Arcángel: “No debemos darle el mismo valor a una opinión formada respecto a otra que no lo es”
El cantaor flamenco une a lo mejor del pop hispano del momento en la composición de su nuevo disco para reivindicar herejías frente a autocensuras
Como gran corredor de fondo, Arcángel (Huelva, 46 años) sopesa y arriesga. Sabe trotar —fue caballo blanco en la adaptación a la ópera de El público, la obra de Lorca, que compuso Mauricio Sotelo— y parar. Asciende a los cielos en escena cuando lo da todo después de sopesar equilibrios. Y arriesga como inconformista impenitente con trabajos cono Hereje, el último disco suyo en el que ha contado con canciones creadas para él por Juanes, Calamaro, Vetusta Morla, Leiva, Vanesa Martín o Rozalén. Un lujo.
Pregunta. Dice de su último disco, Hereje, que temía le hubiese salido un gazpacho, pero con esos ingredientes…
Repuesta. Bueno, lo hice con gente que admiro y respeto. La única condición que puso fue que se sintieran libres, que huyeran de meterse en mi piel. Que lo hicieran como si lo fueran a cantar ellos y que el viaje de adaptación, lo haría yo.
P. ¿Qué tiene el cante de demonio? Como dice que eso del duende es una gilipollez.
R. De demonio espero que poco. En cuanto a mí, de mala persona, nada, pero de demonio inquieto y travieso, algo sí.
P. Travesuras que se puedan confesar en la vida, como por ejemplo.
R. En la vida soy más ordenado. En el arte me siento más verso libre, disfruto de la exploración, del proceso de buscar, descubrir. Incluso me enfado cuando no encuentro y gozo cuando empieza a fluir.
En la vida soy más ordenado. En el arte me siento más verso libre, disfruto de la exploración, del proceso de buscar, descubrir”
P. ¿Usted es Arcángel y Enrique Morente, su dios?
R. Absolutamente. Me siento identificado con él en todo.
P. ¿Busca usted porque se aburre?
R. Totalmente. Me canso de las fórmulas tradicionales y de la causa-efecto que me ofrece una respuesta segura. Hablan de salir de la zona de confort, que es una expresión que no me gusta nada.
P. Anglicismo asqueroso…
R. Además, es una idiotez porque, ¿quién coño se va de un lugar en el que está cómodo por otro que no lo es? Otra cosa es que quiera decir inconformista, eso sí.
P. Ve, los flamencos, qué bien hablan español.
R. Yo no entiendo ser conformista en el arte, es algo que te nace.
P. ¿Desde niño?
R. Pues creo que sí. Yo a los diez años le pedía a mi padre que me llevara a la peña de la orden a aprender los fandangos. He tenido un sentido del ridículo acusado siempre, pero nunca me ha dado cantando. Tampoco soy tímido y llevo mal cantar para poco público, aunque en el escenario, donde acoto mi reducto y sé que tú no me puedes tocar, no tengo problema. Soy muy inquieto, por lo demás, si hablamos de deporte, en vez de uno hago siete, de música, estilos, 27, como de todo, lo que coja, soy un poco así y además he decidido no ir en contra mía.
He tenido un sentido del ridículo acusado siempre, pero nunca me ha dado cantando”
P. ¿Qué supondría ir en contra suya?
R. No hacer lo que me gusta y atender a otras razones que ni me interesan ni van conmigo.
P. ¿No venderse al éxito fácil?
R. Soy un profesional del arte y debo intentar que mi propuesta se venda, pero nunca eso debe ser el motor ni el objetivo de lo que haga.
P. Precisamente porque tiene sentido del ridículo.
R. Exactamente. De hecho, Hereje, va un poco de eso. La palabra que habíamos pensado para titularlo era Vergüenza.
P. Tener sentido del ridículo para sentirse bien con uno mismo, ¿podría ser una buena definición de lo que consideramos humildad?
R. Creo que sí.
P. ¿Y cómo se entiende la condición de humildad cuando uno es cantaor de flamenco?
R. Eso es imprescindible y lo equiparo a la honestidad. Quiero que se me recuerde así. Lo que hay que tender es al equilibrio, para que cuando se te suban los humos venga la ráfaga de viento que te los quite.
P. ¿Usted ha sentido ese humo?
R. Es inevitable. Puede que cuando eres joven y te dicen que tienes todo por delante pienses: ¡el mundo es mío! Y ahí es cuando debes alquilar viento… Para que se lo lleve. Pero tiene que ser uno mismo el que ponga a funcionar el termostato. Para eso hay que renunciar a muchas cosas también.
P. ¿A qué?
R. A no ir a todos sitios. No puedes, debes elegir los justos para estar en la mejor condición técnica posible. También debes hacerte a la idea de que no que quiera todo el mundo. No pasa nada. No te puede crear una frustración. No hay que comerse el mundo. Ayuno intermitente.
P. Para darlo todo en caliente en el escenario, ¿necesitas mantenerte frío?
R. Muy frío. Otra de mis pasiones es el deporte. Correr me exigía un grado de concentración que es muy paralelo al que me exijo cantando. Las emociones las debe tener uno muy controladas porque si no, acabas mal. Por otra parte, eso también me resulta curioso. Aguantas tanto las emociones que llega un punto en el que te dices: ¡vale, ya no puedo más! Y te dejas llevar. El objetivo es dejarte llevar al final. No concibo un concierto en el que no quedes muerto, literalmente. Tampoco una carrera… Si no, no diste todo lo que tenías.
Correr me exigía un grado de concentración que es muy paralelo al que me exijo cantando”
P. Lo da todo…
R. Lo que no quiero es dejar de aprender. Te voy a decir una cosa y luego la otra. A mí me gusta preguntar y enterarme, pero estamos en un contexto en que todo el mundo puedo emitir una opinión siempre que lo haga con respeto, pero no debemos darle el mismo valor a una opinión formada respecto a otra que no lo es. Así debe ser para crear una sociedad más informada y más amable.
P. Pues mal arreglo tiene eso cuando llevamos 20 años cargándonos el prestigio de la opinión formada…
R. Ese es el problema. Se confunde la cantidad de la información con la calidad de la misma. Yo con que lo que me cuentan sea verdad, me conformo. Confundimos la capacidad de opinar con la incidencia que esa opinión razonada acaba teniendo en la sociedad o no.
P. Hemos ido del flamenco al periodismo en una soleá…
R. Es que a mí me interesan mucho el periodismo, la política y el compromiso con la sociedad. En Hereje trato de transmitir eso, no quiero que nadie se sienta como tal simplemente por disentir de la opinión de otros.
P. ¿Y cómo lleva el hecho de regresar a una edad dorada de la autocensura?
La gente tiene miedo a opinar, más con temas espinosos. Yo eso no lo puedo entender”
R. ¡Es increíble! De ese sentimiento trata el disco. La gente tiene miedo a opinar, más con temas espinosos. Yo eso no lo puedo entender.
P. ¿Le interesan más las opiniones críticas sobre usted que las alabanzas?
R. Las malas bien razonadas, sí. Son las que me van a hacer evolucionar y aprender. Tú sabes cuando has estado bien o cuando has estado para que te echen de España. Tengo un espíritu autocrítico bastante acusado. Hasta llegar a lo hiriente. Yo grabo un disco y ya está, no lo vuelvo a escuchar.
Babelia
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