Luisa del Valle, una vida engarzada entre lo artístico y lo espiritual
El documental ‘Labyrinth of Threads’, dirigido por Nekane Aramburu, se adentra en la misteriosa vida de la creadora mallorquina
Una de las últimas obras de Joan Miró fue Mori el Merma, un espectáculo de la compañía Teatre de la Claca en el que el artista catalán diseñaba y pintaba los decorados, máscaras y títeres. El estreno se celebró en el Teatro Principal de Palma de Mallorca, en 1978. En imágenes tomadas durante las pausas de los ensayos y los preparativos, un entusiasta Miró hablaba con una guapísima mujer que tenía poco más de 20 años. Era Luisa del Valle, su asistente, quien pese a su juventud había sabido moverse para poner en marcha una obra que, en plena Transición, se consideraba irrespetuosa: Ubu es el general Franco, un tirano vulgar y sangriento que encarna la corrupción y el despotismo, la mano de hierro de la España más negra. A Miró se le oye aconsejar de manera muy paternal que sea siempre una excéntrica, que no se convierta en una persona corriente y que haga lo que de verdad le guste. La ayudante, de una imponente belleza, mira al artista sonriente pero sin contestar. Así arranca el documental Labyrinth of Threads, dirigido por Nekane Aramburu, en el que durante 80 minutos se desvela la fascinante vida de una mujer singular, diseñadora de joyas de inspiración etrusca y creadora de ambientes artísticos únicos, que se ha relacionado con muchos de los grandes nombres del arte del siglo XX en los escenarios en los que ha transcurrido su vida: Baleares, Madrid, Barcelona, Nueva York, Washington, Egipto, Teherán o Tokio. Princesa iraní por matrimonio, a los 71 años, ha vuelto a residir en Mallorca. Aquejada de ELA, vive acompañada de su hijo Ferdos.
Nekane Aramburu, prestigiosa historiadora y gestora, exdirectora de Es Baluard (Palma) y actual responsable del museo Fenosa, ha dedicado cinco años a la realización de esta película o metadocumental, como ella prefiere denominarlo. La directora define Labyrinth of Threads como un ejercicio audiovisual curatorial, en el que la mayor parte del material es producto de conversaciones realizadas con teléfonos móviles o con tablets. Esas conversaciones suplen la inexistencia de material de archivo, una de las principales dificultades para recrear visualmente la historia de Luisa. Aramburu reconoce que la carencia de grabaciones o fotografías es un problema que afecta a muchos creadores cuya carrera ha crecido más en los márgenes que dentro del sistema.
El documental está estructurado en 23 hilos engarzados de manera no cronológica y duración desigual con los que se intentan dar elipsis y pistas para que el espectador haga su propia lectura. Indica la directora que la mejor manera de interpretar esta trama de hilos es aproximarse a ellos como si fueran arcanos mayores del tarot o una lectura a lo Rayuela de Cortázar, donde se pueden alternar los capítulos con conexiones ocultas y juegos visuales que se repiten, transforman o evolucionan.
![Retrato de Luisa del Valle, recogido en el documental 'Labyrinth of Threads', imagen cedida por la productora Far Visuals.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/D2M6RUZX3ZBCTJJEJJXRAOWZ24.jpeg?auth=9033c3b0f34af0640edaa6b93159d5d1ba70802453f6c94e3d1cf4686c5c17e6&width=414)
Aramburu, como les ocurre a otros muchos autores, lamenta no haber contado con todo el material que hubiera querido, pero sí ha dispuesto de grabaciones caseras y bastantes imágenes tomadas en S’Estaca, Sa Torre Cega, Sa Bassa Blanca, su atelier-galería en Palma o en Barcelona. También se conservan abundantes fotografías de los tiempos en los que trabajó como modelo para pagarse los estudios en Londres y Barcelona con firmas como Issey Miyake, Yamamoto, Valentino, Yves Saint Laurent, Paco Rabanne y, en España, Francis Montesinos. Los testimonios de quienes han tratado a la artista en diferentes etapas han sido muy valiosos para el proyecto. Para la recuperación de los años esenciales en Nueva York, en la década de los ochenta, hay narraciones tan importantes como la del periodista Javier Martín Domínguez.
Las tres voces que acompañan a intervalos este viaje son la de la propia Luisa del Valle en primera persona, Maryam Firouz (Princesa Maryam Farman Farmaian) y la de la directora del documental. Es una producción de Joan Bover en colaboración con IB3.
A Nekane Aramburu se le ocurrió la realización del documental al poco de tratar personalmente con la diseñadora durante su etapa como directora de Es Baluard (2013 y 2019). “Ella había abierto un taller/galería cerca del museo”, recuerda Aramburu. “En nuestras primeras conversaciones primero estaba mi interés por conocer su experiencia con Miró, la galería 4Gats, o los años de Nueva York, pero luego nos dimos cuenta que había un elemento en común más relevante: nuestro interés por la espiritualidad [Luisa es budista]. Mi último proyecto en Es Baluard en marzo 2019 fue la exposición Alma [muestra pionera sobre mujeres visionarias] y vuelvo en enero 2025 con este proyecto que también habla de espiritualidad, más allá de las biografías, una mujer fuera del sistema”.
![Luisa del Valle y Joan Miró en un fotograma de la película 'Labyrinth of Threads', en una imagen cedida por la productora Far Visuals.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/2A75QGHT7RCULHMVHYFFFBZVWI.png?auth=eba23c6659f1d23e5f163d8c279f13e9cb053d53042f87edf658ff67e8a5ffe2&width=414)
¿Qué aprendió la joven Luisa del Valle de los consejos del maestro Miró cuando le dice que sea excéntrica? “Ella decidió ante todo ser libre, por eso se situó en los límites de lo establecido, no solo en cuanto a no optar por una rama del arte al uso [empieza con el arte textil, por ejemplo], también por vivir como quiere”.
La experta en arte contemporáneo se refiere a la obra de la artista diciendo que son piezas de orfebrería-arqueológica en las que plasma su creatividad. “No sé qué hubiera sido si decide volcar al arte en la línea de lo que las galerías del momento ofrecían. Pero hay una cuestión importante que tiene que ver con lo que ocurre en los talleres que abrió en Nueva York, Washington, Teherán, Barcelona y Palma. La gente iba allí a hablar de arte, analizar visitas a museos tomándose una taza de té o lo que ofrezca y así tejía redes entre personas con inquietudes culturales. Sus galerías/talleres son eso, lugares donde crea y teje redes profesionales y afectivas”, cuenta Aramburu.
¿El hecho de ser mujer ha sido perjudicial en el caso de Luisa del Valle? Para Aramburu no hay dudas: “Expuso en 4Gats en Palma, Louisiadas en Barcelona. Participó en colectivas en Nueva York y Londres junto a su gran amiga Rebecca Horn, pero no ha conseguido el eco que le correspondería”.
En una de sus últimas entrevistas, Luisa del Valle habló de su trabajo y de lo importante que le resultaba trabajar con las manos. La jovencita que se movía con unos alicates en la mano por todas partes cuenta que lo que más valora de su oficio es que le permite trabajar directamente con fuego, metal, aire y agua en un proceso alquímico que no tiene comparación con ningún otro.
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