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Algo pasa en el cómic portugués

‘Balada para Sophie’, que se adaptará como serie en Estados Unidos y tuvo cuatro nominaciones a los Eisner, se ha convertido en el símbolo de la edad dorada del género en Portugal con más de 200 autores y 70 editoras

Páginas de los cómics 'Balada para Sophie', a la izquierda, de Filipe Melo y Juan Cavia, y 'Los Portugueses', de Afonso y Chico.
Páginas de los cómics 'Balada para Sophie', a la izquierda, de Filipe Melo y Juan Cavia, y 'Los Portugueses', de Afonso y Chico.
Tereixa Constenla

Lo que hoy se observa en el Mediterráneo, con inmigrantes tratando de alcanzar países donde construirse una vida mejor, ocurrió por tierra en Portugal hace poco más de medio siglo. Entre 1960 y 1974 salió del país casi un millón y medio de emigrantes (el 16% de la población). Muchos lo hicieron sin documentos y cruzaron las fronteras ilegalmente, a veces engañados por compatriotas que se enriquecían con la necesidad de los demás. Como Mario, el protagonista del cómic Los portugueses, publicado en mayo en español por Ponent Mon, que es abandonado por su pasador antes de cruzar los Pirineos.

La salida del tebeo coincide con un momento dulce de la banda desenhada en Portugal, donde aumentan los títulos publicados, las editoriales y los lectores. Paulo Monteiro, dibujante y director del Festival Internacional de Banda Desenhada de Beja, calcula que hay unos 200 autores en todo el país. “La mayor parte”, puntualiza en un correo electrónico, “se dedica al cómic por la noche, cuando toda la gente duerme y la casa queda en silencio. Todos los días un poquito porque al día siguiente tienen el trabajo ‘serio’ para pagar sus facturas. No se vive del cómic, se vive para el cómic”.

Mario es un personaje de ficción donde el guionista francoluso Olivier Afonso ha condensado la historia de su padre y la de cientos de miles de compatriotas que vivieron en chabolas mientras peleaban por encontrar un lugar en el sueño europeo. “La vida pertenece a las personas y yo tenía la sensación de robarles algo, por eso preferí inventar una historia a partir de toda la información”, explicaba Afonso durante la pasada edición del festival de cómic Amadora BD, que se celebra en el distrito de Lisboa. “A la gente no le gusta mucho hablar de aquel pasado, tenían pudor. Venían de una dictadura”, destacaba.

Olivier Afonso, a la izquierda, y Chico, autores del cómic 'Los Portugueses', en el festival de cómic portugués Amadora BD.
Olivier Afonso, a la izquierda, y Chico, autores del cómic 'Los Portugueses', en el festival de cómic portugués Amadora BD.manuel berberan

Mario huye a Francia para evitar tener que participar en la guerra colonial en Angola, uno de los tres conflictos bélicos que tenía Portugal en los setenta en África. Un mundo sobre el que el dibujante Chico, nombre artístico de Aurélien Ottenwaelter, lo desconocía todo a pesar de haber compartido escuela con niños lusos. “Muchos franceses conocemos a portugueses, pero no la historia de los portugueses”, subrayaba Chico.

La emigración era la única vía para escapar de un régimen que prohibía la palabra sociología y la Coca Cola, que mandaba a miles de jóvenes a matar y morir en las colonias africanas y que contaba con una red de 20.000 informadores de la policía política que hacía que nadie se fiase de nadie. Había muchas razones para irse de Portugal antes de la Revolución de los Claveles de abril de 1974. Esa mezcla de desesperación por Portugal y esperanza por Europa está en Los portugueses.

El tebeo de Afonso y Chico se suma al creciente acelerón del cómic en Portugal. De alguna forma, el mercado luso asiste a un fenómeno similar al ocurrido en España. Si la publicación en 2007 de Arrugas, de Paco Roca, y María y yo, de Miguel Gallardo, se pueden considerar la catapulta del boom de la novela gráfica española, otro tanto ocurrió en 2020 en Portugal con la salida de Balada para Sophie, de Filipe Melo y Juan Cavia. Al año siguiente, el cómic se publicó en España, en la editorial Norma, y en Estados Unidos, en el sello Top Shelf. “Se podría considerar una de las primeras, o incluso la primera novela gráfica portuguesa”, indica Paulo Monteiro.

Si la primera tirada de la obra desapareció de las tiendas en seguida, la nominación para cuatro Eisner en la Comic-Con de San Diego de 2022 fue la consagración definitiva. Será, además, convertido en una serie de televisión en EE UU. “Fue una tempestad perfecta que yo no me esperaba. Lanzamos el libro durante el confinamiento, cuando la gente tenía más disponibilidad para leer”, recordaba el guionista Filipe Melo, también pianista como los protagonistas de la historia, en el festival Amadora BD.

Filipe Melo, a la izquierda, y Juan Cavia, autores de 'Balada para Sophie', en el pasado festival de cómic Amadora BD.
Filipe Melo, a la izquierda, y Juan Cavia, autores de 'Balada para Sophie', en el pasado festival de cómic Amadora BD.Manuel Berberan

Balada para Sophie es un libro sobre el remordimiento, que revive la historia entre dos pianistas de orígenes sociales dispares mediante la entrevista que uno de ellos concede al final de su vida a una periodista. Melo considera que, al igual que anteriores cómics, aborda el gran tema de la redención, muy presente en su obra Los Vampiros, sobre la guerra colonial portuguesa en África. Cavia y Melo comenzaron a trabajar juntos en 2008. A pesar de que uno vive en Lisboa y otro en Buenos Aires y de que tienen otras actividades en el cine y la música, han logrado sacar adelante siete álbumes, donde las historias a menudo se caldean en contextos históricos difíciles, como vuelve a ocurrir en Comer/Beber, publicado en 2021.

Balada para Sophie resultó el más complejo, con un proceso largo de escritura para encontrar una épica y una nostalgia determinada”, señalaba el dibujante Juan Cavia en Amadora, donde el guionista Melo tocó el piano que se incluyó en una exposición dedicada al libro. Este año se ha publicado también en Portugal el integral As aventuras completas de Dog Mendonça e Pizzaboy, con todos los títulos de la serie de aventuras protagonizada por un hombre lobo, un repartidor de pizzas, un diablo con seis mil años de edad y la cabeza de una gárgola que popularizó al tándem Melo/Cavia a partir de 2010.

El tirón del cómic es evidente para Catarina Valente, que dirige el festival BD Amadora, fundado en 1990 por iniciativa de la Cámara Municipal y concebido por Vasco Granja, un aficionado a los tebeos que se inspiró en el certamen francés de Angulema y aprovechó sus contactos allí para traer a Portugal a autores míticos como Hugo Pratt o Art Spiegelman. “Hay varias señales de que estamos en un pico como la inversión de las editoriales literarias en cómic, sobre todo en manga, y el interés creciente del público joven”, considera Valente, que ha visto como se han triplicado las visitas colectivas de colegios y facultades al festival que dirige y que este año celebrará su 34ª edición del 19 al 29 de octubre.

Otra cita histórica se celebra en Beja, una localidad del Alentejo que abrazó el cómic hace 18 años. La Cámara Municipal organiza un festival, que dirige el dibujante Paulo Monteiro. “Y ya se sabe que los mejores festivales son los dirigidos por dibujantes”, comenta el autor de La balada del norte, Alfonso Zapico, que ha participado en algunas ediciones. Beja abrió también una “bedeteca” en 2005, donde se organizan exposiciones y talleres, y proyecta la apertura de un museo dedicado al cómic.

Uno de los conciertos "diseñados", que se celebra en el Festival de Cómic de Beja (Portugal).
Uno de los conciertos "diseñados", que se celebra en el Festival de Cómic de Beja (Portugal).

Crecen también los festivales especializados y el espectro temático de obras. En un mercado pequeño como el portugués hay más de 70 editoras (profesionales y aficionadas) dedicadas a todos los formatos, del libro al fanzine. “No sé si podemos hablar de una revolución”, apunta Monteiro, “tal vez sea exagerado, pero sin duda estamos pasando por un bello momento”.

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Sobre la firma

Tereixa Constenla
Corresponsal de EL PAÍS en Portugal desde julio de 2021. En los últimos años ha sido jefa de sección en Cultura, redactora en Babelia y reportera de temas sociales en Andalucía en EL PAÍS y en el diario IDEAL. Es autora de 'Cuaderno de urgencias', un libro de amor y duelo, y 'Abril es un país', sobre la Revolución de los Claveles.

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