Los ricos gastan menos en arte: las compras de grandes coleccionistas bajaron un 32% en 2023
Pese a la estabilidad del sector y los buenos resultados de las ferias del otoño en París y Londres, un informe apunta a una mayor precaución entre los compradores más adinerados. Entre las razones están la inflación y la situación geopolítica
Indestructible, pero no tanto. Imparable pese a la inflación y el contexto geopolítico, el mercado del arte sigue estable, como demuestran las ventas millonarias registradas en las dos grandes ferias que se han celebrado este octubre, Art Basel Paris y Frieze London. Pero algunos indicadores apuntan a un comienzo de erosión. Un informe encargado por Art Basel, la mayor feria del mundo, sugiere un cambio de tendencia. El mercado no se hunde, pero las obras a precios exorbitantes, tan habituales en las últimas décadas, se hacen cada vez más inhabituales en un sector en el que los más ricos gastan cada vez menos.
El informe, publicado este jueves, revela un pronunciado descenso del 32% del gasto medio de los grandes coleccionistas —los llamados HNWI o “personas con alto patrimonio neto”— en 2023. También indica un desinterés creciente de los compradores mileniales, grupo clave en la estabilidad del mercado en los últimos tiempos, pero cuyas compras han caído más de un 50% en un solo año.
Entre las razones, el estudio apunta a las turbulencias del ciclo económico, la desaceleración de la economía china, las dudas provocadas por las elecciones en Estados Unidos y los conflictos en Oriente Próximo y Ucrania. “La incertidumbre siempre es disuasiva a la hora de hacer transacciones”, admite el director ejecutivo de Art Basel, Noah Horowitz, por videollamada desde Nueva York, al comentar una encuesta en la que han participado 3.600 coleccionistas de 14 países. “A medida que subían las tasas de interés, el mercado se volvió más inestable. Hay mucho ruido geopolítico. Muchos compradores ricos se han enfocado en otras áreas de sus negocios y sus vidas personales”, añade Horowitz. “Aun así, el mercado sigue estando ahí. Ha habido mucha especulación sobre su debilidad, y no hay que olvidar que cayó un 4% en 2023. Hacer negocios se ha vuelto más difícil y costoso, pero todavía hay personas que compran arte y eso se ha visto estas últimas semanas, tanto en París como en Londres”.
En los pasillos de ambas ferias, no se notó en exceso un nerviosismo que empezó en el primer semestre de 2024, cuando los decepcionantes resultados registrados por las casas de subastas hicieron saltar las alarmas: un 22% menos para Christie’s y un 25% para Sotheby’s. Al final, acabó reinando la euforia, aunque tal vez un poco impostada. En Londres, el pabellón de Frieze en el Regent’s Park, rediseñado para aportar un ápice de novedad a una cita que ya suma 20 años de existencia, los resultados fueron mejores de lo que se esperaba. Hauser & Wirth vendió una obra de Arshile Gorky por 8 millones de euros y un óleo de Manet por 4,5 millones, mientras que David Zwirner colocó una pintura de Lisa Yuskavage por 2 millones y una de Yayoi Kusama por 700.000 euros.
En el estand de Lehmann Maupin, Billy Childish atrajo multitudes pintando obras en directo con sus dos hijos como aprendices. Una obra titulada River trees fue terminada in situ y vendida ese mismo día. Entre los asistentes había estrellas, como Benedict Cumberbatch, Sienna Miller, Bill Murray o FKA Twigs.
“La incertidumbre siempre es disuasiva a la hora de hacer transacciones. Hacer negocios se ha vuelto más difícil y costoso, pero aún hay personas que compran arte”, dice el jefe de Art Basel
Aun así, abundaron los precios situados muy por debajo del millón de euros, confirmando las conclusiones del estudio: el mercado puede hundirse por arriba, por el extremo superior de los precios estratosféricos de antaño, pero se mantiene muy sólido en su núcleo. En esa misma línea, la directora de la feria, Eva Langret, apostó por la renovación e incorporó galerías londinenses de perfil ascendente, a las que cedió un lugar protagonista: el primer pasillo de la feria. La idea: resaltar “lo que Frieze siempre ha defendido: obras de vanguardia y la próxima generación”. Sangre nueva para una cita que no quiere perder atractivo ante París.
La edición francesa de Art Basel, que deja atrás el nombre de Paris+ para asumir plenamente la identidad del grupo, ocupó por primera vez el Grand Palais, que volvió a abrir sus puertas durante los Juegos Olímpicos, después de cuatro años de renovación. En ese marco de excepción, 195 galerías —con la incorporación de las españolas Bombon y Prats Nogueras Blanchard, entre otras 50 nuevas salas— lucharon por vender sus obras. White Cube vendió una obra de Julie Mehretu por nueve millones de euros, mientras que Hauser & Wirth adjudicó una pintura de Mark Bradford por tres millones. Una decena de obras más superaron el millón de euros. Entre los asistentes hubo nombres tan conocidos como Natalie Portman, Owen Wilson, Chloe Sevigny, Hillary Duff o Rania de Jordania.
La ciudad estuvo radiante, beneficiada por la sensación de ser la capital europea de moda tras la llegada de Art Basel (que en 2022 desbancó a la histórica feria francesa Fiac) y el brillo de sus nuevas fundaciones privadas, como las de Bernard Arnault y François Pinault. París reservó para la semana de apertura una serie de exposiciones de primer nivel, dedicadas a corrientes como el arte pop (en la Fundación Louis Vuitton), el surrealismo (en el Centro Pompidou), el arte povera (en la Bourse du Commerce), así como dos retrospectivas consagradas a Jackson Pollock (Museo Picasso) y Gustave Caillebotte (Museo de Orsay). Mientras tanto, cerca del Trocadero, la firma de lujo Miu Miu, filial de Prada, impulsó una exposición comisariada por la directora del Macba, Elvira Dyangani Ose. La guerra de las capitales del arte terminó en empate, en una especie de bicapitalidad pacífica entre dos ciudades que son complementarias.
Para explicar la disminución de los precios estratosféricos respecto a otras épocas, la economista a cargo del informe, Clare McAndrew, lo atribuye a una cuestión de sensibilidad. “La situación geopolítica se refleja en la economía, pero no hay que subestimar la psicología de los compradores”, explica por teléfono. “No es un momento propicio para hablar de esa fantástica obra de arte en la que uno acaba de gastar millones”, ironiza McAndrew, cuyos estudios anuales sobre el estado del sector son de referencia. “Lo mismo ocurrió durante la crisis financiera de 2008: los ricos seguían teniendo mucho dinero, pero no era el momento adecuado para presumir”.
McAndrew no espera que 2024 sea un gran ejercicio en el mercado del arte. “No creo que sea un año explosivamente positivo. Hay grandes subastas en curso, pero no las suficientes para garantizar un año espectacular. Todo apunta a un año de estabilidad”, concluye. Las cifras le dan la razón: el descenso es menos significativo en cuanto al gasto mediano, que apenas varió.
Un indicador preocupante, según la economista, es que los coleccionistas de entre 28 y 43 años, en los que ha reposado la salud del sector desde la pandemia, son el grupo de edad que más dejó de invertir en 2023: su gasto cayó en más del 50% y pasó de 800.000 euros de media en 2022 a 367.000 el año pasado. Los niveles de actividad en el mercado siguen siendo “consistentes y robustos”, y el gasto se mantiene “estable”, según la economista, pero hay que tomarse estas cifras como una primera advertencia. Nada logra hundir el mercado del arte, convertido en un valor seguro en tiempos de máxima incertidumbre, salvo si estas son las primeras muestras de lo contrario.
Babelia
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