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Alice Kellen: “Yo lloro y facturo, me niego a tener que ser de hielo para que te respeten”

La escritora valenciana, de 33 años, fue la autora más vendida en 2022. Sus libros sobre relaciones personales y sentimientos han seducido a dos millones de lectores. Ahora presenta ‘Donde todo brilla’, su obra más ambiciosa

Alice Kellen, escritora, fotografiada en Madrid.
Alice Kellen, escritora, fotografiada en Madrid.Bernardo Pérez Tovar
Luz Sánchez-Mellado

Esta mujer menuda, resuelta a la vez que pudorosa y con un discurso que va ganando en poso y peso según avanza la conversación, vende más que muchas —que todas, en realidad— vacas y bueyes sagrados de la literatura en español. Cita en la sede de su editorial, donde las editoras, porque son mayoría absoluta de mujeres, hacen la ola a su paso. Y donde aprovecha el lanzamiento de su último libro para concentrar las entrevistas de promoción y volver a su casa en medio del campo en Valencia, donde vive con su pareja y sus dos niños pequeños. Viéndola así, tan sencilla, tan sin truco, tan de estar por casa, y sabiendo que su nombre de pila es Silvia, da cosa llamarla Alice Kellen, así que le consulto a ella misma.

¿Cómo la llamo: Alice o Silvia?

Alice.

¿El pseudónimo es un escudo personal o un ariete comercial?

Mi nombre real no es ningún secreto, pero Alice Kellen es el que elegí para presentarme al público. Me lo inventé cuando empecé a autopublicar mis libros. Antes, usé otros pseudónimos, y no descarto firmar con mi verdadero nombre en el futuro.

¿Por qué escribe?

Escribo diarios desde los 9 años. Llegaba del cole y me ponía a escribir. Era mi momento, mi pasatiempo, como a quien le gusta dibujar. Para mí es un hábito. No podría vivir sin escribir. Lo hubiera seguido haciendo aunque nadie me hubiera publicado. Hoy es un trabajo, pero nunca ha perdido ese punto de placer.

¿Nunca ha experimentado el famoso terror al folio en blanco?

No, aunque ahora, a veces, sí que hay un poco de bloqueo, porque te pones más presión mental.

¿Presiones propias, del mercado, por el miedo a defraudar?

Son tantas cosas... Es cierto que la expectativa pesa. Hay gente que espera meses a que escriba mi nuevo libro para comprarlo, me lo dicen en las firmas, y eso una responsabilidad. También tengo miedo a decepcionarme a mí misma. A veces me pregunto por qué sigo publicando, qué aporta una nueva novela mía. ¿Qué puedo contar, si ya está todo contado, si todos hemos hablado de amor y de dolor y de pérdidas y de traiciones y de éxito?

¿Y qué se responde?

Siempre vuelvo a esa niña que escribía por placer. Es algo casi egoísta. Escribo para divertirme.

¿Y quizá también para vivir otras vidas?

No sé si soy una persona conformista, pero veo a mi alrededor gente que siempre está pensando en cosas que conseguir, cosas que comprar, viajes que hacer. A lo mejor no necesito tantos estímulos en mi día a día. Estoy muy feliz con mi vida. Y, sí, puede que sea también porque tengo mi forma de empatizar con otras a través de la escritura.

Me parece estar hablando con alguien bastante mayor que sus 33 años.

Bueno, siempre he sido un poco viejoven. Hay días que me veo como una señora de 80 años y otras, como una niña. No tengo un plan preconcebido. Me dejo llevar.

Hay quien va a verla a las ferias y a las firmas de libros como a una estrella del rock. ¿Qué les da?

Primero, no entiendo qué hacen ahí. Luego, en el tú a tú con las lectoras, te dicen que se han tatuado el nombre de un personaje, o hay madres que te dicen que te leen con sus hijas y te dan las gracias. Es muy emocionante. Creo que mis libros se sienten. Hablan de problemas, de afectos, de vínculos de una manera universal. Cambian las modas, las épocas, los países. Pero si te paras a pensar, el amor, el dolor del fracaso, la desolación, sigue siendo el mismo ahora y hace mil años. Llevamos siglos girando alrededor de las mismas pasiones.

Dice lectoras, en femenino.

Porque son mayoría. Las mujeres leemos más, todos los géneros. Y luego, cuando a las mujeres les gusta algo, les gusta de verdad, les encanta, les apasiona. Yo a lo mejor no soy la persona más apasionada del mundo. No soy fan, nunca he ido a una firma de libros de otros, pero, en general, no veo esa pasión y ese sentimiento en los lectores hombres.

Alice Kellen, fotografiada en la sede de su editorial en Madrid.
Alice Kellen, fotografiada en la sede de su editorial en Madrid.Bernardo Pérez

¿Sus libros acompañan?

Vivimos en la época de mayor conexión y en la que más gente se siente más sola. Nos equivocamos pensando que, al final del día, solos en el sofá, socializamos con gente que en realidad no conocemos a través de las redes sociales. No niego que eso le sirva a mucha gente. Pero yo soy mucho más sensorial. No es lo mismo oír, oler, tocarse, y una pantalla no sustituye eso. Mis libros hablan de sensaciones. Son un refugio. Te meten en otro mundo durante 10 o 15 horas. Requieren concentración. Si te hace sentir y te hace pensar, he logrado mi objetivo.

Muchas lectoras son más jóvenes que usted. ¿Le sorprende?

Me encanta, y trato de estar al día. Una cosa curiosa que he visto en el tiempo que llevo escribiendo, por lo que me cuentan las lectoras, es que antes se fijaban más en el personaje del chico. Querían enamorarse de él... Ahora, lo que quieren es identificarse con la chica.

¿Cómo son ‘sus’ mujeres?

Fuertes, pero con debilidades. No me gusta esa tendencia actual de que las mujeres tengamos que ser siempre fuertes. Quiero poder ser fuerte, pero también tener derecho a ser vulnerable, a poder llorar, a poder sentir. Eso de ahora tengo que ser la reina del hielo para que me respetes no va conmigo.

Shakira canta “las mujeres no lloran, las mujeres facturan”.

Exacto. Yo lloro y facturo, es compatible. Las mujeres podemos llorar y facturar sin dejar de hacernos valer. Eso es volvernos a poner presión. Voy a ser como quiera ser. No me pongas más presión, no me digas cómo tengo que ser, que cada una decida cómo quiere sentir y mostrarse y vivir.

Hablando de dejar vivir. ¿Nota la mirada por encima del hombro de los críticos literarios?

Ni por encima ni por debajo. Ni siquiera me miran. Es como un mundo aparte. Tampoco me interesa. Quien quiera leerme, bien, y quien no, también.

¿Lo suyo es literatura?

Claro que es literatura. Eso sí que me indigna. Nadie dice que una película, cualquier película, no sea cine porque no le guste. Si lees y te aporta algo, es literatura.

¿Qué le diría a quien califica de “cursis” sus libros?

Le preguntaría que si alguna vez se ha enamorado. Y si la respuesta es que sí, son unos cursis. Hablo de esas emociones.

¿En sus libros hace elipsis sexuales o entra en materia?

Depende de lo que te pida la historia. Me lo planteo como una escena más, escribir de sexo no es un objetivo por sí mismo.

¿La maternidad ha cambiado su forma de escribir sobre sexo?

Al revés, me ha liberado. Antes me podía dar vergüenza escribir según qué cosas por mis padres, pero ahora la madre soy yo, y creo que los hijos a las madres no nos tienen que ver como unas señoras que están ahí y no saben cómo han llegado. Espero que los míos me vean en el futuro como lo que soy: una mujer que también disfruta del sexo, de sus amigas, de la vida. Que sepan que su madre también folla, y que no pasa nada.

¿Qué carrera estudió antes de triunfar como escritora?

Dejé de estudiar. Era muy mala estudiante, repetí dos veces en secundaria. Luego empecé Filología Hispánica y lo dejé. Solo pensaba en escribir. Durante un tiempo, me gané la vida montando una empresita de marketing digital, pero poco a poco, la escritura fue dándome de comer, así que también lo dejé. De lo que sí me he arrepentido toda la vida es de no haber vivido la vida universitaria, de hacer un Erasmus, de disfrutar de esa etapa, pero en aquel momento todo eso me parecía un rollo, y lo que quería era escribir y escribir. Esa espinita la llevo clavada. Mis padres se enfadaron muchísimo conmigo, decían que escribiera en los ratos libres, pero que estudiara algo práctico de lo que poder vivir.

Pues ahora está forrada.

Pero podría no estarlo, no escribo por dinero, nunca lo he hecho.

Ahora que es madre, ¿comprende a sus padres?. ¿Si un hijo suyo deja el cole porque quiere ser, no sé, rapero, ‘youtuber’, le daría una alegría o un disgusto?

Le diría que fenomenal, pero trataría de que también estudiara. Siempre quieres lo más seguro para ellos, lo que se sale de la norma es lo que da más miedo y ahora que soy madre, sí, lo entiendo.

LAS PASIONES DE ALICE

Alice Kellen no se llama así. Se llama Silvia, pero la sonoridad de ese pseudónimo la sedujo tanto como para adoptarlo como propio cuando empezó a autopublicarse los libros que escribía a ratos, muchos ratos, desde que era niña. En ellos, Alice, o Silvia, imaginaba historias de chicas y chicos que se enamoran, se desenamoran, se buscan, se encuentran, se añoran o se separan. La historia del mundo desde que el mundo es mundo. Su público fue creciendo hasta que una gran editorial la fichó y, desde entonces, ha vendido dos millones de ejemplares de sus historias, al margen de la crítica y los suplementos literarios. Sus giras por las ferias del libro de España y Latinoamérica se convierten en acontecimientos para sus lectores, la mayoría mujeres, que la siguen con pasión de fans, lo cual, dice Kellen, no ha dejado jamás de sorprenderla. "Yo jamás he pedido una firma a ningún escritor, y, hasta hace poco, no consideraba escribir como mi profesión, solo ahora empiezo a considerarme una de ellos, porque lo mío también es literatura", afirma.

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Sobre la firma

Luz Sánchez-Mellado
Luz Sánchez-Mellado, reportera, entrevistadora y columnista, es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y publica en EL PAÍS desde estudiante. Autora de ‘Ciudadano Cortés’ y ‘Estereotipas’ (Plaza y Janés), centra su interés en la trastienda de las tendencias sociales, culturales y políticas y el acercamiento a sus protagonistas.

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