Una presa andalusí que inspiró al poeta Abenamar
Investigadores andaluces cartografían y datan un embalse del siglo XII en la Sierra de Segura de Jaén
El poeta andalusí Abenamar (o Ibn Ammar), amante y ministro de Al Mu’tamid, escribió una elegía al rey poeta de Sevilla, unos versos que recordaban con nostalgia las noches que pasaban ambos durante su juventud en un embalse, junto a una presa o azud en Silves, el que hoy sería el municipio de Siles, en Jaén. De esta obra hidráulica andalusí no queda ninguna huella, por lo que no es posible saber cómo era el lugar acuático evocado en el poema. Pero en esta zona del parque natural de Cazorla, Segura y Las Villas, al noreste de la provincia de Jaén, sí que quedan algunos vestigios de una presa andalusí que transformó un terreno rural en una albuhera o pequeño mar. Esta barrera fluvial taponó el cauce del río Trujala a su entrada, en un desfiladero que las fuentes árabes llaman El Estrecho o La Garganta del Ciervo.
Investigadores de la Universidad de Sevilla han cartografiado, caracterizado y datado científicamente esta infraestructura hidráulica, considerada uno de los escasos ejemplos que aún se conservan en la península Ibérica de presas de embalse andalusíes. Los investigadores han utilizado un método basado en medios como los drones y técnicas digitales como la georreferenciación SIG, nubes de puntos y levantamientos topográficos o fotogramétricos.
Los resultados obtenidos aportan información muy relevante sobre cómo fueron las formas de suministro hídrico en el ámbito rural de Al Andalus y dan una insospechada visión de un paisaje irrigado durante el siglo XII. “Hemos podido conocer que su sistema constructivo se aleja por completo de la tradición hispanorromana de este tipo de estructuras hidráulicas y se relaciona más con la forma de construir las presas orientales”, señala el profesor Santiago Quesada, que ha coordinado al equipo formado por arquitectos, historiadores, topógrafos, químicos y geotécnicos de las universidades de Sevilla, Málaga y el Politécnico de Milán.
La arquitectura de la presa es descrita por vez primera a mediados del siglo XII por Al Zuhrī en su Libro de la Geografía, lo que confirma la importancia que tuvo esta obra en su época y que haya sido objeto de interés por la historiografía arabista contemporánea. “El texto describe el paisaje que surgió de la transformación de un campo en un mar y menciona que la barrera fue mandada levantar por Ibn Hamušk, un andalusí que gobernó Segura entre los años 1147 y 1169 y que frenó, durante casi 25 años, junto con su yerno Ibn Mardanīš, emir de la taifa de Murcia, la expansión almohade hacia el Levante peninsular”, manifiesta Quesada.
Los análisis de Carbono-14 han permitido confirmar que los datos cronológicos aportados por las fuentes árabes son correctos, ya que el intervalo de fechas obtenido coincide sustancialmente con el periodo en el que los andalusíes citados controlaron ese territorio. De este modo, se sabe ya que la presa fue levantada durante el periodo de las segundas taifas de Al Andalus (1144-1172), que surgieron tras la crisis del poder central almorávide y la consolidación de los almohades.
Según los investigadores, esta barrera de contención fluvial fue construida en fábrica de calicanto, encofrada exteriormente con tableros de madera o tapiales. Sus caras externas todavía conservan abundantes restos del revoco calicostrado original y son visibles los mechinales para el alojamiento de las agujas de madera. Un sistema constructivo inspirado en la gran presa de Màrib, una emblemática infraestructura de la antigüedad, construida en el antiguo reino de Saba —actual Yemen— cuyo colapso ocurrido en el año 575 d.C. viene incluso referido en el Corán.
La presa andalusí de la Garganta del Ciervo tuvo una longitud de coronación de unos 40 metros, una altura de 14 y 11 de ancho. También tenía aliviaderos o desagües a ambos lados de su coronación. La lámina de agua del embalse tendría una superficie aproximada de seis hectáreas y un perímetro o costa que rondaría los dos kilómetros. El volumen estimado del vaso de agua tenía una capacidad media de 0,18 hectómetros cúbicos, que servían para suministrar agua a una superficie de tierra de unas 145 hectáreas.
Ese volumen de agua habría sido suficiente, hoy en día, para abastecer a una población de 2.700 habitantes durante un año. Sin embargo, el embalse no se utilizó para abastecer a los pobladores, sino para irrigar un campo rural. La misma filosofía que inspira a la actual presa de Siles, finalizada en el año 2015 con una capacidad de 30 hectómetros cúbicos y donde los regantes de la Sierra de Segura esperan desde entonces poder utilizar el agua (faltan aún las conducciones) para el riego de sus olivos.
Según Santiago Quesada, el sentido de la presa y el embalse habría sido construir un almacenamiento de agua para irrigar terrenos vinculados a una explotación agropecuaria del siglo XII, dedicada a ganadería, prados irrigados o cultivos de secano. “Una infraestructura hidráulica que habría formado parte de un proceso de colonización agrícola musulmán basado en un modelo específico de fincas privadas, caracterizadas por albergar una reserva hídrica de notables dimensiones”, concluye el investigador principal del proyecto.
Las labores de toma de datos, análisis de fuentes y ensayos de laboratorio se iniciaron en el verano de 2020 y han finalizado en 2023. Actividades que han sido la última etapa del #ProyectoSegura, financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación dentro del Programa Estatal de Investigación, Desarrollo e Innovación. El trabajo recoge, íntegramente, la exhaustiva investigación arquitectónica que, de manera ininterrumpida, ha realizado este equipo desde el año 2003 sobre el sistema de infraestructuras, torres y castillos rurales existente en la comarca jiennense de la Sierra de Segura.
Parte de esa investigación se recoge en el libro El sistema de torres musulmanas de la Sierra de Segura: una contribución al paisaje y patrimonio rural de Al Andalus. “Presenta un sistema de estructuras medievales que articulan un territorio y construyen un paisaje”, indica el autor de la obra, Santiago Quesada, tras lamentar el estado de precariedad de varias de estas fortificaciones.
Un trabajo, en definitiva, que ha tenido como punto de partida la elegía que el conocido poeta y ajedrecista andalusí Abenamar escribió a su amante y ministro, Al Mu’tamid. Abenamar tuvo una agitada e intensa vida que pasó conspirando e intrigando por varias taifas de Al Andalus. Tras un largo periplo por diferentes territorios, Abenamar fue engañado y capturado, en torno al año 1084, en la ciudad de Segura (Jaén). Desde allí fue trasladado a Córdoba, donde fue adquirido en una subasta por Al Mu’tamid. Tras ser perdonado por este, cometió una nueva deslealtad, lo que provocó que el emir lo acabara matando con sus propias manos.
Babelia
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