Nieves Concostrina: “La monarquía es una institución casposa, absolutamente inútil e innecesaria”
La periodista y escritora ha publicado el libro ‘Acontece que no es poco’, en el que repasa capítulos destacados de la historia
La voz y el carácter irónico de Nieves Concostrina (Madrid, 62 años) saltan a las ondas por la tarde. Parte de ese legado histórico y de investigación se ha visto plasmado en el último libro de la periodista y escritora, Acontece que no es poco (La Esfera de los Libros), que tiene el mismo título que su espacio en la Cadena SER. Su larga carrera comenzó cuando entró en Diario 16 ya en el primer curso de Periodismo, unos estudios que no llegó a terminar. “Yo aprendía en medio día lo mismo que en tres meses en la facultad. Mamaba el periodismo. En las clases, me contaban otra vez la Revolución Francesa”, reconoce con cierto sarcasmo. A lo largo de su trayectoria profesional ha publicado una decena de libros y ha cosechado numerosos premios. Ha dejado su Madrid natal por la tranquilidad de la costa almeriense.
Pregunta. ¿Cómo surge este nuevo libro?
Respuesta. Igual que surgen los anteriores. Me retroalimento. Lo que estudio lo vuelco en la radio y lo de la radio lo paso a los libros, donde lo amplío o lo corrijo. A veces veo un tema y lo dejo aparcado y luego lo retomo. No diferencio.
P. ¿Se había propuesto ser escritora?
R. No, yo era periodista. Nosotros escribimos, pero poco más. En 2007, cuando hacía Polvo eres, en Radio 5, un señor me escribió un correo electrónico en el que me pedía los libros de los que sacaba las historias que contaba. No había ninguno en particular y me documentaba mucho. Entonces me invitó a escribir porque le apetecía ver lo que yo contaba recopilado en un libro. Y a partir de ahí, empezó todo.
P. De ahí, a ser superventas y llegar a tener colas interminables en la Feria del Libro de Madrid, por ejemplo.
R. Todos han funcionado muy bien. Pero soy consciente de que la radio ayuda muchísimo. Hay miles de escritores mejores que yo que no tienen el altavoz de la radio. Eso sí, yo cuento la historia como me gustaría que me la hubieran contado y además he pillado soltura. Tener enfrente a una persona como Carles Francino es un lujo y una enorme suerte.
P. Existe una complicidad total entre los dos.
R. Es un tío muy empático, muy curioso y muy honesto, profesional y humanamente. Se aleja mucho de la solemnidad y los protocolos. Reconoce que no sabe una cosa y sin ningún pudor. Y eso desde 2013.
P. ¿Echa en falta estar en una redacción?
R. No, ya no. Ahora necesito mucha tranquilidad para documentarme, necesito mi espacio. A principios de los noventa, diría que sí, pero llevo ya 20 años organizándome yo sola y a mi aire en mi casa.
P. Personaje al que le hubiera gustado decirle cuatro cosas.
R. A Fernando VII decirle cuatro cosas no, pero pegarle sí a ese mastuerzo. Dio un golpe de Estado, tumbó la Constitución, mandó fusilar a los liberales… Todas esas cosas que no te cuentan en el colegio y que él mismo decía que era un hijo de puta. A su madre, María Luisa de Parma, la llamaba “puta desdentada” y ella “marrajo cobarde”. Es una tradición en los Borbones llevarse mal entre ellos. Además, todos hasta hoy.
P. No se lleva bien con la monarquía, ¿no?
R. No, no me gustan unos señores que viven como Dios por derecho de nacimiento, por el apellido. No me gusta una monarquía que cada vez que tiene un problema se va a una clínica privada o que estudia en el extranjero. Es una institución casposa, absolutamente inútil e innecesaria. Si se borrara de hoy para mañana, que alguien me cuente en qué se les echará de menos. No hacen nada salvo pasear el palmito.
P. Tampoco le gusta la Iglesia católica. ¿Qué le ha hecho?
R. Pues desde que un cura, don Ángel, me dio una bofetada a los ocho años… Me tocaba confesarme el día antes de recibir la primera comunión y yo le dije que no tenía que confesar ningún pecado. Me pegó tal bofetada que me tiró de la silla. Además, cualquier religión es un fraude y esta en concreto es una estafa moral. Todo lo que anula voluntades y el pensamiento crítico no me va. Por supuesto, me enferma todo el dinero que se va a la Iglesia con la carencia en investigación que hay en España y con los cerebros que se están fugando.
P. ¿De dónde viene la afición por los muertos?
R. No la tenía. Viene porque me fui al paro cuando cerró Diario 16. A partir de ahí empecé a llamar a las puertas de otros medios y no salía nada. A mi marido, Jesús Pozo, la Empresa Mixta de Servicios Funerarios de Madrid le ofreció hacer una revista sectorial. Jesús tuvo una visión empresarial e hizo una revista que también metía cultura, ecología y medio ambiente… Y yo a base de escribir ahí descubrí que había muchos temas interesantes con la muerte. Me interesó mucho, con todo lo que tiene de historia. Y de ahí con los años salté a Radio 5 en 2003.
P. Ahora vive en Almería. ¿Ya no le gusta Madrid?
R. No. Madrid está muy sucio, petado de gente, lleno de franquicias y de ruido. Es impersonal y con el problema de los malditos pisos turísticos. Están expulsando a la gente de los barrios, con los alquileres que están por los aires. Yo quiero un vecino y no a unos turistas que no saben ni cómo funciona la puerta del portal. Creo que la gente es más de donde pace que de donde nace.
Babelia
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