Una humanidad vagabunda: en el futuro, todos volveremos a ser nómadas
Tres libros describen un mundo en el que la crisis climática provocará migraciones masivas
El sedentarismo es una invención muy reciente. Y no se trata solo de la costumbre de sentarse en el sofá a ver el Mundial de Qatar, sino de vivir siempre en el mismo sitio en vez de moverse con las estaciones en busca de los territorios más favorables. La humanidad comenzó a construir ciudades y a asentarse hace unos 10.000 años, en el Neolítico, cuando se inventó la agricultura. Si se piensa que los humanos modernos nacieron en África hace unos 200.000 años —como mínimo— se trata de un periodo muy corto. Todavía viven nómadas en algunos rincones del mundo, aunque cada vez más amenazados. Pero no tenemos ninguna certeza de que no exista marcha atrás y no comencemos todos a movernos de nuevo. Y no me refiero solo a los nómadas digitales ni al personaje de Frances McDormand en Nomadland, sino a grandes migraciones como las que forjaron el mundo durante la Edad Media.
Tres libros editados recientemente —dos en inglés y uno en francés— creen que puede producirse un regreso al nomadismo desencadenado por un fenómeno que está cambiando la faz de la tierra mucho más rápido de lo que los científicos esperaban: la emergencia climática. Se trata de Homo migrans. De la sortie d’Afrique au Grand Confinement (Payot), de Jean-Paul Demoule; Nomad Century (Allen Lane), de Gaia Vince y Nomads: The Wanderers Who Shaped Our World (John Murray), de Anthony Sattin.
Resulta muy interesante que tres ensayos de autores muy diferentes —un científico experto en neolítico, una periodista medioambiental y un reportero de viajes— lleguen a una conclusión similar: son las migraciones las que han convertido a la humanidad en lo que es —hablar de países puros como hace la ultraderecha, no solo es racista, sino absurdo y contrario a los datos que nos proporciona la historia: toda sociedad es diversa y mezclada—. También comparten la certeza de que volveremos a ponernos en marcha, no solo desde el sur pobre hasta el norte rico, sino desde todas partes.
La tesis de Gaia Vince, que ha logrado un gran impacto con El siglo nómada, calificado por la ensayista Andrea Wulf como “una lectura esencial”, es que se trata de algo que nos va a afectar a todos. “La migración que viene será grande y diversa”, escribe Vince. “Incluirá a los más pobres que huyen de las olas de calor y de las cosechas arruinadas. Pero también incluirá a los que tienen formación, a las clases medias, a gente que ya no puede vivir donde habitaba porque es imposible conseguir una hipoteca o un seguro de hogar, porque su barrio se ha vuelto inhabitable porque los que tienen medios ya se han ido a otros lugares”. De hecho, la autora confiesa que ella misma ha googleado los precios de la tierra en Nueva Zelanda y Canadá “en busca de un lugar seguro para la próximas décadas”.
Sattin, en Nómadas. Los vagabundos que crearon nuestro mundo —que será publicado en castellano por Crítica—, y Demoule, en Homo migrans. De la salida de África al Gran Confinamiento, sostienen que la humanidad se forjó con su eterno movimiento, que el pasado y el presente no se pueden entender sin pensar que todos los humanos somos fundamentalmente nómadas. “Ningún grupo, ninguna sociedad, constituye una entidad intemporal que se perpetúa a través de los siglos, por todos los territorios han pasado las corrientes de población más diversas”, escribe Demoule, profesor en la Sorbona. Sattin tiene un objetivo concreto con su libro: estudiar las sociedades nómadas a lo largo de la historia para ver lo que podemos aprender de ellas “en un mundo que está fallando”.
Los nómadas dejan una huella climática mínima y, sobre todo, son sus movimientos los que explican la humanidad, no las barreras levantadas para impedirlos. Escribe Vince: “Las migraciones nos salvarán, porque son las migraciones las que nos han convertido en lo que somos”. Quizás sea cierto y la esperanza de la humanidad esté en aprender a volver a vivir en el camino.
Babelia
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