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Noah Horowitz, director de Art Basel: “No hace falta ser rico para coleccionar arte”

El nuevo consejero delegado de la empresa de ferias de arte habla con EL PAÍS en Miami de turbulencias macroeconómicas, de la relación de los millonarios con los museos y del futuro de los NFT

Iker Seisdedos
Noah Horowitz, en una imagen cedida por Art Basel.
Noah Horowitz, en una imagen cedida por Art Basel.Noe Cotter

“Yo respondo por esta edición, la del año que viene será cosa de Noah”, aclara Marc Spiegler (Oxford, 54 años), director global de Art Basel. Noah es Noah Horowitz, su sustituto, que aceptó en octubre el puesto de consejero delegado de la empresa suiza que internacionalizó el negocio del coleccionismo de arte con la apertura, hace 20 años, de su primera sucursal de Miami Beach, ciudad en la que el sábado cerró sus puertas la feria más importante de las Américas.

Spiegler y Horowitz han paseado esta semana por el Centro de Convenciones de Miami como el fantasma de las Navidades pasadas y el de las futuras, si no fuera porque en este rincón de la Florida, con el termómetro de principios de diciembre a 30 grados, cuesta pensar en la Navidad. Los dos recibieron a EL PAÍS en sendas oficinas efímeras, situadas, una al lado de la otra, en el edificio en el que se celebra la cita desde 2002.

Spiegler trabajará en la empresa hasta final de 2022 y luego se quedará por un tiempo como asesor antes de emprender nuevas aventuras sobre las que se resiste a dar detalles. “Fui periodista durante 15 años [de arte, con base en Zúrich], director de feria otros 15. Si dedico la misma cantidad de tiempo a otra cosa llegaré a los 69 años, y habré cumplido dignamente mi carrera”, explica. Sobre la decisión de dejar el puesto, aclara que fue “muy fácil de tomar”. “Tengo a mis espaldas 43 ferias. Cuando cumplí una década, me planteé si tenía sentido seguir. Pero vino la pandemia. No creo que ningún buen líder dejara a su equipo en mitad de algo así. Cuando pasó lo peor, estaba el proyecto de abrir París. Como soy medio francés, era algo que no me podía perder. La siguiente fase pasa por desarrollar la marca y nuevas líneas de negocio. Y eso requiere algo diferente. Noah tiene esas habilidades, la mentalidad y el tiempo”.

Horowitz, estadounidense de 43 años, fue, por su parte, director de Art Basel Miami Beach (ABMB) entre 2015 y 2021, año en el que abandonó la compañía, que pertenece al conglomerado MCH Group, para irse a trabajar a la casa de subastas Sotheby’s. Ese vacío de poder obligó a Spiegler a doblar jornada en la cita del año pasado, en la que Art Basel se la jugó con un evento presencial, por primera vez tras el parón de la pandemia y en mitad del otoño de la ómicron.

En una entrevista con este diario entonces, a la pregunta de si pronto habría un nuevo director para AMBM, Spiegler respondió: “Yo no puedo cargarme con todo este trabajo, o me dará algo”. Parece que por el camino encontró algo más: “Para ser sincero, dimos con una candidata, le ofrecimos el puesto, y básicamente se dedicó a aumentar sus expectativas salariales hasta que lo dejamos estar. Entonces, comenzamos de nuevo, y decidimos cambiar la estructura”. Ahora cada una de las ferias —además de la original, fundada en Basilea en 1970, y la de Miami, están las de Hong Kong (2013) y París, que echó a andar este año— tendrá su propio equipo directivo. Y habrá otro puesto ejecutivo (Vincenzo de Bellis) entre esos equipos y Horowitz.

Presentación de Art Basel 'online' en 2020, en plena pandemia, con su director de entonces, Marc Spiegler.
Presentación de Art Basel 'online' en 2020, en plena pandemia, con su director de entonces, Marc Spiegler.

Doctorado por historia del arte en el Instituto Courtauld, de Londres, Horowitz ha trabajado al frente de la feria Armory de Nueva York y de la primera cita online de la historia, VIP Art Fair (2010-11). Con un estilo ciertamente distinto del de su predecesor, respondió a las preguntas de EL PAÍS al final de la segunda jornada de la feria de Miami.

Pregunta. ¿Qué le hizo aceptar el puesto?

Respuesta. Una oportunidad así solo se presenta una vez en la vida. Es el mejor trabajo posible en un negocio que me encanta. Esta semana estamos comprobando cómo, tras la pandemia, hay una energía renovada y un repunte del entusiasmo por ver el arte en vivo. Veo muchas maneras diferentes en las que podemos crecer mientras nos mantenemos fieles a la misión que establecimos en 1970: servir a las galerías y a los artistas de nuestro tiempo.

P. En septiembre del año pasado dejó un puesto en la compañía que ahora describe con entusiasmo. ¿Estaba en desacuerdo con el rumbo que estaba tomado bajo la dirección de Marc Spiegler?

R. No, en absoluto. Marc es un gran amigo y un maravilloso compañero. Es solo que en mí habita el espíritu emprendedor…

P. No es ese un atributo común entre los historiadores del arte.

R. Lo sé, pero nunca fui un historiador del arte al uso: no quise ser profesor. Cuando hice mi doctorado, no sabía muy bien dónde me metía. Me interesaba estudiar la historia de la inversión en arte. Ese interés se desarrolló a medida que avanzaba mi tesis: qué arte coleccionamos, no solo pinturas y esculturas, sino también instalaciones conceptuales. Al término de ese viaje, supe que quería introducirme en el mercado sin saber cómo. [El comisario] Hans Ulrich Obrist me abrió las puertas. Empecé transcribiendo sus entrevistas.

P. Teniendo en cuenta su legendaria capacidad para hablar con artistas, suena a labor inagotable.

R. [Risas] Era divertido escuchar a todas esas personas increíbles y convertirlo en charlas articuladas. Después me mudé a Nueva York, vino la feria virtual, el Armory y Art Basel Miami Beach. En Sotheby’s solo estuve 14 meses, pero, insisto, no podía decir que no ahora a esta propuesta.

P. En la jornada inaugural afirmó que la pregunta del millón de dólares era saber de qué manera podría afectar al mercado del arte la situación económica global. Dos días después, ¿tiene una respuesta?

R. No, pero la feria ha mostrado su solidez. Las ventas han funcionado con precios de hasta uno y dos millones. A partir de ahí, con los grandes valores, no tanto. Los coleccionistas se están tomando su tiempo. Por supuesto, este negocio no es una isla. Si miras la relación histórica entre los mercados financieros y los de arte, siempre estuvieron interconectados. Operamos en un entorno macroeconómico muy complejo. La inflación es alta, pero al menos en Estados Unidos la tasa de desempleo es notablemente baja. Esta mañana hablé con expertos en el sector financiero y vaticinaban tal vez dos aumentos de tipos antes de que, durante el primer trimestre de 2023, las cosas vuelvan a su cauce. La incertidumbre geopolítica persiste por la guerra de Ucrania, y esto no ayuda, obviamente. Eso no lo podemos controlar, pero lo que sí sabemos es que los súper millonarios siguen comprando arte de manera muy activa y que no hace falta ser rico para coleccionar arte; cada vez hay más gente, que integra eso que se llama “la larga cola”, que se anima. Ese es el futuro. Están sedientos de cultura.

P. Como historiador del arte… ¿le preocupa que el arte está quedando en manos de unos cuantos ultramillonarios, lejos del alcance de los museos?.

R. No. Muchos compran esas piezas para donarlas a los museos. Hoy mismo he asistido a una conversación en la que el director de una importante institución estadounidense coordinó la compra de una obra de siete cifras que fue donada de inmediato a ese museo cuya cuenta él pagaba.

P. Sí, pero esa es una tradición netamente estadounidense...

R. Es cierto: esos mecanismos son aquí extremadamente fluidos.

P. Cuando lo nombraron, su jefe en MCH dijo que confiaba que llevaría Art Basel a otra fase. ¿Cómo será?

R. Es un poco pronto para responder. Solo llevo tres semanas. Lo primero es reforzar los cimientos del equipo.

P. Spiegler se queda como asesor. ¿Cuál es el mejor comsejo que ha recibido de él hasta ahora?

R. Que me mantuviera fiel a los principios de Art Basel: servir a los artistas y a las galerías antes de todo lo demás.

P. Como pionero del arte digital. ¿Cómo ve el futuro de los NFT ahora que grandes empresas de dinero virtual como FTX caen como fichas de dominó?

R. Me parece una puerta de entrada a artistas que son nativos digitales, a los que les cuesta más tener una relevancia en el mundo físico. Hay mucho potencial para que los creadores se expresen en este ámbito, pese a todas las turbulencias, interrupciones y ruidos. Espero que eso obligue a artistas que han trabajado en el ámbito tradicional a repensar su trabajo. De modo que, en general, soy optimista, pero no tanto por lo que puedan traer a un negocio como el nuestro, si no por lo que tienen de apertura de un futuro interesante.

P. En 2011, publicó un libro sobre el mercado del arte que tituló como la autobiografía de Donald Trump, The Art of the Deal. ¿Fue consciente?

R. En realidad, el mío no tenía el artículo “The”; se llama Art of the Deal. Cuando lo escribí, el libro de Trump era ese manual empresarial horrible, como ridículo. Definitivamente, me beneficié de las ventas adicionales de gente que pensaba que estaba comprando su libro y no el mío [Risas].

P. Si tuviera que escribir un epílogo con lo que ha pasado desde que publicó el libro, ¿qué contaría?

R. Hablaría de cuánto ha crecido el mercado de maneras inesperadas. Antes se organizaba de arriba abajo. Hoy tiene la forma de varios anillos interconectados de relevancia, ya sea por medios de expresión o por zonas geográficas. Lo escribí desde un prisma muy occidental en cuanto a galerías, casas de subastas y ferias. El mundo se ha vuelto un lugar mucho más interesante.

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Sobre la firma

Iker Seisdedos
Es corresponsal de EL PAÍS en Washington. Licenciado en Derecho Económico por la Universidad de Deusto y máster de Periodismo UAM / EL PAÍS, trabaja en el diario desde 2004, casi siempre vinculado al área cultural. Tras su paso por las secciones El Viajero, Tentaciones y El País Semanal, ha sido redactor jefe de Domingo, Ideas, Cultura y Babelia.

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