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In memoriam
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Elías Díaz deja un legado de justicia y compromiso democrático en más de 60 años de vida académica

El filósofo sostuvo que la filosofía del derecho es, ante todo, una teoría de la justicia, orientada a razonar, argumentar y señalar cuándo las normas son justas o injustas

Elías Díaz, catedrático de Derecho, posando en su domicilio.
Elías Díaz, catedrático de Derecho, posando en su domicilio.Kike Para

Para Elías Díaz ha tenido pleno sentido la lúcida frase que Jorge Luis Borges dejó escrita: “La muerte es una vida vivida. La vida es una muerte que viene”. Él, a lo largo de su existencia, no pensaba en la vida, sino que resolvió vivirla y se ocupó de vivirla intensamente.

Este lunes 3 de febrero, a los 91 años, falleció Elías Díaz tras toda una vida dedicada al estudio de la filosofía del derecho. Toda una vida que comenzó en 1951, cuando ingresó como estudiante en la Facultad de Derecho de la Universidad de Salamanca; 10 años después, en 1961, orientado por el profesor Joaquín Ruiz Giménez, dedicó toda su atención a la filosofía del derecho. Compartió también varios cursos con el profesor Aranguren en la Facultad de Filosofía de la Universidad Complutense y amplió después estudios en las Universidades de Friburgo y Múnich, doctorándose finalmente en la universidad de Bolonia con premio extraordinario. Fue posteriormente profesor adjunto en la Universidad Complutense de Madrid, y catedrático durante tres cursos en las universidades de Oviedo y Valencia. En aquellos años, en concreto en el curso 1969-70, fue además profesor invitado en la Universidad de Pittsburgh.

Desde 1977, Elías Díaz ha sido catedrático de Filosofía del derecho en la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM). Para todos nosotros, tras casi 50 años de dedicación de manera ininterrumpida y en exclusiva a nuestra Facultad, ha sido un referente académico e intelectual. La Universidad era su espacio natural, un ecosistema idóneo para desplegar su verdadera vocación de intelectual; porque a él le apasionaba la lectura, pensar, escribir, debatir, era un intelectual en estado puro. Considerar a Elías Díaz un referente académico es, pese a la dignidad que tal calificación conlleva, simplificar la realidad. Le interesaba el derecho, pero de igual forma que sentía atracción e interés por la economía, la sociología, la filosofía, la historia… Y esa perspectiva no reduccionista, sino abierta, curiosa e indagadora a las ciencias sociales, es la que precisamente ha situado su actividad académica, y sobre todo, su vocación intelectual, en el lugar prominente y de honor. La historia lo avalará.

Si el éxito es siempre tributario del esfuerzo, del sacrificio y del valor ante la adversidad, el triunfo de Elías Díaz como académico, como intelectual, le viene dado, además de por ello, singularmente por otras características que le han identificado paradigmáticamente: su arraigada concepción e idea de la justicia, y su catede lo que debe ser una sociedad democrática. En un trabajo de la Revista Jurídica de la UAM del año 2016, decía expresamente, cuando se refería a la lucha contra la dictadura y por la democracia y la justicia, que: “un hombre del Derecho puede y debe ser transgresor. La filosofía del derecho es fundamentalmente Teoría de la Justicia. Lo que se hace desde la filosofía del derecho es razonar, argumentar, señalar si las normas son justas o injustas, o más o menos justas o injustas”. Y es desde este planteamiento desde el que hay que situar su libro de 1966 Estado de Derecho y sociedad democrática; una monografía fundamental que, desde su aparición, se ha convertido en el libro de referencia de la social democracia en España y los países hispanos.

De su larga carrera académica destaca, en el campo editorial, el haber formado parte del equipo fundador de la Cuadernos para el Diálogo en 1963, así como sus numerosas editoriales y trabajos en solitario o con amigos y colaboradores como Joaquín Ruíz-Giménez, Norberto Bobbio, José Luis L. Aranguren, Enrique Tierno Galván, Renato Treves

Una de las mayores virtudes de Elías Díaz ha sido la de saber incorporar desde 1977 con inteligencia a su cátedra de la Facultad de Derecho de la UAM a un excepcional grupo de investigadores —hoy todos catedráticos— que además de ser científicamente incuestionables, conforman todos —rara avis universitaria— un grupo unido. A Elías le corresponde el mérito de crear una escuela compacta y reclutar a profesores tan valiosos como Francisco Laporta, Virgilio Zapatero, Liborio Hierro, Manuel Atienza, Eusebio Fernández, Alfonso Ruiz Miguel, Juan Carlos Bayón, Julian Sauquillo, Pablo de Lora y algunos otros más que desde otras Universidades enseñan filosofía del derecho.

La muerte no torna en virtudes los diferentes perfiles y caracteres que conforman la personalidad de cada uno. Elías Díaz no es una excepción a esta inexorable regla. Pero en ese conjunto de atributos, tiene en su haber virtudes que solo quienes la conocieron en profundidad saben reconocer. Durante su larga trayectoria profesional ha sido generoso al compartir siempre su tiempo y su pensamiento independiente y crítico con cada uno de sus compañeros y amigos en la Facultad. Ha sido honesto intelectualmente, defendiendo su criterio y discrepando abierta y públicamente de lo que no consideraba justo. Ha sido un profesional absolutamente cumplidor. Ha sido, en definitiva, una persona con una dedicación completa y ejemplar.

Dicen que la grandeza del ser humano se mide por la obra legada. La herencia intelectual y profesional dejada en los más de 60 años de actividad profesional, está presente y ya ha sido juzgada unánimemente por la sociedad. La obra personal, la que queda mucho más escondida, es más grande si cabe que la intelectual, pero esa queda en el íntimo y eterno recuerdo de su familia y de sus amigos.

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