El misterio de la “Elena Ferrante juvenil”, la autora más exitosa del año pasado en Italia
La llegada a España de ‘Fabricante de lágrimas’, que sedujo a millones de lectores en internet y luego vendió 450.000 ejemplares, alimenta el fenómeno de Erin Doom, el pseudónimo de una joven autora que despierta entusiasmo, pero también alguna acusación muy dura
Millones de lectores conocen sus novelas. Las han disfrutado, compartido y empujado hasta la cima de los libros más vendidos del año pasado. Solo un puñado de personas, sin embargo, sabe quién es de verdad el nuevo caso de la literatura italiana. La familia, el editor y poco más. El misterio alrededor de la “Elena Ferrante juvenil” —como la bautiza la sello Montena, que ahora trae a España su obra más famosa, Fabricante de lágrimas— crece igual que su triunfo. Aunque, bajo un coro de entusiasmo masivo, en internet también resuenan acusaciones muy ruidosas: normalizar los abusos o la violencia en el amor, reiterar estereotipos o, incluso, contribuir a un retroceso del feminismo. Libros, adolescentes, éxito, dinero, redes sociales, identidad oculta, polémicas: el fenómeno Erin Doom está servido.
Respecto a la escritora anónima por excelencia, eso sí, la más reciente ha dejado filtrar algún dato: se llama Matilde, es de la Emilia Romaña, tiene menos de 30 años y está diplomada en Derecho. Lo demás queda para la imaginación de cada cual. Aunque tal vez su seudónimo ofrezca alguna pista. Es decir, como explica ella misma por correo electrónico, “un término irlandés asociado a la naturaleza y la libertad” y la palabra ‘destino’ en inglés, “esa fuerza arcana e inexplicable que conecta a mis personajes y sus historias”.
La de Fabricante de lágrimas empezó en Wattpad, una colosal comunidad digital donde cualquier escritor puede enseñar sus obras ante millones de usuarios. Ahí, Doom utilizaba otro alias: Dreamseater (comedora de sueños, en inglés). E iba publicando por entregas el relato de Nica y Rigel, dos huérfanos unidos por una adopción, un pasado en común, una sombría atracción y una inquietante leyenda. Capítulo tras capítulo, cada vez más internautas fueron acompañando el avance de la trama. Hasta que se contaban en cientos de miles.
“Wattpad fue realmente lo que lanzó mi carrera”, resume la escritora estadounidense Jo Watson, que ahí logró hasta seis millones de lectores para Un beso en la oscuridad, antes de trasladarlo al formato físico (Planeta). Ambas autoras comparten un origen que hoy une a varios creadores, sobre todo de novelas para jóvenes. Destacan que la plataforma les permitió cultivar la afición de narrar historias, mientras se dedicaban a otras profesiones; que, de golpe, vieron como las cifras de visualizaciones empezaban a multiplicarse, una bendición que también puede llegar a suponer un peso y una responsabilidad; y subrayan que la relación tan directa con los lectores es un “gimnasio óptimo para conocer tus fortalezas y limitaciones”, en palabras de Doom. Aunque la italiana señala también uno de los peligros implícitos en Wattpad: “El riesgo de plagio es muy difundido”.
“Ciertos comentarios de los lectores me resultaron de gran ayuda, y en algunas ocasiones he modificado mi historia si percibían que algo no funcionaba o no les gustaba un particular elemento”, aporta Watson. He aquí un aspecto controvertido: ¿un filtro tan útil como el que siempre existió en el proceso de edición tradicional o una limitación de la libertad creativa en busca de complacer más al público? La escritora aporta el ejemplo personal de Un beso en la oscuridad: cree que la novela, sobre adolescentes pero escrita por alguien que ya no lo era, se hizo “más fuerte” sobre todo gracias a la opinión de los más jóvenes.
Lo cierto, además, es que Wattpad permite generar a un grupo de lectores potencialmente interesados en comprar la obra. Tanto que, el 20 de diciembre de 2020, Doom se lanzó a autopublicarse en Amazon. “Empecé a entender que las cosas estaban cambiando cuando el libro comenzó a subir ahí. Y en las listas nacionales”, relata. Porque, al día siguiente, la editorial Magazzini Salani la contactó para culminar el periplo al revés de su obra: de la red y el impacto directo hasta el canal tradicional, hecho de papel e intermediarios. Justo, por otro lado, el sello que publica en Italia a J. K. Rowling, la madre de Harry Potter, que Doom ha identificado varias veces como responsable de su hechizo con la literatura. Siguieron una charla por videoconferencia, un acuerdo, el título de libro más vendido de 2022 en Italia —450.000 copias— y una adaptación cinematográfica ya en marcha. El boca oreja en la red social Tik Tok también disparó el fenómeno.
El despegue de Fabricante de lágrimas ha arrastrado consigo incluso a Nel modo in cui cade la neve, la primera novela de Doom, escrita al terminar el bachillerato científico, que también ha aterrizado ahora en las librerías, y en las clasificaciones de los mayores éxitos. Ambos libros, además, están unidos por temáticas y protagonistas: una joven sin padres, un chico tan tenebroso como atractivo y un idilio problemático. “Creo que el amor puede tener muchas facetas, no siempre delicadas. A menudo, un sentimiento puede nacer incluso entre personas que, a pesar de sus dificultades, sus defectos y sus historias, logren encontrar en la imposibilidad una manera de entenderse”, reflexiona la italiana.
Tal vez sea justo la receta que ha enganchado a miles de seguidoras —su público es mayoritariamente femenino—. La novela también toca temas como los abusos o el consumo de drogas, tanto que una nota al principio del tomo avisa del “contenido sensible”. “A menudo los niños son víctimas silenciosas. Quería llevar una mayor atención hacia situaciones de las que no se habla lo suficiente, como la tutela de menores o las manipulaciones y abusos de los que habría que salvaguardarles”, argumenta Doom, cuya carrera jurídica, al parecer, también se centra en ese ámbito.
Hay, sin embargo, quien cree que su libro fomenta justo lo contrario. Porque, además de besarse, Nica y Rigel se agarran, se empujan o se gritan. Habrá quien lo considere pasión; pero en plataformas como Goodreads se pueden leer reseñas enfurecidas que acusan a Doom de llamar amor al maltrato. Y, además, de tratar con superficialidad el abuso infantil. “Creo que un libro, o cualquier otra obra, se percibe desde la subjetividad de cada uno. Respeto todas las opiniones, porque forma parte del trabajo. Si bien Rigel busca mantener a Nica lejos con un carácter retorcido y coherente con el personaje, en realidad tiene miedo de tocarla: se menciona muchas veces en su relato. Aunque entiendo que es un personaje muy controvertido, es la demostración de que no aceptarnos, con nuestras inclinaciones y sentimientos, por miedo a ser juzgados o rechazados, nos hace daño a nosotros y a los que amamos. Al final, somos lo que elegimos ser, también más allá de nuestros traumas, dolores e incontables limitaciones”, responde ella.
La escritora, en cambio, prefiere ignorar la pregunta sobre posibles influencias al margen de Rowling, aunque en otros casos ha citado a 1984 de George Orwell o Farenheit 451 de Ray Bradbury como dos de sus novelas favoritas. También evita aclarar si piensa dejar la actividad jurídica y dedicarse a tiempo completo a la literatura, un paso que ya dio Jo Watson, por ejemplo. No hay, sin embargo, más elusiones en sus respuestas: Doom cuenta que su vida no ha cambiado de forma “drástica” y procura no olvidar “nunca” de dónde viene; que el anonimato se debe a un “índole muy reservada” y al deseo de privacidad, por lo que teme un poco lo sucedido con Ferrante: el secreto alimentó curiosidad, pero también investigaciones para intentar desvelarlo.
La joven autora no descarta contar algún día quién es. Pero quiere que suceda a su ritmo, pese a que sus padres se mueren de ganas y orgullo de contárselo “a todo el mundo”. Por lo pronto, ha dado otro paso: se dejó fotografiar por la revista Vanity Fair, aunque con la cara tapada. Mientras, prepara su tercera novela. Asegura que se alejará algo de las otras dos. Amor, familia y dificultades, eso sí, volverán a ser los pilares centrales. Sus lectores, al fin y al cabo, ya la conocen muy bien. O no.
Babelia
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