriste, con su muerte ya pactada en la batalla de Rocroi, le queda una última aventura. Y, aunque no hay fecha, mientras a Pérez-Reverte le quede aliento, llegará.
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