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¿Cómo decir el verso del Siglo de Oro en el siglo XXI?

Una docena de actores de menos de 30 años se adiestran cada temporada en la Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico como si estuvieran en un centro de alto rendimiento dedicado a la palabra

Los actores de la Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico posan durante una sesión de trabajo con Lluís Homar, primero por la izquierda de pie.
Los actores de la Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico posan durante una sesión de trabajo con Lluís Homar, primero por la izquierda de pie.Jaime Villanueva
Rocío García

“El verso te da alas, como todas las dificultades de la vida. Entrar en el teatro clásico es como abrir la puerta a una telenovela, llena de enredos y situaciones. Es como una serie de Netflix hablada en verso”. Así refiere Cristina García, actriz jerezana de 30 años, su encuentro con el verso y los autores del Siglo de Oro. Ania Hernández, nacida en Castelló hace 27 años, busca el símil con la música para explicar el descubrimiento de ese templo de la palabra que edificaron Lope de Vega, Calderón y tantos otros. “Muchas de las canciones que hoy escuchamos son versos. El verso es como una canción que expresa sentimientos y emociones”. La responsabilidad de conocer y comunicar toda la belleza que entrañan los textos del Siglo de Oro, también la de batallar contra la creencia de que el teatro clásico es “aburrido y vetusto”, es uno de los hallazgos que ha deparado el verso a Íñigo Arricibita, navarro de 30 años. Todos ellos forman parte de la sexta promoción de la Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico (JCNTC), un proyecto que puso en marcha la Compañía Nacional de Teatro Clásico (CNTC) en la temporada 2006-2007 con el objetivo de crear cantera de profesionales que garantice la continuidad de la representación de los autores clásicos españoles.

Para conocer cómo se enseña hoy en día el verso, qué dificultades tiene, cómo se acerca uno a la tradición del Siglo de Oro desde una perspectiva actual, EL PAÍS ha pasado una jornada con los 12 intérpretes (seis hombres y seis mujeres) de esta compañía, que estrenarán su primera obra, La discreta enamorada, de Lope de Vega, este jueves en el Teatro Soho de Málaga, dirigidos por Lluís Homar, responsable de la CNTC desde marzo de 2019. Luego iniciarán una larga gira por distintas ciudades para recalar la temporada próxima en el Teatro de la Comedia de Madrid, sede oficial de la compañía.

Y en esa jornada se entra en un verdadero centro de alto rendimiento de investigación de la palabra, pero también en la polifonía, el ritmo, el cuerpo, el verso y, cómo no, la interpretación. Profesores de la talla de Lluís Homar (interpretación), Guillermo Bautista (coro y polifonía), Oscar Valsecchi (cuerpo) y el gran experto en verso Vicente Fuentes son la guía de entrada de estos jóvenes en los textos de unos autores únicos en el mundo, intentando hacer del verso algo que les acerque y no les distancie, como apunta Homar. “Esa es nuestra gran batalla”, añade este actor que viene de una familia de maestros. Todos sus hermanos, siete, se dedican a la enseñanza. Ahora, con 65 años, él ha encontrado feliz esa tradición familiar en la JCNTC.

“Transmitir toda mi experiencia a los más jóvenes da sentido a mi vida”, asegura Homar, que se considera un buscador de tesoros y el tesoro es, dice, ir al encuentro de lo que cada uno es. “Como profesor de interpretación de esta compañía intento dar las herramientas para que cada uno vaya al encuentro de su propia esencia. No damos herramientas para una obra en concreto, sino para un recorrido de profesión y de vida”. Para el actor y director, que nunca había trabajado la palabra con tanta intensidad como ahora, a la grandeza del verso se llega desde la percepción, más que desde la comprensión, algo más cercano a la danza o la pintura. “Hemos intelectualizado el verso y venerado a todos esos autores irrepetibles y únicos, pero la realidad es que sus textos estaban dirigidos al pueblo. Por supuesto que hay que intentar comprender el verso, pero no agarrarlo y sujetarlo porque, además, no se deja. Si hay algo en lo que insistimos mucho es en la comunicación de los textos, uniendo palabra, sensación y emoción”.

A la última convocatoria de la compañía se presentaron 960 solicitudes, de las que, tras diversas cribas, se llegó a la selección de estos 12 actores (todos ellos menores de 30 años y con estudios o experiencia). Dispuestos en círculo en el local de ensayos que la CNTC, dependiente del Ministerio de Cultura, tiene en Madrid, los intérpretes que formarán parte de este grupo estable hasta julio de 2024 están sentados en la punta de las sillas, echados para adelante, activos y atentos, mientras van explicando su aproximación al verso y el porqué de su entusiasmo. Son conscientes de estar defendiendo un patrimonio vivo, de estar conociendo de una manera muy intensa el lenguaje y de que este acercamiento al verso les está dando la enseñanza más completa a la que puede aspirar un actor.

Otro momento de trabajo de la compañía.
Otro momento de trabajo de la compañía.Jaime Villanueva

“El verso te ayuda, como si se tratara de una pintura, a conocer unos colores y unos matices muy concretos para exponer una obra de arte que tiene ya varios siglos”, apunta la primera, Cristina García. “Conocer el Siglo de Oro es un juego que, desde el punto de vista de la interpretación, te abre un campo muy libre”, añade Antonio Hernández (25 años). A su lado, Cristina Marín, de 26 años, cree que, claro, muchas cosas han cambiado desde los siglos XV y XVI en los que se escribieron las obras del teatro clásico, pero que las pulsiones y los deseos que encierran son los mismos de hoy. Ania Hernández no cabe en sí de gozo al reconocer la sensación “maravillosa y gratificante” que le está suponiendo su paso por esta compañía. “Me ha dado la oportunidad de expresar lo que siento con esas palabras tan bellas”, dice, mientras su colega Marc Severa se entusiasma con la riqueza del lenguaje que aporta la enseñanza de la poesía y la lírica. “Solo en ocho versos has utilizado más palabras y conceptos que tú en un día entero”, explica.

Si hay algo que les preocupa a todos es la intención de comunicar bien aquello que, en principio, parece algo complicado y dentro de unas estructuras complejas. “La dificultad es focalizar el camino para el entendimiento de estos versos. En las primeras lecturas me costaba una barbaridad entender el texto y darle un sentido, pero, poco a poco, el óxido se va reblandeciendo”, apunta Pascual Laborda. “A mí me interesa la vida de estos textos y poderla transmitir de una forma asequible. Te encuentras con una serie de gente que cree que el teatro clásico es algo aburrido y vetusto. Nosotros tenemos la responsabilidad, y lo estamos trabajando con La discreta enamorada, de transmitir la pulsión que está dentro de esta obra y hacer que este espectáculo sea comprensible y disfrutable”, anota Íñigo Arricibita.

Y, a la espera de estrenarse sobre un gran escenario, entre cantos, bailes, ritmos y declamaciones, estos 12 actores buscan los tesoros que esconde el Siglo de Oro y que tan bien definió Lope de Vega: “La pintura es poesía de los oídos, como la pintura poesía de los ojos”.

Reflexiones de cuatro veteranos del verso

“Decir el verso”: así es cómo se refieren en el mundo de la interpretación a enfrentarse a un texto escrito en verso. No hay una manera especial de decir el verso, depende de los actores y también del director de la obra. En lo que todos coinciden es en el enorme conocimiento que te da de la lengua y del ritmo y la música, elementos esenciales a la hora de interpretar. Cuatro actores curtidos en el teatro clásico reflexionan aquí sobre la importancia de enfrentarse a los textos del Siglo de Oro, a esos versos que unen música y palabra.

La actriz Adriana Ozores.
La actriz Adriana Ozores. Bernardo Perez (EL PAÍS)

Adriana Ozores (Madrid, 63 años). “El verso es ritmo, música, tiempo y un baile con mi compañero. Si consigues volar con la música y ritmo en el verso, ‘el tiempo’ lo tendrás ganado para el resto de textos a los que te tengas que enfrentar. El trabajo de un actor es, en gran parte, saber el espacio y la calidad que tiene una pausa, cuándo esperar y cuándo continuar. Esta herramienta te la aporta la práctica del verso. Yo, que me formé con Adolfo Marsillach, por encima de la estructura del verso, trabajo intensamente sobre aquello que quiere decir el autor, qué quiere expresar en todos y cada uno de los versos y las escenas. Necesito primero transitar esos versos. Para mí, el artista tiene que sentir el pálpito de lo que ha de decir, entenderlo a nivel de alma, y luego llega la estructura del verso, porque el alma del actor es frágil y una estructura a priori la puede oscurecer para siempre. Trabajo así en verso y en prosa, ya sea una campesina o una gran dama del Siglo de Oro. Educarse en el verso es una herramienta necesaria para manejar ‘los tiempos’ en la interpretación, aunque al principio ajustarse al verso puede parecer un corsé. Si seguimos primero el pálpito, aprehenderemos la estructura de manera más fácil y armónica”.

Francesco Carril, en la obra 'Doña Rosita, anotada', de Pablo Remón.
Francesco Carril, en la obra 'Doña Rosita, anotada', de Pablo Remón.VANESSA RÁBADE

Francesco Carril (Madrid, 37 años). “El verso te curte, te enseña, te ayuda a conocer el idioma. Los versos del teatro barroco te pueden si no los conoces. El verso lo que te da es un encuentro con la lengua, es la mejor manera de conocer en profundidad la lengua, su sintaxis y su gramática, además de entrenarte a moverte con rapidez en una estructura rígida. Al enfrentarse con un nivel de altura poética muy grande, hay que encontrar la manera de no hacer más belleza de la que tiene, con la energía del hoy y no del ayer. La dificultad al trabajar con poesía es encontrar que el espectador pueda sentir y emocionarse, saber cómo hacer legibles esos textos para aquellos que lo oyen. Es muy parecido al trabajo de barra de los bailarines de danza clásica. El verso es una estructura rítmica y, como tal, te da un sentido del ritmo enorme, algo que es fundamental para hacer una comedia”.

Israel Elejalde, fotografiado en 2021.
Israel Elejalde, fotografiado en 2021.INMA FLORES (EL PAIS)

Israel Elejalde (Madrid, 49 años). “Para mí, el verso español barroco es probablemente el trabajo de mayor dificultad de un actor, se asemeja a la necesidad de disciplina y conocimientos técnicos como los que pueden tener los bailarines y cantantes. Te propone una serie de estructuras que no puedes romper y, así mismo, buscar los sentimientos y naturalidad que te marcan esos ritmos. Uno se tiene que adecuar a aquello que propone el poeta. A la hora de respetar la estructura, hay diferentes y antagónicas visiones dependiendo de los actores y directores. Para mí, lo primero que debes hacer es meterte en ese corsé, en esa estructura tan férrea, para luego decidir que te lo puedes saltar. Es muy importante saber a qué público te diriges, se puede ser muy canónico o muy rompedor para que se entienda mejor. Los actores españoles formados en el clásico envidiamos de los ingleses el conocimiento de su aparato vocal y de su respiración. El verso te hace adquirir una técnica en lo referente al texto, pero también en cuanto a la respiración y el trabajo con tu cuerpo. Si no tienes esa técnica, te puedes quedar sin aire en mitad de un poema. El verso, además, te obliga a relacionarte con las palabras de una manera diferente, de realizar un análisis de compresión del castellano que te lleva a sitios diferentes”.

El actor y director Ernesto Arias.
El actor y director Ernesto Arias.Jaime Villanueva.

Ernesto Arias. (Oviedo, 55 años). “El verso es la musicalidad del lenguaje sin que el lenguaje sea musical. Eso no quiere decir que la prosa no pueda ser musical, porque ahí tenemos los ejemplos de Lorca o Valle-Inclán. El verso y, concretamente, el del Siglo de Oro tiene unos recursos muy concretos para organizar el lenguaje, para unir la palabra y la música. No hay lenguaje más rabiosamente organizado en su estructura como el de Calderón. Nunca la palabra alcanzó el punto de hermoseo y musicalidad en su forma y contenido como con Calderón, nunca la palabra ha sido más elaborada que con Calderón. Cuando un actor se enfrenta a un material de esta naturaleza y triunfa está entrenado para cualquier manejo de la palabra, por eso el conocimiento del verso es bueno para cualquier intérprete que se enfrente a cualquier trabajo, sea en teatro clásico o no. Cuando asesoro a los más jóvenes, trato de decirles que traten de interiorizar las estructuras del verso con la pretensión de que suene elocuente, verosímil y sugestivo, que suscite algo en el alma del espectador. No hay una manera especial de decir el verso. Una cosa es la musicalidad que se desprende de la obra y otra la que quiera dar el director. De alguna manera, el intérprete está al servicio de dos fuerzas que a veces colisionan. El conocimiento del verso tiene que ver también con el director y no solo con los actores”.

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