Las 10 películas imprescindibles de Alain Delon
De ‘A pleno sol’ a ‘El otro señor Klein’, pasando por ‘Rocco y sus hermanos’, ‘El gatopardo’, ‘El silencio de un hombre’ o ‘Borsalino’, un repaso a lo mejor de la filmografía del mítico actor, que ha muerto a los 88 años
Alain Delon fue el actor más guapo del cine europeo. Y, probablemente, uno de los más talentosos. Con su fallecimiento a los 88 años, tras pasar los últimos tiempos vicisitudes tempestuosas con sus hijos y marcado por sus comentarios misóginos y homófobos, que le convirtieron en una figura polémica, desaparece un icono del cine mundial, un actor que hizo estallar las pantallas en la década de los sesenta. Cuando recibió la Palma de Oro de Honor en el festival de Cannes de 2019, confesó: “Soy un actor de la raza de Lino Ventura, de gente que ante la cámara eran más que interpretamos. Yo nunca he actuado, solo he sido yo. Lo increíble fue lo rápido que me sentí en mi elemento. La cámara era una mujer que miraba y así la sentí. En 1957 nadie sabía quién era y en 1959 ya era una estrella”. Aquí va una decena de filmes espectaculares de un intérprete que tiene al menos otra decena de grandes títulos en una carrera de más de un centenar de largometrajes.
A pleno sol (1960). “Fui una noche a cenar a casa de René Clément, con él y los productores. Dudaban si contratarme, y al final de la cena, la esposa de Clement, desde la cocina y recogiendo los platos, gritó: ‘¡El chaval es perfecto!’. Y así me ficharon”. Delon bordó el mito literario Tom Ripley, creado por Patricia Highsmith, con la mezcla exacta de maldad, encanto, belleza, arribismo y picardía. El trepa más guapo del mundo.
Rocco y sus hermanos (1960). Luchino Visconti estaba en Londres, dirigiendo teatro, y allí asistió a un pase de A pleno sol. “Me fui a conocerle y me dijo que yo era Rocco y que no aceptaría un no”, recordaba el actor. Rocco es el hermano bueno, el pequeño de cinco, de una familia de inmigrantes del sur de Italia que intentan salir adelante en Milán. Pero la pasión por una mujer, la situación social, la maquinaria capitalista de las grandes urbes y las diferentes ambiciones de los hermanos reventarán su convivencia.
El eclipse (1962). Delon no fue apreciado por la nouvelle vague, aunque acabara trabajando con Godard, pero sí por otros auteurs reputados, como Michelangelo Antonioni. Una joven, Vittoria (Monica Vitti), rompe con su novio, Riccardo (Francisco Rabal) para marcharse con otro (Delon). ¿Va de eso El eclipse? No, al menos de fondo, Antonioni habla del materialismo exacerbado en la sociedad actual y de la incomunicación humana en las grandes urbes.
El gatopardo (1963). “Cuando me llamaron para la Palma de Honor, dije que sí, porque la acepto en nombre de todos los directores con los que trabajé y ya no están entre nosotros: Losey, Visconti, Clément, Melville... Todos están muertos y por eso he venido yo”, decía en Cannes en 2019 para subrayar todo lo que debía a los realizadores con los que trabajó. El gatopardo, más allá de la frase mítica de su escritor, Lampedusa, que palpita en el centro de la narración (“Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie”), es la descripción del final de una familia noble de la Sicilia de mediados del siglo XIX. El trío protagonista es inmejorable: Burt Lancaster, Delon y Claudia Cardinale. Un drama tan bello como desolador. Visconti fue un maestro en estos paisajes humanos.
El silencio de un hombre (1967). Delon trabajó con Jean-Pierre Melville en tres trabajos sobrenaturales. El primero, que originalmente se titula Le samouraï, es la clase magistral de un director que conoce a la perfección el rostro que tiene delante de la cámara. Miradas, silencios, movimientos felinos... Delon usa su físico para construir al asesino profesional Jef Costello.
La piscina (1969). Delon y Romy Schneider fueron pareja durante un lustro, y mantuvieron la amistad hasta la muerte de la actriz. Fruto de ese cariño, en pantalla había una química impresionante (Delon intentó reavivar el romance), como se puede ver en La piscina, en la que encarnan a una pareja de vacaciones en la Riviera francesa, cuya relación estalla cuando él intenta seducir a la hija adolescente (Jane Birkin) de un antiguo amante de ella. Su rodaje estuvo envuelto en una brutal polémica, al morir un guardaespaldas del actor en extrañas circunstancias: Stevan Marković había advertido a su hermano de que si fallecía, Delon sería uno de los culpables en una conspiración para esconder fiestas sexuales y fotos comprometedoras hasta de la esposa de Pompidou (con el tiempo, presidente de Francia).
El clan de los sicilianos (1969). Delon, Lino Ventura y Jean Gabin, tres duros entre los duros, un trío clásico del cine francés para liderar este filme sobre una familia de ladrones capaz de urdir robos por todo el mundo... si un comisario que les pisa los talones no acaba con ellos antes. Y entre medias, seducciones made in Delon. Entretenidísima.
Borsalino (1970). Tras La piscina, Delon repitió con el director Jacques Deray. Y en Borsalino (bautizada así por los sombreros) Delon actuó con su íntimo amigo Jean-Paul Belmondo (se conocieron en Una rubia peligrosa, en 1959, en la que fue la segunda película de Delon). Ambos interpretan a dos matones de los bajos fondos de la Marsella de los años treinta del pasado siglo, uña y carne del crimen hasta que una mujer se interpone en su camino.
Círculo rojo (1970). Melville construyó, para tener libertad creativa absoluta, el estudio Jenner en la calle parisiense homónima. El cineasta y el actor se hicieron muy amigos, hasta que Melville murió a los 55 años en mitad de una comida. Antes, ya había sufrido otro varapalo vital: “Una noche [de 1967] me telefonean y me dicen que está ardiendo el estudio Jenner. Me fui disparado en mi coche, y llegué y allí estaba el edificio completamente en llamas. Melville, con su eterno sombrero y de la mano de su mujer, veía desaparecer toda su vida, sus papeles, libros, recuerdos... Todo. Se dio la vuelta y me dijo ‘Coco’, porque me llamaba así, ‘mi vida se ha ido, nuestra cama ha ardido”. Aun así, siguió adelante, y en Círculo rojo, crónica de un robo de joyas espectacular, Melville contó con Delon, Yves Montand y Gian Maria Volontè para elaborar otro estupendo polar (los thrillers franceses).
El otro señor Klein (1976). “Era una historia que había que contar, muy arriesgada, sobre el colaboracionismo francés con los nazis en la Segunda Guerra Mundial, y por eso la produje entonces, cuando era un tema tabú”, contaba Delon, que produjo cerca de 25 películas. Joseph Losey, estadounidense exiliado en Reino Unido, estaba en las antípodas ideológicas del francés, pero en este trabajo encontraron una senda común, la historia del traficante de arte Robert Klein, que lleva una vida de lujo en el París ocupado por los nazis hasta que un periódico lo pone en el radar de la policía, al confundirlo con otro Robert Klein, líder de la resistencia. Por cierto, aquel año en Cannes ganó Taxi Driver, y Delon, que nunca fue un actor muy premiado, también se quedó sin galardón: lo obtuvo José Luis Gómez, con Pascual Duarte.
Babelia
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