_
_
_
_
ANALFABECEDARIA
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Silvia Tortosa y la sirena del Rin

La muerte de la actriz, igual que las de Amparo Muñoz y Ágata Lys, trae a la memoria un periodo de la historia de España en el que era necesario ventilar el país de represiones

La actriz Silvia Tortosa, en la serie de televisión 'Carmen Cervera. La baronesa', de Telecinco
La actriz Silvia Tortosa, en la serie de televisión 'Carmen Cervera. La baronesa', de Telecinco.Telecinco
Marta Sanz

La semana pasada murió Silvia Tortosa. Me quedé sobrecogida. Me sucedió algo parecido cuando fallecieron Amparo Muñoz y Ágata Lys. Estas dos últimas actrices habían sido recuperadas en Familia por Fernando León de Aranoa, y ambas habían trabajado con directores como Carlos Saura. Sin embargo, para darles a estas mujeres el lugar que se merecen quizá no sea necesario vincularlas a grandes hombres que las legitimen. Y, quizá, esto último sea una ingenuidad porque todo el mundo necesita una mirada que le otorgue significado en la constelación cultural.

Recientemente se han rodado tres documentales que reinterpretan el papel de estas artistas en nuestra historia: La mujer que dijo no, de María José Camacho, sobre Amparo Muñoz; Mujeres sin censura, de Eva Vizcarra; y Marisol, llámame Pepa, de Blanca Torres. En los tres se aborda la combinación de extrema vulnerabilidad y coraje de estas mujeres; se habla de un periodo en el que era necesario ventilar el país de represiones y el desnudo femenino se usó como pretexto para una liberación que cosificó y rompió a muchas actrices inteligentes y hermosas. Crecimos con estas contradicciones. Aprendimos mucho, pero podíamos haber aprendido mucho más.

Mi conmoción por estas pérdidas tiene una raíz biográfica y ejemplifica cómo la cultura nos conforma. Cuando yo era pequeña, jugábamos a elegir entre Blanca Estrada o Susana Estrada; nos retratábamos: si elegías a la primera optabas por el modelo angelical y si elegías a la segunda, optabas por el modelo demoniaco y transgresor. Susana Estrada evidenció el poder político del desnudo descontextualizado ―Tierno Galván y la teta― fuera de la oscuridad de una sala X y fue precursora del canto de Rigoberta Bandini, aún necesario en la época de los pezones ocultos por estrellitas en Instagram. Cuando yo era niña, aún no sabía que Rociodurcal, Monicarrandal y Silviatortosa se separaban en nombre y apellido, y no eran solo morfología orgánica, cópula de consonantes líquidas y vibrantes. Yo cantaba “Aipollou, aipollou” ―así me sonaban los “I love you” de las canciones en inglés―, Amparo Muñoz era la mujer más bella del mundo y Silvia Tortosa irradiaba una elegancia y una dulzura quintaesenciados en un ideal contrapuesto al de Ágata Lys o Nadiuska, mujeres pantera, que representaban ese placer sexual femenino tan peligroso para los hombres.

Aún recuerdo cómo me tapaba los ojos en el cine de verano para no ver el tráiler de Las garras de Lorelei: Silvia Tortosa interpreta a una profesora buena, bella y civilizada que es antagonista de Helga Liné, reptiliana sirena del Rin. Crecimos aún inmersas en esta contraposición entre la mujer fatal, monstruo, fiera, harpía, vampira, la que succionará los meollos de los mejores con su vagina dentada, y esa otra mujer comprensiva, razonable, ahormada al imperativo de complacer, el ángel del hogar. Yo casi siempre prefería ser sirena del Rin, pero me encantaba Silvia Tortosa. En la Novela, que adaptaba clásicos de la literatura que ponían después de comer, y en los Estudio 1. En Pánico en el Transiberiano, El huerto del francés, La hoz y el Martínez y Presentimientos, esta de Santi Tabernero. Como presentadora de Aplauso. Como actriz de teatro en obras de Valle, Alberti o Wilde. Como directora de un filme, cupletista, memorialista e hispanizada Martha Stewart en su canal de internet. Una mujer que no paró de trabajar nunca. Estuvo a punto de participar en una tertulia en torno a la adaptación teatral de Daniela Astor y la caja negra. La actriz Laura Santos intentó convencerla y ella mostró interés, pero debía de sentirse débil. Me habría encantado conocerla. Me habría salido ese lado fetichista que tenemos las iconoclastas.

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
Recíbelo

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Marta Sanz
Es escritora. Desde 1995, fecha de publicación de 'El frío', ha escrito narrativa, poesía y ensayo, y obtenido numerosos premios. Actualmente publica con la editorial Anagrama. Sus dos últimos títulos son 'pequeñas mujeres rojas' y 'Parte de mí'. Colabora con EL PAÍS, Hoy por hoy y da clase en la Escuela de escritores de Madrid.
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_