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Patricia Guerrero revive a Mariana Pineda en Granada

La bailaora granadina se estrena como directora del Ballet Flamenco de Andalucía con una ambiciosa revisión del drama lorquiano que se representa hasta el 24 de agosto en los Jardines del Generalife en la Alhambra

Patricia Guerrero y Eduardo Leal, en un momento del espectáculo 'Pineda', en los Jardines del Generalife en la Alhambra.
Patricia Guerrero y Eduardo Leal, en un momento del espectáculo 'Pineda', en los Jardines del Generalife en la Alhambra.MARCOS MEDINA
Amalia Bulnes

Federico García Lorca escribió la obra teatral Mariana Pineda como un homenaje a su infancia. En sus viajes del pueblo a la ciudad, el niño Federico había establecido una singular relación con la estatua que representa a la heroína liberal en la plaza del mismo nombre, en el centro de Granada, que se levanta “altiva sobre la columna, sueltos los cabellos, en el cielo la mirada, apretando contra el cuerpo la bandera de la libertad”, como escribió el poeta. La mujer que murió en el garrote vil por defender la causa liberal ante el absolutismo de Fernando VII, Marianita Pineda como la llaman en Granada, es un símbolo de la ciudad de la Alhambra como más tarde lo sería, también asesinado de manera ignominiosa, Federico García Lorca.

Descendiente de estas dos sensibilidades, la de la heroína y la del poeta español más universal, la bailaora granadina Patricia Guerrero se ha topado este verano con otro —inmenso, soñado— regreso a su infancia. Nacida hace 34 años en el barrio nazarí del Albaicín, un dédalo de calles a los pies de la Alhambra donde el tiempo permanece detenido, Guerrero fue la niña que aprendió a bailar en la academia de su madre, que se formó más tarde con el maestro Mario Maya y que, antes de la fundación de su propia compañía, pasó varios años como primera bailarina del Ballet Flamenco de Andalucía bajo la dirección del sevillano Rubén Olmo. Subiendo peldaños sin olvidarse de mirar atrás —recibió en 2021 el Premio Nacional de Danza—, Guerrero es hoy la nueva directora de la compañía pública de la Junta de Andalucía, y en esas carambolas con las que el destino a veces te coloca en el lugar del que nunca se puede salir, se ha estrenado en el cargo en su ciudad natal con Pineda. Romance popular en tres estampas, su particular versión del drama lorquiano, que ha inaugurado este verano el ciclo Lorca y Granada en los Jardines del Generalife.

El cuerpo de baile de 'Pineda', en un momento del espectáculo.
El cuerpo de baile de 'Pineda', en un momento del espectáculo.MARCOS MEDINA

“Sabía que en algún momento de mi carrera iba a crear un espectáculo inspirado en la obra de Federico. Primero, porque soy de Granada, y después porque he crecido todos los veranos con los espectáculos que se han representado en el Generalife. Me siento feliz por que este momento haya llegado ahora, con el Ballet Flamenco de Andalucía”, asegura a EL PAÍS su directora. Guerrero ha echado el resto para hacer realidad este desafío que suponen en su carrera las coordenadas Granada-Lorca: Pineda es un espectáculo de gran formato, una gran producción de repertorio donde brilla lo grande y lo pequeño y en la que Patricia Guerrero conjura desde su concepto actual de la danza flamenca a la niña que aprendió a bailar en el barrio donde Mariana Pineda cosió la bandera que la llevaría a la muerte, con las palabras libertad, igualdad y ley.

En una adaptación bastante fiel a la estructura del drama de Lorca, el espectáculo comienza con un grupo de mujeres de la asociación cultural Cruz de Mayo del Albaicín –”las últimas mujeres del barrio”, matiza la bailaora– que, sobre el escenario, interpretan el romance popular sobre el que el poeta de Fuentevaqueros basó su pieza teatral (”Oh, qué día tan triste en Granada / que a las piedras hacía llorar / al ver que Marianita se muere / en cadalso por no declarar”). En el grupo se encuentran la madre y la abuela de Patricia Guerrero, “aquellas niñas que cantaron en la obra de Lorca se han hecho ya mayores”, reflexiona la directora del Ballet Flamenco de Andalucía en una mañana luminosa del verano granadino, cuando los turistas aún comienzan a llegar tímidamente a la Alhambra.

“He intentado presentar a una Mariana Pineda abierta a la ciudad de Granada. Sobre la escena hay una Pineda muy granadina, muy del Albaicín, que representa a hombres y mujeres y su lucha por la libertad. Este montaje confía plenamente en la danza como un absoluto, en la potencia de nuestro flamenco”, por lo que el trabajo se ha centrado en “resumir la trama con la dramaturgia del cuerpo, la música y el movimiento”, continúa la bailaora.

Un momento de la representación de 'Pineda'.
Un momento de la representación de 'Pineda'.MARCOS MEDINA

A pesar del peso que soporta Guerrero en el papel de la heroína granadina, la bailaora ha querido hacer “una Mariana Pineda para la compañía”, donde destaca un sorprendente cuerpo de baile que, al igual que su directora, se estrena en el Ballet Flamenco de Andalucía con este espectáculo. Son 16 bailarines de entre 18 y 25 años elegidos por audición que ganan madurez en cada función. “Los bailaores son muy viscerales para ser tan jóvenes, es impresionante cómo van creciendo junto con el espectáculo, que es diferente cada día”, asegura la directora y coreógrafa, que ha creado un sólido espectáculo coral, apoyado inicialmente en algunos elementos escénicos que van desapareciendo para dejar que el cuerpo de baile se vaya apoderando del escenario en coreografías de enorme potencia visual, como la recreación de la batalla del Albaicín —donde ha contado con la colaboración del colectivo La Venidera— o el trágico, bello y triste final.

Pero de entre el cuerpo de baile, surge Patricia Guerrero como la nueva heroína del Albaicín, ese barrio en el que aún se respira un aire antiguo y donde ha encontrado la inspiración para convertirse en una Mariana Pineda “luchadora, que es madre, que se sacrifica por sus ideales, pero que también es amante”. Y es precisamente aquí, en el amor de Mariana por el rebelde Pedro Sotomayor —bailado por Eduardo Leal—, donde el espectáculo frena en seco su ritmo trepidante para deleitarse en un paso a dos “que da sentido a toda la obra”, confiesa la granadina.

El cuerpo de baile, en otra escena.
El cuerpo de baile, en otra escena.MARCOS MEDINA

Patricia Guerrero se ha rodeado para su estreno de un equipo compacto de colaboradores habituales: Eduardo Leal —”con el que llevo encima ya muchos pasos a dos”, bromea—; el bailaor Alfonso Losa, rotundo en el rol del perverso Pedrosa, que levanta al público de sus localidades en la interpretación de una soberbia soleá; la dramaturgia de Alberto Conejero y, sobre todo, la creación musical (un complejo y delicioso espacio sonoro) de Dani de Morón y Agustín Diassera. De Morón (Sevilla, 42 años), uno de los guitarristas flamencos más brillantes de su generación, acompaña a Patricia Guerrero en esta luminosa mañana en las colinas de la Alhambra. Especialmente satisfecho por el resultado de este trabajo —”ha superado todas nuestras expectativas”, reconoce—, ha conseguido que esta Mariana Pineda suene inconfundiblemente flamenca sin recurrir, salvo algunas excepciones, a una sucesión de palos flamencos. “El palo encubierto dentro de la melodía es la mariana, pero no por la evidencia del nombre —explica—, sino porque lo pedía la historia”, asegura.

Cuando acabe la temporada estival en los jardines del Generalife, donde puede verse hasta el próximo 24 de agosto, Pineda. Romance popular en tres estampas viajará al Festival Flamenco On Fire de Pamplona (29 de agosto) y a la Bienal de Flamenco de Sevilla (23 de septiembre), para iniciar después gira en la próxima temporada de los teatros españoles. Patricia Guerrero sacará de Granada a su Mariana Pineda, pero ella ya quedará como la nueva heroína del Albaicín.

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