Guillermo Pérez Villalta, artista: “No quiero ninguna regresión para mi país”
El pintor, que es el único contemporáneo expuesto en la Galería de las Colecciones Reales, está dedicado a una revisión exhaustiva de sus memorias
Guillermo Pérez Villalta (Tarifa, Cádiz, 75 años) es el único artista contemporáneo representado en la Galería de las Colecciones Reales. Autor de Alegoría de la paz. 25 aniversario de la Constitución de 1978, desconocía cuando se inauguró el museo que su pieza hubiera sido elegida para cerrar el circuito dedicado a los Borbones. Con más de cinco décadas de intensa producción, Pérez Villalta asegura en conversación telefónica que la edad ha multiplicado su capacidad creativa porque duda poco y su idea de belleza la tiene bien definida desde hace mucho tiempo. En su estudio de Tarifa, junto al Mediterráneo y el Atlántico, lo único que amarga su existencia son los vientos de involución y censura que soplan en España. Está preocupado por las noticias que llegan y por eso espera que la gente vaya a votar el 23 de julio y no se quede en casa “porque los que quieren regresión están movilizados”.
El artista (prefiere que se le llame artífice) dice estar más ocupado que nunca. Le sobran obras para la exposición que celebrará en otoño en la galería madrileña Fernández-Braso porque no rebaja su ritmo de trabajo. Está dedicado a una revisión exhaustiva de sus memorias y confiesa sentirse muy contento de que una obra suya esté en la Galería de las Colecciones Reales.
Pregunta. ¿Qué sensación le produce el codearse con Velázquez y Caravaggio?
Respuesta. Estoy encantado y deseando ir a Madrid para verlo. Cuando en 2016 Patrimonio dedicó una exposición a su colección contemporánea, ya le dieron un gran protagonismo. Incluso utilizaron detalles del cartón para el merchandising (bolsos, cuadernos).
P. La obra es un brillante espectáculo de color de flores y frutos
R. Y podría haber sido aún más llamativa si se hubiera mantenido el plan original. Cuando me encargaron el cartón sobre el que luego la Real Fábrica de Santa Bárbara recrea el paisaje con seda y lana, las dimensiones eran de unos 3 metros de largo por otros 3 de alto. Pero Patrimonio se fue quedando sin presupuesto por los gastos extraordinarios de la boda de Felipe y Letizia y el tapiz mermó mucho: unos 142 centímetros por 200. Bastante más pequeño de lo previsto. Todo está un poco apretado, pero el conjunto me sigue gustando. Para mí el arte es un torrente continuo de sensaciones y las flores y frutos que aparecen, muchos inventados, estimulan la alegría de la contemplación.
P. La obra es un homenaje a la Constitución de 1978. ¿Qué le parecen a un hombre que nació en la dictadura las críticas a la Transición en general y la Constitución en particular?
R. Entiendo la crítica por el cambio de los tiempos, pero no se debe frivolizar. La mayor parte de las veces se critica sin educación ni conocimiento.
P. Su amigo de los años de la “movida madrileña”, el cineasta Pedro Almodóvar, ha publicado un artículo en el que expresa su profunda preocupación por el avance de la extrema derecha y el recorte de libertades que ya estamos sufriendo. ¿Lo ha leído?
R. Me han contado. Hay un momento en los 70 en el que Pedro y yo compartimos pandilla, aunque yo era mayor que ellos. Recuerdo un ambiente creativo imponente. Pedro era muy entusiasta y muy activo. Yo, en cambio, soy de natural más escéptico. Comparto con él la preocupación por la involución que estamos sufriendo ya. El día del Orgullo comentaba con un grupo de amigos la amenaza que suponía que Vox hubiera instalado una lona en pleno centro de Madrid en el que a los homosexuales se nos echaba a la papelera. ¿Cómo es posible que eso se consienta? ¿En qué momento algo así ha dejado de escandalizarnos a todos?
P. Puede que alguien no haga su trabajo y prefiera mirar para otro lado.
R. Ves cosas en el mundo que te dejan helado. Mire a Trump en Estados Unidos. ¿Cómo es posible que ese borrego alcanzara la presidencia del país más poderoso del mundo? Cuando pienso en esos años de la Transición, me recuerdo a mí y a mis amigos como gente muy combativa, social y personalmente. Hay un problema muy grave con la educación. Prima lo práctico sobre todo lo demás. No se enseña a disfrutar del conocimiento del arte, de la historia o de la geografía. Siempre digo y repito una frase mía: lo importante es la sensibilidad porque es lo que da sentido a todos los sentidos.
P. ¿Cómo cultivó usted su sensibilidad?
R. Viajando.
P. ¿Recuerda su primer viaje?
R. Fue a Italia. Con un par de amigos fuimos en un 600 a atravesar el sur de Francia hasta llegar a Italia, donde contemplé cada piedra, cada cuadro o cada objeto con auténtica adoración. Tengo pasión por Italia. Mi segundo país favorito es Japón, pero Italia es mi auténtica religión.
P. Allí descubrió el Manierismo que ha caracterizado toda su obra.
R. Descubrí muchas cosas. Conecté con el arte del Alto Renacimiento y supe que no soy solo un pintor. Yo me defino como artífice. Me interesa todo: arquitectura, joyas, telas, tapices…
P. Y lo que tiene más mérito es que a lo largo de 50 años nunca ha sucumbido a las tendencias de moda.
R. Jamás. Hace mucho tiempo que los que mandan en el arte decidieron que la pintura había muerto. Mentira. Duchamp con su urinario, lo que nos descubre es que hay muchas maneras de acercarse al Arte y de crear. Opino que el último gran movimiento fue el Pop Art. Luego, se acabó. Yo he mantenido el principio de que lo bello nunca puede ser malo.
P. ¿Cómo lleva la reedición de su autobiografía Espejo de la memoria (Mecánica Lunar, 2020)?
R. El editor suprimió 300 páginas de la primera versión. Eran 800 y el libro se quedó en 500. Voy a recuperar cosas porque él temía que, lenguaraz como soy, hubiera gente que se ofendiera. No ha ocurrido. Salvo alguna localización de algún recuerdo, no he tenido que cambiar nada.
P. Me consta que una de las cosas que más le desagradan de sus recuerdos es la censura que sufrió en la Academia de Bellas Artes por su homosexualidad.
R. Yo nunca he disimulado ni mentido con eso. Ya estábamos a finales de los 90 y fui propuesto para ser académico, cosa que nunca me había despertado el menor interés. Pero mire por dónde, hubo un sector de la institución que no me consideraron adecuado por mi vida sexual.
P. Tiene el Premio Nacional de Artes Plásticas de 1985. ¿Sueña con algún otro reconocimiento?
R. No. Solo sueño con poder seguir trabajando en la búsqueda de la belleza. Eso es lo único que me importa.
Babelia
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