Los entresijos del accidente que acabó con Supersubmarina: “Todavía escucho el pitido del claxon”
El grupo se reúne en Madrid para presentar un libro que cuenta su historia después de sufrir un accidente de tráfico hace ocho años del que todavía no se han recuperado
La banda Supersubmarina ha vuelto a subirse a un escenario después de ocho años. Pero no vienen cargados de instrumentos ni a ofrecer un concierto, sino a hablar de sus recuerdos y dar testimonio del accidente de tráfico del 2016 que dejó graves secuelas físicas y psicológicas a sus cuatro integrantes. “No quiero lágrimas, vamos a pasar un buen rato”, dijo Juan Carlos Gómez, baterista del grupo, nada más comenzar la rueda de prensa. Trataba de calmar los ánimos de casi un centenar de personas que los recibieron aplaudiendo durante cinco minutos en el teatro Pavón (Madrid), donde se presentó este jueves el libro Algo que sirva como luz (Aguilar), de Fernando Navarro, donde el grupo narra su historia.
“Sigo escuchando el pitido justo antes del impacto. Es un sonido que se te queda y sigue saliendo”, contó el bajista, Antonio Cabrera. Él iba conduciendo el monovolumen en el que regresaba el grupo a su natal Baeza después de dar un concierto ― uno de la veintena que ofrecía por año la exitosa agrupación de pop rock ― en el Medusa Festival de Valencia. La banda vio de cerca a la muerte cuando impactaron a noventa kilómetros por hora contra una furgoneta. “Fernando Navarro nos hizo reconciliarnos entre nosotros mismos y como banda”, apunta Cabrera sobre el libro, que es el resultado de dos años de entrevistas con los involucrados y personas allegadas.
El trágico suceso dejó en coma al baterista, Juan Carlos Gómez, y al vocalista, José Marín, mientras que al guitarrista Jaime Gandía tuvieron que intervenirle en más de 30 ocasiones la pierna para no amputársela. A pesar de que Cabrera solo terminó con varias costillas rotas, fue quien más arrastró las secuelas psicológicas. “Me costó mucho volver a escuchar a Supersubmarina. A veces me iba si alguien la escuchaba cerca de mí”. Ha vuelto a trabajar en la recogida de la aceituna en los olivares de su padre, intentó volver a tocar en un proyecto con Jacobo Serra, pero no prosperó y ahora dice estar mucho más conectado a la fotografía y al cine que a la música.
Marín es el otro extremo del espectro y fue quien se mostró más optimista y alegre en la presentación. Se llevó la peor parte de la colisión: un traumatismo craneoencefálico lo llevó a olvidar todo lo que había vivido siete años antes del accidente y tuvo que volver a aprender a caminar y vestirse. “Les pregunté si éramos buenos tocando y me dijeron que no”, dijo en la rueda de prensa y estalló en risas el público. Todavía sigue un tratamiento, principalmente para recuperar toda la movilidad de su brazo derecho. “Estoy seguro de que vamos a volver”, aseguró. “De nuestra parte habrá toda la voluntad”, le apoyó el guitarrista, Jaime Gandía. Después de entrar en un espiral de depresión que incluyó pensamientos suicidas y que le convirtió en “el hijoputa más grande del mundo”, dice estar feliz de poder caminar y hacer todo lo que quería hacer. “Ya no duele tanto recordar porque lo he normalizado. Es una nueva oportunidad para reinventarnos”, dijo Gandía, quien es la flamante incorporación de Melifluo, grupo fundado por otro ex-Supermarina, Juan Carlos Gómez.
El libro no solo recoge este antes y después del grupo, sino que también indaga en la historia de cuatro amigos que aman a su tierra y cómo se desenvolvieron en la industria musical española que los convirtió en una de las bandas de rock pop más queridas del siglo XXI. “He rechazado hacer muchos libros de biografía de músicos, pero este me parecía más fácil de hacer porque era con cuatro seres generosos”, sostuvo Navarro. Destacó también como Supersubmarina fue una “anomalía” en el mundo de las agrupaciones en España, porque triunfó sin tener que establecerse en Madrid o Barcelona, “sin tener que salir de Baeza”.
Supersubmarina lanzará el 12 de abril una reedición de La maqueta, la génesis de la banda que fue registrada en 2008. “Esa grabación que realizamos siendo tan solo unos adolescentes que apenas acababan de terminar la Secundaria fue nuestro primer gran reto a nivel musical y, aunque por aquel entonces no lo sabíamos, sería la llave que nos abriría las puertas de una de las profesiones más maravillosas del mundo”, se lee en la descripción del disco. Un espíritu que transmite Gandía: “Estamos celebrando la vida”.
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