El hallazgo de una mano de mármol en Zaragoza permite recrear una escultura destruida del dios Augusto
Los expertos han deducido, a partir de la extremidad, dónde fue colocada su estatua, cuándo se esculpió, el culto que representaba y con qué fin fue erigida en el foro de una ciudad romana de los Pirineos
Mientras trabaja hace varias décadas en una finca de Artieda (Zaragoza), el agricultor Sebastián Iguácel Soteras encontró sobre la tierra una mano de mármol que correspondía a una antigua escultura romana. En fechas recientes, se la cedió al Ayuntamiento aragonés que, desde este mayo pasado, la expone entre otras piezas arqueológicas en la torre de la iglesia parroquial. Un equipo de expertos ―perteneciente a las universidades de Zaragoza, Salamanca, Burdeos y UNED― decidió entonces analizar aquel objeto de solo 10,6 centímetros, ya que poseía una extraña característica: se trataba de una mano izquierda en cuya palma portaba una patera umbilicata (platito poco hondo), cuando lo habitual es que este tipo de objetos repose sobre la mano derecha de las imágenes, puesto que la zurdera tenía un sesgo negativo en la cultura romana. A partir de ahí, y aplicando un sistema deductivo al estilo de los grandes detectives de la literatura, han sido capaces de determinar a qué divinidad pertenecía, cuál era el aspecto de la estatua que la perdió, cómo fue destruida y hasta el templo y el lugar donde se alzaba.
Ahora lo han publicado en el estudio Un fragmento de escultura monumental romana en mármol procedente del yacimiento de El Forau de la Tuta (Cuadernos de Arqueología de la Universidad de Navarra), firmado por José Ángel Asensio, Jorge Angás, Paula Uribe, Lara Íñiguez, Milagros Navarro, María Pilar Lapuente, José Antonio Cuchí y María Ángeles Magallón. La extremidad pudo corresponder, creen, a una imagen relacionada con el Culto Imperial (bien a un Lar Augusti, deidad protectora de la Casa Augusta) o bien a un Genius Augusti (una divinidad con el rostro del emperador), que fue esculpida en un carísimo mármol de grano fino de Luni-Carrara (Italia) y que tuvo que exponerse al público en un templo del foro, la parte más importante de una gran ciudad romana a los pies de los Pirineos.
La finca donde fue hallada se ubica dentro del yacimiento romano y medieval de El Forau de la Tuta, que hunde sus raíces, tal y como se demostró en 2021, en una ciudad altoimperial romana (siglos I y II), un centro urbano de unas cuatro hectáreas del que se desconoce su nombre latino y que fue habitado mayoritariamente por vascones.
La pieza se ajusta al tamaño natural y fue esculpida en estilo naturalista. Sostiene sobre su palma la citada pátera de ocho centímetros de diámetro. Los extremos de cuatro dedos se encuentran muy estropeados, pero el pulgar, en buen estado, se trabajó de forma minuciosa y sus pliegues y la uña están representados con notable realismo. El índice, en su extremo, presenta una pequeña perforación circular que pudo servir para alojar el vástago de algún tipo de elemento metálico.
La palma y el interior del plato se mostraban directamente al espectador, mientras que el reverso quedaba oculto o apenas era visible. “Ello nos proporciona pistas acerca de la posición del brazo y de la mano a la hora de intentar reconstruir e identificar, en función de paralelos conocidos, el tipo de obra escultórica de la que procedía el fragmento”, señala el estudio. Esta disposición indica que el personaje enseñaba la pátera con una ligera inclinación hacia el suelo y levemente ladeada a la derecha. La mano, igualmente, muestra unas manchas de color marrón oscuro que podrían corresponder a signos de combustión. Eso apunta a que pudiera tratarse de un fragmento de amortización de escultura salvado de la combustión en un horno de cal. Tras la caída de Roma, los habitantes de las ciudades y villas abandonadas rompían y quemaban las estatuas para fabricar el preciado polvo de mármol.
En función del análisis arqueométrico, del tamaño y del carácter realista de la pieza, los expertos concluyen que formaba parte de “una estatua de gran formato de proporciones naturales y que representaba a una figura de pie. La presencia de la paterea umbilicata señala que el personaje representado pudo haber sido tanto una deidad como un oferente en un sacrificio”.
Este tipo de recipientes era utilizado para llevar a cabo las libaciones de vino, leche, agua o aceite sobre las ofrendas, el altar o el suelo durante la fase previa de los sacrificios, “por lo que resulta muy típico de las representaciones de emperadores, miembros de la familia imperial, magistrados y notables de las ciudades”, deducen. “Podemos concluir”, se lee en el estudio, que “formaría parte de un monumento escultórico de carácter cívico-religioso de mortal o de deidad, propio en este ámbito geográfico de la época altoimperial romana. Por tanto, la estatua estaba emplazada en un lugar público de gran relevancia, como un templo o un espacio del foro del yacimiento de El Forau de la Tuta”.
¿Pero a quién representaba en realidad? Los especialistas recuerdan que este tipo de esculturas cuentan con “numerosos paralelos iconográficos en la plástica romana reflejados en estatuillas, apliques de bronce, monedas, pinturas murales, relieves y esculturas de mármol. Pero casi todos con la pátera en la mano derecha, excepto algunas imágenes de los dioses Lares (antepasados familiares que protegían las casas) que llevaban el plato en la izquierda porque con la derecha escanciaban, mientras danzaban, el vino sobre ella con un rython o oinochoe (jarra). Los redactores del informe mencionan otros ejemplos semejantes conocidos, como la representación de dos magistrados que sostienen las páteras con la izquierda mientras que en la derecha llevan el incienso para un sacrificio.
Al tratarse de una gran estatua tendría que corresponderse con deidades, emperadores divinizados, sacerdotes, magistrados o notables. “Para los togados masculinos, el principal modelo iconográfico sería, posiblemente, Augusto como pontifex maximus capite velato [máximo pontífice con la cabeza cubierta], u otros príncipes y miembros de la familia imperial”. En este caso, los especialistas afirman que esta imagen podría también estar relacionada con el Coloso del Foro Augusto (Roma), identificado como Genius Augusti, que lleva la pátera en la mano izquierda ligeramente inclinada ―como la de Artieda― con el brazo extendido en actitud de libar.
“En definitiva, aunque a falta de más datos nos resulta del todo imposible identificar con total seguridad de qué personaje concreto se trata, proponemos la hipótesis de identificar este fragmento como parte de una estatua relacionada con el culto imperial, bien de Genius Augusti con lituus ([nstrumento musical] en la mano derecha y pátera en la izquierda siguiendo el modelo del Foro de Augusto o bien de un Lar Augusti danzante con jarra en la mano derecha y pátera en la izquierda”.
José Ángel Asensio, del Instituto de Estudios Altoaragoneses, explica que los Genii y los Lares Augusti surgen durante la reforma religiosa de Augusto y que cobraron un fuerte impulso en época flavia y severiana (desde finales del siglo I a comienzos del III), principalmente en la provincia Tarraconense donde se alzaba la ciudad romana de Artieda.
Mármol de Italia
Por otra parte, los resultados isotópicos confirman que la estatua fue tallada en mármol de Luni-Carrara procedente del norte de Italia, “material altamente apreciado en la escultura especialmente en el siglo I de nuestra era y que ha sido identificado en multitud de yacimientos arqueológicos hispánicos”. Esta situación “lleva aparejadas importantes cuestiones socioeconómicas, ya que se trataba de un elemento de la máxima calidad, importado de tierras lejanas y de precio elevado. Su presencia muestra la profunda implicación de las élites de la civitas de Artieda en el proceso de monumentalización de su centro urbano”, añade Asensio.
La explicación de por qué los notables de estas ciudades pirenaicas y circumpirenaicas de Tarraconense optaron por la importación de costosas piezas escultóricas podría tener que ver con una cuestión de prestigio y de exaltación del poder del emperador, lo que impulsó la adquisición e importación de piezas basadas en modelos oficiales y fabricadas en talleres itálicos con un material que se extraía de las canteras imperiales.
Y en cuanto a cuándo fue tallada, los expertos creen que, dadas sus características, “entre las primeras décadas del siglo I y finales de centuria o principios de la siguiente”. Por tanto, todos los indicios apuntan hacia una datación de la pieza en un momento impreciso del siglo I ―entre los reinados de Tiberio-Claudio― y principios del siglo II. Elemental.
Babelia
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