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CONVERSACIONES A LA CONTRA

Darío Adanti: “Deberíamos debatir sobre los límites de la opinión, no sobre los del humor”

El autor argentino alerta en ‘El meteorito somos nosotros’ de los riesgos de no actuar ya contra el calentamiento global

Aitor Marín
Darío Adanti, el 18 de enero en el Café Comercial de Madrid.
Darío Adanti, el 18 de enero en el Café Comercial de Madrid.Jaime Villanueva

Darío Adanti (Buenos Aires, 51 años) está suscrito a revistas como Science o Nature, lecturas que, además de ilustrarle, hace tiempo que llevan alertándolo sobre las consecuencias del cambio climático y el calentamiento global. “Yo veía que los científicos estaban cada vez más preocupados por el asunto, aunque ese no fuera el tema del artículo. Así que empecé a leer cosas directamente relacionadas con el cambio climático y descubrí que el tema era cada vez más grave”, advierte este ilustrador y autor de cómics. Adanti podría haberse quedado ahí, pero como ya hizo en 2017 cuando se metió de lleno en la polémica de los límites del humor, con la publicación del cómic-ensayo Disparen al humorista, ahora ha preferido ponerse serio y compartir sus preocupaciones con sus lectores. El resultado, El meteorito somos nosotros (Astiberri).

Pregunta. ¿Un cómic-ensayo sobre la inminencia del apocalipsis puede considerarse humor inteligente?

Respuesta. Yo estoy un poco en contra del término humor inteligente, porque todo humor es un proceso cerebral que tiene que ver con la inteligencia. Sin una inteligencia desarrollada, el humor no funciona. En el caso del libro, se trata más bien de dar malas noticias envueltas en la catarsis que produce la risa. El problema de la emergencia climática es tan heavy, tan grande, tan complejo y tan decisivo en la historia de la humanidad que si lo cuentas directamente sin ningún tipo de humor podemos caer en la tentación de dar la batalla por perdida. Es un poco como en los funerales, ¿no? Que el humor sirve un poco para relajarse.

P. ¿Me está queriendo decir que estamos ante el funeral de la humanidad?

R. Bueno, yo creo que el ser humano es resiliente como especie, pero si no hacemos algo de aquí al 2050 sí que estamos ante el fin de las civilizaciones como las conocemos porque todas las tecnologías que utilizamos están basadas en los combustibles fósiles y estos están hipotecando el clima. Hoy el problema de hipotecar ya no es que haya una o dos olas de calor, es que nos deja sin agua y sin recursos alimenticios. Y la responsabilidad del calentamiento global está directamente relacionada con la renta per capita. Quienes más tienen consumen más y contaminan más, las rentas medias consumimos menos, pero también consumimos e igual somos parte del problema y las rentas más bajas es que ni siquiera llegan al nivel de huella de carbono per capita. Entonces, ¿cómo haces desde una mayoría para que una minoría pudiente baje su nivel de vida? Es un tema muy difícil y complicado, pero es mejor frenarlo antes del 2050 que no hacerlo, que ahí sí que puede ser el apocalipsis.

P. ¿A quién pretende convencer con su libro?

R. Lo que pasa con el humor es que es un poco solo para la parroquia. Por un lado, le puedo dar un montón de datos fácilmente recordables —porque no están en gráficos, sino dibujados y con chistes— a todos aquellos que saben que esto pasa, pero no tienen argumentos para luchar contra el negacionismo, aunque también lo veo como un trabajo de divulgación para las nuevas generaciones, que igual no tienen toda la información pero tampoco se han volcado aún hacia el negacionismo. Confío más en las nuevas generaciones que en la nuestra.

Ante el cambio climático, lo más importante es pensar a quién votas y exigir a tu Gobierno que cumpla los tratados”

P. Entre las acciones que propone el libro para solucionar el asunto, señala que sería importante que los países cumplieran los acuerdos. ¿Esto, por obvio, no resulta aterrador?

R. Es aterrador. Por eso, además de consejos como usar menos el coche y montar más en bicicleta, digo que lo más importante es pensar a quién votas y exigirle a tu Gobierno que cumpla los tratados, porque, aunque no sean perfectos, al menos mitigan un poco los efectos del calentamiento global. No los ha cumplido ningún país y eso es desesperante. Sobre todo, si piensas que España y el Mediterráneo son una zona muy vulnerable al cambio climático.

P. ¿Cómo hemos llegado a este punto en el que la opinión se equipara a la verdad científica?

R. Esto es muy peligroso. Cuando se discutía hace un par de años, de los límites del humor, lo que de verdad deberíamos haber debatido son los límites de la opinión. En el mercado de las opiniones, la que vale más no es por los datos o la información que contiene, sino por ser la más vendible. Y en el caso del negacionismo es terrible. Todos queremos creer que no vivimos en un caos incontrolable, sino que hay uno o dos malos que lo controlan todo. Nos da cierta seguridad creer que comprendemos las cosas complejas de forma simple, cuando es mentira.

Darío Adanti, en el Café Comercial de Madrid.
Darío Adanti, en el Café Comercial de Madrid. jaime villanueva

P. ¿Cree usted que esta carrera espacial que han iniciado Elon Musk y otros millonarios tiene que ver con que se están buscando una escapatoria?

R. Yo creo que esa es la fantasía que tenemos todos, pero pienso que en realidad son bastante más descerebrados y bastante más frívolos. Terrificar Marte costaría mucho más que dejar de echar CO2 a la atmósfera terrestre. La historia es que presentarte como uno de los que puede viajar al espacio te coloca en la élite, es como ir a ver una obra de teatro en Nueva York con una gran estrella, como George Clooney, y que te cueste 5.000 euros… Que igual te da igual Shakespeare, pero eres de los que tienen ese dinero para ver la obra. Entiendo que la NASA envíe misiones para buscar recursos que estamos agotando en la Tierra, lo que luego repercute en avances para toda la humanidad, pero en el caso de los multimillonarios es la tontería. ¿Sabes lo que puede llegar a consumir uno de esos viajes en los que se suben cuatro? Es el lujo de las élites, que se pueden permitir contaminar por capricho.

La libertad de expresión debería proteger por igual lo que odian sectores de la izquierda y lo que odian sectores de la derecha”

P. En 2017, con Disparen al humorista, se metió de lleno en la polémica sobre los límites del humor. Pero, ¿no era entrar en ese debate admitir ya una derrota?

R. Yo creo que sí, lo que pasa es que como soy un cínico… Con ese libro pasó un poco como con este, necesitaba divulgar, aunque al final no sirvió para nada. La globalización ha llevado a que las correcciones políticas, porque las hay de izquierda y de derecha, hayan invadido el tema del humor. Yo hice el libro para intentar divulgar que el humor no es el problema, que simplemente lo han metido en la guerra cultural, pero la libertad de expresión debería proteger por igual lo que odian sectores de la izquierda y lo que odian sectores de la derecha. Pero es cierto que tener que explicarlo es una derrota del humor. Pero es que yo creo que en general escribo sobre derrotas, porque mira también esto del cambio climático.

Todos queremos creer que no vivimos en un caos incontrolable, que hay uno o dos malos que lo controlan todo”

P. ¿El humor se ha convertido en una profesión de riesgo?

R. Es cierto que la cultura de la cancelación, que se asocia mucho a las izquierdas, puede ser un problema para la libertad de expresión, aunque el verdadero problema siguen siendo los sectores fanáticos radicales, que suelen estar vinculados a la derecha, porque son sectores religiosos o relacionados con la extrema derecha. La corrección política de izquierdas es muy pesada en Twitter, pero la fanática te pega tiros, te amenaza, te demanda… La batalla cultural está muy desequilibrada en ese sentido.

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Sobre la firma

Aitor Marín
Es redactor de EL PAÍS. Antes ejerció cargos de diversa responsabilidad en Man, Interviú, Maxim y Quo, entre otras publicaciones. Se licenció en Periodismo por la Universidad de Navarra. Escribe a veces de cómics porque le hubiera gustado dibujar. Además, es autor de la novela Conspiración Vermú (Suma de Letras).

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