Marisa González, precursora del arte tecnológico, gana el Premio Velázquez 2023
El extenso trabajo de la bilbaína de 80 años ha estado marcado por la crítica a la violencia de género, el feminismo, la memoria o la arqueología industrial
Marisa González (Bilbao, 80 años) ha sido galardonada con el Premio Velázquez de Artes Plásticas, correspondiente al año 2023, a propuesta del jurado reunido este martes. González es una autora combativa y feminista en cuya obra se trata de forma crítica la violencia de género o el desmantelamiento industrial. El jurado ha distinguido a la bilbaína por “su amplia trayectoria como artista multimedia, pionera en la utilización de nuevas tecnologías desde los años 70 hasta la actualidad”. El galardón está dotado con 100.000 euros.
El jurado también ha señalado que “feminismo, memoria y arqueología industrial, reciclaje y ecología y atención a los procesos de exclusión y precariedad son otras notas que caracterizan su trayectoria. Espigadora incansable de archivos, documentos y arqueologías industriales, siempre comprometida frente a las desigualdades sociales y las amenazas ecológicas en nuestro mundo globalizado”.
Su creación ha estado desde sus primeros compases relacionada con las tecnologías en continuo cambio, desde sus trabajos primerizos con fotocopiadoras en los albores de los años 70, para luego pasar a los faxes y de ahí al ordenador y al vídeo. “El arte es lo más importante de mi vida. Más incluso que mis tres hijos y ellos lo saben. Adoro a los tres. Lo mismo que a mi pareja, Germán. Pero desde muy jovencita yo quería dedicarme a esto y me costó mucho conseguirlo”, dijo en una entrevista reciente con EL PAÍS, que dio en su abarrotado estudio de 200 metros cuadrados situado en el barrio de Justicia en Madrid.
González realizó la carrera de piano en el Conservatorio de Bilbao, es licenciada en Bellas Artes por la Universidad Complutense de Madrid (1971), master en el Art Institute de Chicago, en el Departamento de Sistemas Generativos (1973) y BFA en la Corcoran School of Art, Washington D.C. (1976). Fue la alumna que le llevó la contraria a Antonio López. “No me interesaba pintar neveras y armarios”, según declaró.
“Salí de casa en el 67 y viví el mayo francés en Madrid”, relataba el pasado marzo. En Bellas Artes, el primer día le tocó clase con el célebre pintor Antonio López, que hablaba al alumnado de volver a las raíces familiares, al pasado. “Yo, que lo que quería era ver mundo, experimentar y conocer las vanguardias, le dije que no me interesaba nada de lo que me decía. Me planté y no volví a sus clases. No me interesaba nada pintar neveras o armarios, pero lo curioso fue que subyugó a muchos alumnos que empezaron a pintar como él”, explicaba. Los llama los antoñitos. “Por ahí siguen haciendo lo mismo”.
González quería hacer otra cosa, esa simbiosis entre el arte y la tecnología, teniendo como método el ensamblaje de diferentes técnicas, generando un nuevo lenguaje propio. La reproducción de las imágenes, y del fragmento y su repetición o generación de la forma como valores emblemáticos de lo contemporáneo, están presente en todo su trabajo.
Sigue siendo activista y protesta para conseguir las cuotas deseables de mujeres en los centros de trabajo. “Hay que exigir que se imponga la presencia de mujeres en los mandos, no solo en los puestos intermedios”, ha dicho. Y se remanga para ello: la artista participa en la Wikipedia creando entradas de mujeres vinculadas al arte: “Es cuestión de documentarse y conocer el mecanismo para evitar que el silencio se mantenga sobre el trabajo de tantas mujeres”.
Su obra se encuentra en múltiples museos y colecciones, ha realizado más de 60 exposiciones individuales y 150 colectivas, como en la Bienal de Venecia, el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Tabacalera (Madrid), o el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB). Citada como referente en numerosas publicaciones, dirige talleres, imparte conferencias y ponencias sobre Nuevas Tecnologías de las que es una de las artistas pioneras. A pesar de todo, su obra sigue a la espera de una gran retrospectiva que ayude a ubicar a esta artista en el lugar que se merece, un lugar que este premio Velázquez viene a reivindicar.
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