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El triunfo del amor en la nueva literatura juvenil: entre el respeto y la toxicidad

Autores, editores y expertos celebran grandes avances de los romances para adolescentes en igualdad e inclusividad, pero alertan sobre la resistencia de ciertos enfoques abusivos, en un debate en la feria de Bolonia

Tommaso Koch
Ambiente en la feria del libro infantil y juvenil de Bolonia, el miércoles.
Ambiente en la feria del libro infantil y juvenil de Bolonia, el miércoles.FOTOMINOPOLI

A unas las arrastró por el pelo algún cavernícola o vaquero. Otras fueron encerradas en una torre, hasta la llegada del salvador. Las besaron cuando estaban dormidas, las prometieron al luchador más hábil o las amenazaron por una minifalda o una sonrisa. Una y otra vez, a lo largo de los siglos, les repitieron la misma explicación: “Es por amor”. Él lo juraba. Libros y películas lo idealizaban. Debía de ser normal. Bonito, incluso.

¿Todavía? Hace unos días, a Silvia Martelli le invadió la sorpresa. “Mis alumnas me desvelaron que existe una literatura que arrasa entre adolescentes, con elementos modernos, pero con los ingredientes románticos tradicionales: el amor como objetivo de la vida y el hombre como caballero valiente que salva a la chica, la protege y le da un futuro”, relata esta profesora italiana de Secundaria. Justo lo contrario a lo que ella reivindica con proyectos volcados en inclusión y respeto. El choque de ideas daría para un buen debate en el aula. Martelli lo renovó este martes en la Feria del Libro Infantil y Juvenil de Bolonia, la mayor del sector, como invitada a la conferencia Contar el amor. Pero, en realidad, el asunto va más allá: afecta a toda la literatura para jóvenes. Y se diría que a cualquiera. Porque en juego están sentimientos, identidad, feminismo, cultura, millones de euros. En resumen: cómo nos queremos.

“Se ha ampliado el abanico de formas de amar representadas en la ficción. Se ha dado voz a historias que no tenían espacio y eso tiene implicaciones a muchos niveles. Por otro lado, encontramos relaciones muy disfuncionales en algunos de los libros más vendidos, donde se normaliza el abuso de poder, la cosificación de la mujer o la idea de que ‘el amor lo puede todo’, incluso cuando daña”, argumenta Beatriz Esteban, psicóloga y autora de novelas para jóvenes como Si vuelve el invierno o Donde no haya niebla. Todos los entrevistados coinciden en los pasos adelante: el chico hetero ya no es la estrella polar de los romances literarios adolescentes. Ni del mundo. Los libros parecen avanzar junto con la realidad: se multiplican las tramas LGTBIQ+ y las protagonistas independientes, se incluyen relaciones y géneros más fluidos, se afrontan abiertamente acoso, abusos y violencia. El enorme mostrador dedicado a la saga Heartstopper, de Alice Oseman, en Bolonia sirve como indicio para desmontar el viejo teorema de que “lo diverso no vende”. Al revés.

“La literatura juvenil está profundamente conectada con su tiempo. Puede ser una radiografía poderosa de lo que vivimos”, destaca Nando López, celebrado autor español de novelas como La versión de Éric o la reciente Algo más que sexo, cuyo arranque está narrado como si fuera un podcast. “Hablo mucho de salud mental en mis obras, pero es también lo que comento con mis amigas. Son temas que están tan presentes en nuestro día a día, no tratarlos en las novelas sería fallarle a la realidad. Al contrario de lo que la gente piensa, a los jóvenes nos interesan las cosas importantes”, agrega Inma Rubiales, exitosa creadora de Hasta que nos quedemos sin estrellas o Todos los lugares que mantuvimos en secreto, publicada este mismo año.

Un cartel promocional de 'Heartstopper', de Alice Oseman, en la feria del libro infantil y juvenil de Bolonia.
Un cartel promocional de 'Heartstopper', de Alice Oseman, en la feria del libro infantil y juvenil de Bolonia.T. K.

Otro prejuicio asentado sostiene que los adolescentes apenas abren libros: sin embargo, los números los colocan como el colectivo más lector de España. La propia existencia de conceptos como BookTok, Bookstagram o Booktubers demuestra el tirón de la literatura entre los más jóvenes. “De golpe, una novela mía se colocó como la más vendida en Amazon ocho meses después de la publicación. Descubrimos que se debía a un vídeo de una chica que decía llorando que era lo mejor que había leído en su vida y recibió cuatro millones de visualizaciones”, recuerda Rubiales. Puede que parte del problema venga de la fuente: muchas veces opinan, novelan o construyen teorías sobre los jóvenes quienes dejaron de serlo hace mucho tiempo. Imposible, eso sí, preguntarles en la cita boloñesa: la entrada a menores de 18 años está prohibida. La feria del libro “per ragazzi” no los deja entrar.

En todo caso, hasta Colleen Hoover, tal vez el mayor fenómeno de venta de romances literarios juveniles con Romper el círculo o Volver a empezar, agradeció su despegue a TikTok. Y la plataforma Wattpad, donde cada cual puede compartir sus escritos, no para de cocinar fenómenos literarios. Aunque, a la vez, el 75% de los alumnos de 13 años tan solo tiene capacidad lectora “básica”, que apenas permite comprender frases sencillas y explícitas, según las últimas evaluaciones internacionales del informe Pisa. Y una reciente encuesta mostraba que la generación Z (entre 12 y 26 años) está partida en dos: ellas son las más feministas de España; ellos, los que menos. Lo que dispara más aún, si cabe, la importancia de las novelas que eligen. O que el mercado les ofrece.

“La literatura romántica está en pleno auge. Y hay muchas tramas de toda la vida, que chocan con el Me Too o el empoderamiento. Ayer mismo una editora me contó que había rechazado un libro por tóxico, pero sí había comprado otro, aun siéndolo”, confiesa en Bolonia Pilar Lafuente, responsable de derechos internacionales y audiovisuales de Planeta. Se enfrentan dinero y valores. Y el olor del primero pone a dura prueba la fidelidad a los segundos. “Sigue habiendo libros que presentan relaciones dañinas que se romantizan, pero cada vez hay más críticas por parte de los lectores”, asegura López. Triunfos editoriales como After, de Anna Todd, o Maravilloso desastre, de Travis Maddox, han sido atacados por perpetuar presuntamente modelos malsanos. Lo cual, por otro lado, no parece haber afectado a sus ventas. Ni mucho menos a Fabricante de lágrimas, superventas de la italiana Erin Doom que ahora arrasa en Netflix, pese a las voces que la acusan de normalizar abusos y reiterar estereotipos.

Imagen de la adaptación cinematográfica de 'Fabricante de lágrimas', la novela juvenil de Erin Doom.
Imagen de la adaptación cinematográfica de 'Fabricante de lágrimas', la novela juvenil de Erin Doom.

Aquí se halla, para muchos, el matiz clave. “Mi personaje puede ser insegura, sentir celos, o que alguien intente controlarla y aislarla. Lo importante es que no se romantice. Y no centrar la novela solo en eso: mis protagonistas son dos personas, aparte de estar enamorados”, sostiene Rubiales. Nadie pide cambiar la intensidad del sentimiento, que arde desde la prehistoria, sino abordarlo de manera sana. Y crítica. “Ahora los personajes siguen persiguiendo sus deseos, incluso si les va mal en el amor. Y eso es una novedad. Todavía se llora mucho por amor, y perderlo parece perder el mundo. Pero, a la vez, muchos jóvenes no renuncian a su vida”, tercia Martelli.

Todos se muestran de acuerdo también en un enfoque menos edulcorado de la literatura romántica juvenil. Ansiedad, acoso, depresión y los demás problemas que se disparan en los colegios se reflejan con dureza en los libros. Las durmientes, de López, gira en torno al vídeo no consentido de una niña desnuda. Se trata, según los entrevistados, de ser honestos y nada condescendientes. Sin excederse, tampoco. “Los jóvenes saben perfectamente que no es una exclusiva suya, que los adultos también viven relaciones violentas y prepotentes. Hablar de estos temas en las novelas es justo, pero no deben convertirse en el elemento central solo para atraer morbosamente la curiosidad”, cree Martelli. Esteban subraya que las novelas solo pueden ofrecer un “trocito” de la realidad e invita a reforzar el otro foco: la autoestima, el cuidado de uno mismo y la “detección temprana de comportamientos preocupantes”.

A López, en algunas ocasiones, los propios lectores le pidieron escribir sobre esos temas. Tanto él como Rubiales y muchos autores juveniles se relacionan constantemente con sus seguidores, en internet y en encuentros y charlas. Cierta presencia digital y cuidar mucho a los fans parecen elementos imprescindibles, casi tanto como el talento literario. Al fin y al cabo, es otra forma de amor. A Rubiales alguna seguidora le ha llegado a decir que se sentía “orgullosa de ella”, como si fueran hermanas. A López, de 46 años, el contacto directo le sirve además para mantener actualizada su mirada. Y para evitar visiones sesgadas. En algún caso ha recurrido a lectores de sensibilidad, figuras de reciente creación en el mundo editorial que ofrecen sugerencias para no herir o representar de forma superficial a un determinado colectivo.

Para los críticos, básicamente, se trata de censura. Y confirmaría la escasa calidad literaria juvenil: ventas a cualquier precio, incluso renunciar a la libre creatividad. También se dice que los libros para adolescentes siguen demasiado las modas, multiplican sus sagas, resultan obvios o facilones. Pero los propios jóvenes, por lo visto, ya lo detectan en ciertas obras. “Mis alumnos lamentan a menudo una representación estudiada, aunque no vivida ni auténtica”, dice Martelli. Aunque, a la vez, nadie mejor que un adolescente para rebelarse y taparse los oídos ante el sermón ejemplarizante de los mayores. “Me parece curioso cómo dentro de la literatura adulta también se siguen modas, pero ahí no son criticadas tan duramente. Muchos superventas fueron concebidos con el objetivo de serlo. Hay una doble vara de medir. Todo lo que se asocia con la juventud (o con las mujeres, y también se ha asociado mucho la literatura juvenil con el género femenino) tiende a ser infantilizado, descalificado o subestimado”, denuncia Esteban. La historia del mundo se repite. Por lo menos, ya nadie cree que es por amor.

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Tommaso Koch
Redactor de Cultura. Se dedica a temas de cine, cómics, derechos de autor, política cultural, literatura y videojuegos, además de casos judiciales que tengan que ver con el sector artístico. Es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Roma Tre y Máster de periodismo de El País. Nació en Roma, pero hace tiempo que se considera itañol.
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