‘Pájaros’: digna tragicomedia sobre la crisis de la masculinidad
Pau Durà ha compuesto una película sobre las secuelas de la mediana edad y el desafío de la redención con dos actores imponentes, Javier Gutiérrez y Luis Zahera
Menudo par de pájaros. Y, pese a que en la película se hable de grullas y de flamencos, de patos y de ocas, no nos referimos a estos, sino a los dos tipos que han pergeñado y descrito Pau Durà y la coguionista Ana M. Peiró: dos hombres alrededor de la cincuentena, reconocibles en su patetismo, muertos de miedo y de fracaso, de mediocridad y de pena, pero al mismo tiempo fieles a la ardua tarea de esconder su encogimiento por medio de una hombría ya clásica, la de meter la cabeza en el caparazón de la dureza.
Pájaros, tercera película como director de Durà, habitual actor hasta su debut tras la cámara con el drama generacional Formentera Lady (2018), a la que siguió la comedia de enredo Toscana (2022), es una tragicomedia sobre el crudo oficio de vivir a la intemperie sin mostrar debilidades y vacilaciones. Un oficio, fundamentalmente, de hombre. Más aún, de hombre alrededor de la cincuentena. Una película que nace en el barrio del Cabanyal, en Valencia, y que muere en el sur de Rumania a orillas del Danubio, tras pasar por Cataluña, Turín, los Alpes eslovenos, Hungría y Bucarest. Una digna historia de amistad entre iguales, nacida por casualidad y convertida en férrea previo paso por la contraprestación económica, que pretende sacar el lado más patético y, a la vez, el más tierno y humano de dos cafres importantes.
Al frente, dos actores imponentes, dueños de una enorme variedad de recursos entre la comedia negra y el drama. Javier Gutiérrez y Luis Zahera, de 53 y 57 años, respectivamente, se lucen con unos hermosos trajes de sufridores del montón. Gutiérrez, con esa facilidad tan suya de soltar barbaridades sociales, familiares y humanas con la gracia de la tragedia y de la melancolía, y con ese recurso tan de Katharine Hepburn de mantener los ojos vidriosos durante infinitos segundos sin que caiga la lágrima. Y Zahera, al que en principio le vienen mejor los papeles expansivos que los metidos hacia dentro, como este de Pájaros, “tartamudo desde pequeñito” y herido por una tragedia automovilística que desembocó en sentimental, que, sin embargo, construye su debilidad a partir del armazón de la técnica, y ese rotundo uso de las manos, tan particular del actor gallego, en los momentos climáticos.
Guiado por la elegante fotografía de David Omedes, luminosa cuando debe serlo, más tenue en los pasajes y lugares más fríos, Durà ha compuesto una película sobre las secuelas de la mediana edad y el desafío de la redención. Con momentos trágicos y divertidos, aunque también con algún tiempo muerto que poco aporta a su buen estudio de personajes, y con ciertas redundancias por la fácil comedia de enredo, de trazo más grueso, Pájaros progresa gracias a sus intérpretes y a la reflexión de su autor sobre lo que nos acaba uniendo a europeos tan distintos como los españoles y los rumanos: la fiesta, la música, la corrupción, la amistad, la solidaridad y, cómo no, el fútbol.
El vuelo de los pájaros de Durà será más corto o más largo dependiendo de lo que esperemos de una película como esta, pero su negra simpatía y su retrato de lo maldita que es a veces la vida y lo penosas que pueden ser las personas están cerca de entroncar con el mejor cine mediterráneo, con aquellas películas italianas de los cincuenta y sesenta de personajes abiertos en canal mostrando su demolición interior en medio de la risa. De hecho, Gutiérrez y Zahera podrían ser perfectamente Vittorio Gassman y Alberto Sordi en busca de sí mismos.
Pájaros
Dirección: Pau Durà.
Intérpretes: Javier Gutiérrez, Luis Zahera, Teresa Saponangelo, Edgar Moreno.
Género: tragicomedia. España, 2024.
Duración: 100 minutos.
Estreno: 5 de abril.
Babelia
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