Muere a los 93 años Tonke Dragt, la escritora que reinó en el mundo de la fantasía
La autora neerlandesa de literatura infantil y juvenil levantó una obra arrebatadora y ajena a las modas. Su libro ‘La carta al rey’ ha sido traducido a una treintena de lenguas
Tonke Dragt, una de las autoras neerlandesas de libros infantiles y juveniles más reconocidas y premiadas, fue también profesora de dibujo y conseguía que sus alumnos trabajaran callados contándoles historias que inventaba sobre la marcha. Fallecida a los 93 años, anunció ayer, sábado, Leopold, su editorial, sus relatos se sucedían en el aula en la mejor tradición de la transmisión oral de los cuentos. Hasta que un día, en los años cincuenta, la suerte de uno de sus protagonistas, Tiuri, un escudero que quería ser caballero, dejó a la clase en vilo. Los alumnos querían saber si podría cumplir una misión en apariencia imposible para un chico de 16 años, inmerso en un entorno de intrigas medievales. Durante las vacaciones, Dragt se puso a escribir esa historia, publicada en 1962 bajo el título de La carta al rey. Traducido a una treintena de lenguas —entre ellas el español, por Siruela, en 2005—, el libro ha vendido desde entonces más de tres millones de ejemplares y ha pasado de padres a hijos en los Países Bajos.
Inspirado en la tradición artúrica, Tiuri personifica el heroísmo, también un canto a la lealtad y la amistad, que no transforma al adolescente en un personaje con poderes inalcanzables. Es un chico inmerso en una hazaña porque de su misión secreta —reflejada en el título— depende el futuro del reino. En 1963, La carta al rey fue elegido Libro infantil del año en lengua neerlandesa. En 1976, la escritora recibió el Premio Estatal de Literatura Infantil y Juvenil y en 2004, l Griffel der Griffels (el premio de los premios) a la mejor obra de su clase de los últimos cincuenta años. En neerlandés, un griffel es un pizarrín, la barrita o estilete usado para escribir sobre una pizarra de piedra. En 2008 se estrenó en Países Bajos una película basada en el relato y en 2020 inspiró una serie de seis episodios de la plataforma Netflix.
Dragt ya había publicado antes en una revista algunas de las historias que inventaba en clase. En 1961 apareció su libro Aventuras de dos gemelos diferentes, pero su carrera despegó con el valiente Tiuri. Cuando se publicó La carta al rey, las críticas fueron favorables y lo compararon con los mundos descritos por autores ya famosos, como J. R. R. Tolkien en El señor de los anillos. Dragt presentó en 1965 la continuación de las andanzas de Tiuri en Los secretos del bosque salvaje. Esta vez, y ya nombrado caballero, el protagonista debía encontrar al mejor aliado del rey, que había desaparecido. Tenía que elegir entre el bien y el mal, con el fondo de un bosque donde nada es lo que parece.
A La carta al rey siguieron otros títulos, como El enigma de séptimo paso, Piedra de luna azul, Las torres de febrero, La ventana maldita o El secreto del relojero. En todos ellos late un impulso creativo llevado hasta universos paralelos que surgió muy temprano y en circunstancias muy difíciles. Antonia Johanna (Tonke) Dragt nació en 1930 en Batavia —actual Yakarta, en Indonesia— en lo que entonces eran las Indias Orientales Neerlandesas. Su padre era funcionario y tenía dos hermanas. En 1942, durante la II Guerra Mundial, Batavia quedó bajo dominio japonés y toda la familia acabó separada, en campos de internamiento para prisioneros de guerra. En ese entorno, el único resquicio de libertad era su imaginación, así que se lanzó a escribir su primera obra junto con una amiga. Llegaron a usar papel higiénico cuando ya no había de otra clase. Después de la guerra, los Dragt regresaron a Países Bajos, pero no se adaptaron y volvieron a Indonesia. La segunda estancia fue en un periodo político y socialmente convulso porque el Gobierno neerlandés solo reconoció la independencia de la antigua colonia en 1949. Después se trasladaron definitivamente a Europa.
Como profesora de dibujo, las historias de Tonke Dragt se llenaron de la naturaleza exuberante que recordaba, y de misterios y acertijos a veces sin solución. También le gustaban las ciencias naturales, la robótica, la telepatía y la ciencia ficción. Cuando le fue fallando la vista, pasó de ilustrar ella misma sus libros a montar collages para acompañarlos. Gran coleccionista, en ambos estilos incluía sus motivos favoritos: relojes, gatos, espejos, escaleras, tigres o robots. Sus argumentos eran sólidos, arrebatadores y ajenos a las modas, y acabó haciéndose famosa a pesar de que le pedían temas realistas y con sentido social, según los baremos de los educadores.
En una entrevista con este periódico, publicada en 2007, decía que gustaba describir mundos fantásticos con realismo y sin tópicos. En 2013 llegó una de sus mayores alegrías: la traducción al inglés de La carta al rey. El editor británico de la casa Pushkin supo que la obra tendría éxito porque se la leyó antes a sus hijos y le pedían que no parase.
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