La Fontana de Trevi estrena una pasarela experimental contra el turismo masivo
Como el monumento ha sido vaciado de agua, se ha colocado un pequeño estante para que los turistas arrojen la tradicional moneda
En una Roma tomada por las obras, la Fontana de Trevi ha cambiado su mítica estampa del hormiguero de turistas tomándose fotos con el monumento y lanzando monedas de espaldas a los andamios. La panorámica es completamente inusual: en la fuente no hay agua; todo el conjunto arquitectónico está rodeado por una valla de paneles transparentes y atravesado por una enorme pasarela que se apoya sobre un extenso armazón de metal. Por ella van circulando lentamente en fila los visitantes, que después del recorrido lanzan la clásica moneda que, según la tradición, asegura el regreso a la ciudad eterna, en un pequeño estanque colocado para la ocasión al pie de la fontana vacía. Tirar monedas desde el puente está prohibido y castigado con multas de 50 euros.
La estructura se inauguró el pasado fin de semana, ha sido ideada por el Ayuntamiento como un experimento para regular el turismo masivo y durará hasta final de año, aprovechando las labores de restauración en preparación por el Jubileo, el año santo del catolicismo que comenzará en Nochebuena. El Ayuntamiento quiere probar en la Fontana de Trevi este sistema de contención de turistas para saber exactamente cuántas personas la visitan, con vistas a la posible introducción de un billete de acceso el próximo año. Con la pasarela, el acceso está restringido a 130 personas a la vez. En el primer fin de semana de uso pasaron por la plataforma, ha informado el consistorio, 14.000 personas —6.000 el sábado y 8.000 el domingo—, que han dejado cerca de 5.000 euros en el estanque. La administración local ha explicado que las monedas, como es habitual, serán donadas a Cáritas de Roma, que las destina a labores de beneficencia.
Por el momento, la reforma, aunque fue anunciada el mes pasado, ha pillado por sorpresa a la mayoría de visitantes. “No tenía ni idea de que iba a encontrar esto así, teníamos las monedas preparadas desde la mañana, pero no podemos lanzarlas desde el puente, hemos hecho cola para tirarlas en ese cubo”, dice Kylee Jones, que ha venido con un grupo de amigas de Pasadena, Estados Unidos, mientras señala el pequeño depósito de agua, con el fondo lleno de dinero, y espera en vano a que se reduzca el número de personas sobre la pasarela para poder entrar y hacer una foto mejor. “¿Podremos tomarnos un tiempo para posar?”, pregunta.
El equilibrio entre conservación del patrimonio y gestión del turismo de masas es complicado. El alcalde de la ciudad, Roberto Gualtieri, ha defendido la necesidad de intervenir e incentivar un turismo “responsable, lento y respetuoso” y ha alegado que la estructura permite observar más cerca de lo habitual las esculturas de la fuente monumental, uno de los símbolos más admirados de la Roma barroca, que está integrada en la fachada trasera del renacentista Palacio Poli. “Es un espectáculo único”, ha justificado el concejal de Cultura, Massimiliano Smeriglio. “A menudo, los visitantes apiñados no pueden percibir la belleza artística de la fuente, y este es un punto de vista inédito e irrepetible, quizá como mucho 500.000 personas podrán verlo”, ha apuntado en declaraciones a los medios el superintendente de Bienes Culturales, Claudio Parise Presicce. “Entrar a la pasarela es un poco engorroso, hay mucha gente y poco espacio, pero la verdad es que las vistas merecen la pena, se ven las estatuas con más detalle”, aprueba Juan Antonio Mencía, un jubilado de Málaga que está visitando la ciudad en un viaje con un grupo organizado. A pesar de ser temporada baja para el turismo, el número de visitantes en Roma sigue siendo elevado.
La pasarela se retirará cuando acabe la restauración, pero se mantendrá algún tipo de sistema de contención alrededor de la fuente, aún por especificar, con el objetivo de regular la afluencia de turistas y evitar las permanentes aglomeraciones.
El sistema de la estructura de paso y el del pequeño estanque para las monedas resulta algo aparatoso y ha recibido numerosas burlas y críticas, dentro y fuera del país transalpino. Los medios locales están recogiendo estos días los comentarios jocosos de las redes sociales y se están haciendo eco de informaciones de diarios internacionales, como el estadounidense New York Post, que califica el método como “una horrenda piscina municipal” o el británico The Guardian, que ha rebautizado el monumento como “la piscina de Trevi”.
‘A municipal swimming pool’: tourists react to temporary Trevi fountain replacement https://t.co/Jyk7Tusv8U
— The Guardian (@guardian) November 1, 2024
La asociación de comerciantes de la Fontana ha pedido reunirse con el gobierno local y solicitan que se escuchen sus opiniones. Entre otras cosas, sugieren que cuando terminen las obras de restauración se coloquen cordones en lugar de paneles transparentes para gestionar los recorridos en la plaza y que se opte por un sistema electrónico de reservas que permita evitar las habituales filas. También proponen que, si finalmente se cobra entrada, se “premie” de algún modo a los visitantes que pernoctan y consumen en la ciudad, frente a los turistas de los grandes cruceros que pasan apenas unas horas en Roma.
En estos momentos, prácticamente la totalidad de la ciudad eterna está tomada por los andamios, los escombros y las excavadoras, como parte del plan de preparación para el Jubileo del próximo año. Los principales monumentos de la capital, como las esculturas de la fuente de la Plaza Navona, la calle de los foros imperiales, el puente de Sant’Angelo, el monumento a Víctor Manuel II, el primer rey de la Italia unificada; o los aledaños de la basílica de San Juan de Letrán, están en obras. Las labores de restauración a las que están siendo sometidos desde hace meses han obligado a cubrirlos parcialmente con vallas, andamiajes y precintos, para que reciban con su mejor aspecto a los más de 30 millones de peregrinos que el Ayuntamiento espera que pasen por Roma a lo largo del año santo y que se sumarán a los 50 millones de visitantes que pasaron por la ciudad el año pasado. Al mantenimiento de los monumentos se añade la reparación del pavimento de la mayoría de las calles del centro. El Jubileo, que para los cristianos consiste en una peregrinación por las basílicas papales de Roma, se celebra desde hace siglos cada 25 años, y las reformas en la ciudad para estas ocasiones son algo común. En este momento, por razones de presupuesto, las obras se han concentrado casi todas al mismo tiempo en este año, para decepción de los turistas y desesperación de los romanos.
Babelia
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