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Roma se acicala para ofrecer su mejor versión en el Jubileo

Durante las numerosas obras de restauración en la ciudad han emergido importantes hallazgos arqueológicos

Las obras de la Fontana di Trevi el pasado 9 de noviembre.
Las obras de la Fontana di Trevi el pasado 9 de noviembre.Antonio Masiello (Getty Images)

Roma se ha dado un profundo lavado de cara para ofrecer su mejor imagen a los más de 30 millones de peregrinos que visitarán la ciudad durante el Jubileo, el Año Santo que la Iglesia católica convoca cada 25 años y que empezó la pasada Nochebuena. La colosal Fontana di Trevi luce resplandeciente y con un nuevo sistema de acceso que permite evitar aglomeraciones; las tres fuentes de la espectacular plaza Navona están impolutas y todas sus esculturas vuelven a estar completas; el resto de las innumerables fuentes de la ciudad, como la de época renacentista que está situada frente al Panteón, se han vuelto también relucientes. Y ya se puede pasear desde el Castillo de Sant’Angelo hasta la plaza de San Pedro en el Vaticano por un área peatonal.

El Gobierno italiano ha invertido más de 3.000 millones de euros, algunos procedentes de los fondos de recuperación de la Unión Europea, para acicalar prácticamente todos los monumentos de la ciudad eterna y sus principales calles. De las algo más de 400 grandes obras que se abrieron el año pasado para desesperación de los romanos y asombro de los turistas, ya han concluido cerca de la mitad, entre las que figuran las principales. El resto se encuentra en fase avanzada. Durante la mayor parte de 2024 la ciudad estuvo tomada por las obras y los viandantes se encontraban vallas, andamios y excavadoras allá donde miraran, sobre todo en la zona del centro histórico.

La obra para peatonalizar los alrededores de la plaza Pia, que conecta el Castillo de Sant’Angelo con el Vaticano, ha sido una de las más importantes para el Jubileo porque se trata de una zona muy popular para quienes visitan Roma. El proyecto, que ha costado más de 85 millones de euros y que se inauguró la víspera de Nochebuena, consistió en el soterramiento del tráfico rodado para crear en la superficie un área peatonal. Como suele ocurrir en la Ciudad Eterna, las excavaciones sacaron a la luz importantes restos arqueológicos. Se trata de partes de un lavadero —o fullonica, por su nombre en latín— de la Roma Antigua, con sus diferentes bañeras de piedra enriquecidas con mosaicos, que data de la segunda mitad del siglo II y que era también en la época un lugar de encuentro para las mujeres.

Las obras del Castillo de Sant’Angelo.
Las obras del Castillo de Sant’Angelo.REDA (REDA/Universal Images Group via Getty Images)

Las obras del soterramiento continuaron como estaba previsto y la estructura encontrada se trasladó a los jardines del Castillo de Sant’Angelo, donde la podrán visitar peregrinos y turistas. Pero, de nuevo maravillas de Roma mediante, en el desplazamiento del lavadero se encontraron los restos de un antiguo jardín de época imperial, a orillas del río Tíber, que en algún momento pertenecieron al emperador Calígula. Los arqueólogos desenterraron los cimientos de un pórtico con columnas, que delimitaba con un amplio espacio abierto, presumiblemente un jardín, y una tubería de plomo que tenía inscrito el nombre de su propietario, este famoso emperador que gobernó Roma del 37 al 41 d. C. En las excavaciones también se encontró una serie de tejas de terracota utilizadas para la decoración de tejados y que probablemente cubrían alguna parte del jardín, tal vez el pórtico.

Los arqueólogos están entusiasmados con el descubrimiento, porque confirma un pasaje de la obra La embajada de Gayo (Legatio ad Gaium), del escritor Filón de Alejandría, en el que relata cómo Calígula había recibido a una delegación de judíos de Alejandría —que refería los problemas de convivencia con la población greco-alejandrina— en los llamados Huertos de Agripina la Mayor (madre de Calígula), un vasto espacio verde con vistas al Tíber y separado del río por un pórtico monumental. La descripción de Filón coincide con los restos encontrados, por lo que se piensa que la actual plaza Pia pudo ser el lugar de ese encuentro histórico.

La Piazza Pia, tras la renovación en una foto del 27 de diciembre de 2024.
La Piazza Pia, tras la renovación en una foto del 27 de diciembre de 2024.Remo Casilli (REUTERS)

Muros medievales

La larga y fructífera historia de la Ciudad Eterna, que según la tradición se remonta a cerca de 2.800 años, hace que prácticamente cualquier obra que se realice en el pavimento dé lugar a descubrimientos arqueológicos. Los tesoros que guarda el subsuelo de Roma volvieron a emerger en las obras para remodelar la plaza frente a la basílica San Juan de Letrán, donde está situada una de las cuatro puertas santas que según la tradición católica los fieles deberán atravesar para obtener la indulgencia, es decir, el perdón de los pecados.

En ese lugar se han descubierto algunos muros medievales que pudieron servir como muralla defensiva del Patriarchio, el palacio que fue ampliado y renovado varias veces entre los siglos IX y XIII y se convirtió en la residencia de los papas hasta que la sede oficial del pontífice se trasladó a Aviñón en 1309, antes de instalarse en el Vaticano en 1377. “Se trata de un hallazgo de extraordinaria importancia para la ciudad de Roma y su historia medieval, ya que en los tiempos modernos no se habían realizado excavaciones arqueológicas de gran envergadura en la plaza”, han explicado los arqueólogos del Ayuntamiento de la capital.

La Piazza Navona de Roma, durante las obras para el jubileo de 2025.
La Piazza Navona de Roma, durante las obras para el jubileo de 2025. REDA (REDA/Universal Images Group via Getty Images)

Investigando en estas excavaciones, los expertos también han descubierto restos de otras estructuras de periodos anteriores al palacio papal. Como una parte de un muro que puede datarse entre el siglo I a. C. y el siglo I d. C., que servía para terraplenar la ladera en esa zona. Y los cimientos de la sede de la Castra Nova equitum singularium, la fortaleza que albergaba parte de la guardia de caballería personal del emperador Constantino.

Con ocasión del Jubileo también ha abierto al público el conocido Passetto, un corredor amurallado que une el Vaticano con el Castillo de Sant’Angelo, que ofreció una atalaya militar y una rápida y discreta vía de fuga a los papas en caso de ataque a lo largo de los siglos. Es un lugar clave de la inconmensurable y convulsa historia de Roma que fue utilizado por los pontífices para controlar sus alrededores y también para llevar a las mazmorras del castillo a sus prisioneros, como el célebre caso de Beatrice Cenci, una noble y heroína popular que lo cruzó encadenada antes de ser ejecutada en 1599 por el asesinato de su violento padre.

El papa Alejandro VI Borgia fue uno de los pontífices que tuvieron que cruzar el Passetto para refugiarse en la fortaleza tras la invasión de Roma por parte de Carlos VIII de Francia. El episodio más célebre de este peculiar corredor se vivió durante el Saqueo de Roma, cuando las tropas españolas y alemanas de Carlos I de España y V de Alemania arrasaron la ciudad en represalia por el apoyo del papa Clemente VII a la Francia rival. Se dice que ese pontífice tuvo que escapar por este lugar a la carrera cubierto por telas negras para evitar que sus clásicas vestiduras blancas lo delataran, al tiempo que las milicias alemanas de Carlos I disparaban desde abajo. En los muros aún puede apreciarse el impacto de alguna bala.

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