El pino centenario bajo el que está enterrado el ‘Platero’ de Juan Ramón Jiménez sucumbe al temporal
Las autoridades tratan de revivir el árbol centenario de la finca donde el premio Nobel escribió buena parte de sus mejores obras y que fue arrancado de cuajo por los tornados que asolaron Moguer la semana pasada


“Esta tarde he ido con los niños a visitar la sepultura de Platero, que está en el huerto de la Piña, al pie del pino redondo y paternal”. Así se refería Juan Ramón Jiménez al árbol de casi 20 metros de altura y 3,80 de perímetro, donde fue enterrado el burro peludo, pequeño y suave, con vientre de algodón, protagonista de su obra más universal. Ese pino, de más de dos siglos de vida, acaba de ser arrancado de cuajo por los tornados que la semana pasada arrasaron parte de la costa de Huelva. Las autoridades, guiadas por expertos, van a tratar de recuperarlo para devolverle no solo la savia a sus ramas centenarias, sino para evitar que muera un símbolo de la narrativa juanramoniana, que también se ha convertido en patrimonio inmaterial del municipio de Moguer, donde hundía sus raíces.
“Estamos hablando de un daño irreparable, pero es un bien que puede rebrotar”, explica el alcalde de Moguer, Gustavo Cuéllar. El pino se erigía sobre un terreno de arena y sus raíces se encontraban a una altura muy superficial. La gran cantidad de agua acumulada por el tren de borrascas que azotó Andalucía la semana pasada hizo que se debilitara el suelo sobre el que se sustentaban y que no pudieran aguantar los tornados que acompañaron al temporal. “Tenía mucho peso y la fuerza de los vientos lo ha tumbado”, corrobora Antonio Ramírez Almansa, director de la Fundación Zenobia Camprubí-Juan Ramón Jiménez.
Los técnicos y expertos de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía que han analizado la situación del árbol este mismo lunes han propuesto “tapar las raíces con una argamasa de humus y sustrato natural del entorno, sanear la copa limpiando y cortando muchas de las ramas que están abiertas y secas”, según explica el alcalde. “No vamos a saber si se recupera hasta que pase un tiempo prudencial, pero ahora lo esencial es cerrar la herida abierta y evitar que, ahora que ha dejado de llover, las raíces se sequen”, abunda.

“Ese pino era una preciosidad”, se lamenta Carmen Hernández-Pinzón, sobrina nieta y responsable del legado del Nobel de Literatura y que lleva reclamando desde el 2000 una mayor atención sobre la preservación de ese árbol, catalogado como especie singular. “Las últimas lluvias lo han acabado de rematar, pero se veía venir que se iba a caer”, indica. Hernández-Pinzón hace referencia a cómo ya a principios de siglo la fundación denunció el abandono de la zona y que a sus pies se acumulaban las basuras que dejaba un grupo de ocupas. “Hace dos meses estuvieron unos técnicos y elaboraron un expediente en el que se pedía que se actuara con inmediatez porque la copa pesaba mucho, tenían ramas secas…”, detalla y recalca que también ha padecido el mal de la procesionaria. “Ha habido despreocupación”, sostiene.
Ramírez Almansa, sin embargo, incide en la edad del árbol y en cómo la fuerza de los vientos huracanados de la semana pasada también ha arrancado a una cincuentena de pinos centenarios de la zona. El pino de Juan Ramón se encuentra en el lateral de la casa de Fuentepiña, en la finca Santa Cruz de Vista Alegre, de propiedad privada. “El poeta siempre llevó en el bolsillo una piedra de Fuentepiña. Allí escribió un sinfín de libros, entre ellos Platero y otros muchos más”, precisa Hernández-Pinzón. Esa fue la casa de verano de Juan Ramón Jiménez entre 1906 y 1910 y la Junta de Andalucía nunca pudo declararla Bien de Interés Cultural, pese a que lo intentó en dos ocasiones. “Hubo errores en la tramitación del expediente que fue recurrido por la familia propietaria”, explica el alcalde de Moguer, que, indica que no está poniendo ningún obstáculo en la operación para tratar de revivir el árbol.
“Juan Ramón hablaba del pino eterno, está muy unido a su obra. Es un símbolo”, recalca su descendiente. “En la luz celeste y tibia / de la madrugada lenta, / por estos pinos iré / a un pino eterno que espera, son los primeros versos del poema Pinar de la eternidad, tal y como recuerda. “Este pino se ha universalizado a través de la obra del poeta. El entierro de Platero bajo sus raíces es un ejemplo de su conexión con la naturaleza, con el concepto de eternidad y trascendencia. El poeta lo entierra allí con la idea de que la esencia, la bondad de Platero perdurarán más allá de la muerte”, añade Ramírez Almansa.
Ese pino también simboliza la identidad y pertenencia del Nobel con el paisaje de su tierra natal, que llevaba físicamente en el bolsillo en forma de piedra. Es el árbol que Juan Ramón conoció en su juventud y que también han hecho suyos sus paisanos. Muchos de los vecinos paseaban hasta Fuentepiña para fotografiarse y los colegios llevaban a sus alumnos a leer sus poemas o pasajes de Platero. “Sentimos mucha tristeza por la situación del árbol porque muchos sentimos los espacios juanramonianos como algo de titularidad pública”, índice el alcalde de Moguer.
El árbol, realmente, parece eterno. En los últimos años sobrevivió intacto a dos incendios. “Ha estado cercado por el fuego, no ha podido con él la sequía, ha formado parte de la historia de los acontecimientos naturales y no naturales provocados por el hombre, y sin embargo, parece que es el agua lo que ha podido con él”, se lamenta el director de la fundación. Pero tanto él como el alcalde se niegan a hablar del pino en pasado. “Está vivo”, recalca Ramírez Almasa. “Y eso nos da esperanza”, abunda el regidor.
“En la luz templada y una / llegaré con alma llena, / el pinar rumoreará / firme en la arena primera”. Así concluye Pinar de la eternidad y firme en esa arena que no ha sido capaz de sostenerlo ante los envites de los vientos de los últimos días es como esperan las autoridades poder devolver al pino eterno que soñó Juan Ramón y que vela también el sueño de mariposas y lirios de Platero.
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