Los trabajadores locales de las sedes del Cervantes en el exterior convocan una huelga para pedir una subida de salarios
El paro, previsto para los días 17 y 18 de abril y que sigue a los que ya se realizaron en noviembre y enero, pretende denunciar que los sueldos llevan más de 14 años congelados
Los trabajadores locales de los centros que el Instituto Cervantes tiene en el extranjero han convocado una nueva huelga los próximos 17 y 18 de abril, según ha informado la sección Instituto Cervantes de la Confederación General del Trabajo (CGT). Después de los paros mantenidos en noviembre y enero, el colectivo de trabajadores sujetos a legislación local de los centros Cervantes en el exterior ha acordado, tras reunirse en asamblea, una nueva huelga, que supondría la tercera en cinco meses. La portavoz de la sección sindical de CGT en el Instituto Cervantes —que prefiere no dar su nombre— precisa que los afectados “son unas 300 personas”. Por su parte, el gabinete de prensa de la institución dice que la cifra está en torno a 280.
Tras más de 14 años de congelación salarial, movilizaciones y propuestas de negociación, la huelga tiene como objetivo que el Instituto Cervantes se siente a estudiar “la actualización salarial que asegure la aplicación de incrementos anuales al personal del IC sujeto a legislación local, sin discriminarlo ni desampararlo como en la actualidad”.
Según el gabinete de prensa del Cervantes, la participación de las anteriores convocatorias de huelga alcanzó del 10 al 15% del total de esos trabajadores, pero la portavoz de la CGT matiza que ese porcentaje es mucho mayor en Europa, donde un 66,8% secundó el paro de enero. En este continente los trabajadores locales tienen un menor poder adquisitivo, comparado con otras sedes en el resto del mundo. Esto es algo con lo que el Cervantes concuerda: “En Egipto, el poder adquisitivo de un trabajador del Cervantes es muy alto, casi más que el de un ministro de ese país, mientras que, por ejemplo, en Israel es mucho más bajo”. Por ello, no todos los trabajadores sufren del mismo modo esta congelación salarial.
Dejando de lado esas diferencias geográficas, la portavoz de la CGT denuncia que “el dinero está mal repartido”. “Es injusto que un auxiliar de un país nórdico gane una miseria respecto al sueldo que reciben los directivos. Si no pueden aumentar los salarios más bajos, que equilibren el gasto, haciendo un reparto más equilibrado y dando más ayudas a aquellos puestos más desfavorecidos”, argumenta por teléfono a EL PAíS. “En el exterior no hay reglas en las tablas salariales. Dentro de la misma categoría hay sueldos muy diversos, pero tampoco las diferencias salariales entre puestos responden a una lógica. Por ejemplo, en Estocolmo, un profesor gana el doble que un auxiliar, y el director tres veces más que el profesor. Es todo un despropósito”, añade.
El gabinete de prensa de la institución indica que el Instituto Cervantes en el exterior carece de convenio colectivo, pero cuenta con un documento, negociado con los representantes de los trabajadores del exterior, que regula las condiciones laborales del personal local. Se trata de la Resolución de 6/07/2009. Los sueldos del personal local dependen de la normativa laboral del país en que presta servicios, pero además se complementa en aquellos aspectos en que la citada resolución mejora lo dispuesto en la norma local.
La portavoz sindical también considera que las negociaciones son inexistentes entre ambas partes: “No hay. Aunque sabemos que el Cervantes no puede subirnos el salario por su cuenta sin que lo apruebe la CECIR [Comisión Ejecutiva de la Comisión Interministerial de Retribuciones], podría hacer una propuesta”. Algo que contrasta con la versión del Instituto, ya que, según su gabinete de prensa, no han dejado de negociar: “El Instituto Cervantes presentó en 2022, sin éxito, dos propuestas a la CECIR: el 1 de marzo y el 19 de julio. Las dos fueron denegadas por la CECIR”.
En el comunicado, los trabajadores advierten de que, si no se producen estas conversaciones, convocarán nuevos paros: “El personal afectado sigue esperando que el Instituto Cervantes ejerza su responsabilidad e inicie negociaciones que resuelvan esta situación de precariedad y eviten más días de huelga previstos para los meses de mayo (15 y 16); junio (12 y 13) y julio (10 y 11)”.
A lo largo de sus 30 años de existencia, el Cervantes se ha expandido a 44 países, en los cuales tiene 87 sedes. A pesar de que la institución cultural ha recibido un incremento en su financiación desde la llegada al poder del Gobierno de coalición entre socialistas y Unidas Podemos, no ha desbloqueado la congelación salarial que desde 2009 sufren los trabajadores locales en todo el mundo, de los cuales la mayoría son auxiliares y oficiales administrativos, pero también existen otras categorías “intermedias” afectadas: los profesores, bibliotecarios y gestores culturales. La responsable de prensa del Instituto matiza esta información: “En el año 2009, la CECIR llevó a cabo una revisión salarial para todo el personal local. Sin embargo, hay que tener en cuenta que al personal local no se le aplicó la bajada de retribuciones del 5% que, con motivo de la crisis económica, se aplicó al resto del personal de la Administración General del Estado en 2010. En este sentido, no perdieron poder adquisitivo”.
A finales del año pasado, tras la primera huelga de noviembre en la que también participaron el resto de sindicatos y que se extendió a los trabajadores sujetos a la legislación española y a los de otros departamentos de Exteriores como consulados o embajadas, la CECIR aprobó una subida salarial del 3,5% para los empleados del Cervantes, pero cuatro meses después este incremento no se ha visto reflejado en las nóminas. El gabinete de prensa apunta que se debe a que la CECIR no indicó el porcentaje aplicable a cada país, sino que autorizó una subida del 3,5% aunque exigió una modificación de la Relación de Puestos de Trabajo (RPT) en el caso de los trabajadores que percibían el tope máximo de retribuciones. Esa RPT de personal local tiene un límite máximo de retribuciones para cada trabajador, y todos los trabajadores locales del Instituto Cervantes estaban ya en el límite máximo.
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