El fiscal general de Brasil denuncia a Bolsonaro por liderar el intento de golpe de Estado contra Lula
El expresidente de extrema derecha, que según la acusación conspiró para revertir su derrota electoral, se enfrenta a delitos que suman 43 años de prisión
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El fiscal general de Brasil, Paulo Gonet, ha denunciado este martes por la noche a Jair Messias Bolsonaro, que fue presidente entre 2019 y 2022, por liderar el intento de perpetrar un golpe de Estado para revertir su derrota en las urnas frente a Luiz Inácio Lula da Silva, según ha informado la Fiscalía en una nota oficial. El pasado noviembre la policía pidió la imputación del expresidente de extrema derecha. Sostiene ahora el fiscal general que Bolsonaro dirigía “una organización criminal basada en un proyecto autoritario de poder”.
Además del exmandatario, han sido denunciadas 33 personas, incluidos varios de sus ministros y un antiguo jefe de la Marina. Uno de los acusados, el militar retirado Walter Braga Netto, que fue candidato a vicepresidente, está en prisión por obstaculizar las investigaciones. Nunca antes un general de cuatro estrellas brasileño había sido encarcelado.
El expresidente está a un paso de sentarse en el banquillo. El fiscal general ha enviado su denuncia al Tribunal Supremo, que ahora deberá convocar a una de sus dos salas para decidir si acepta la denuncia y abre juicio contra Bolsonaro y el resto de los acusados. Bolsonaro está acusado de los delitos de abolición violenta del Estado democrático de derecho, golpe de Estado y de pertenencia a una organización criminal, entre otros delitos, cuya suma alcanza los 43 años de cárcel.
El fiscal general Gonet describe así su denuncia, de 272 páginas, en el preámbulo: “Aquí denunciamos los hechos protagonizados por un presidente de la República que forma, con otras personalidades civiles y militares, una organización criminal estructurada para impedir que el resultado de la voluntad popular expresado en las elecciones de 2022 fuese cumplido, implicando su continuidad en el poder sin el aval del sufragio universal”.
El antiguo militar cayó derrotado en las elecciones en noviembre de 2022 ante Lula en el resultado electoral más reñido de la historia de Brasil, menos de dos puntos. Meses antes de la votación emprendió una campaña para sembrar dudas sobre la seguridad de las urnas y allanar el camino a reclamaciones futuras, siguiendo el libreto de su principal ídolo, el presidente Donald Trump.
Horas antes de que la denuncia fuera presentada, Bolsonaro ha acudido al Senado, donde ha declarado ante la prensa: “Estoy esperando que llegue [la denuncia]. Espero poder tener acceso ahora a los autos. ¿Habéis visto por casualidad la minuta del golpe? No lo has visto, yo tampoco”. Bolsonaro, que siempre ha negado las acusaciones y sostiene que es víctima de una caza de brujas, perdió la inmunidad parlamentaria al abandonar la Presidencia porque no ocupa ningún cargo electo.
A través de sus abogados, Bolsonaro ha declarado: “El presidente nunca ha apoyado ningún movimiento que pretenda deconstruir el Estado democrático de derecho o las instituciones que lo sostienen”. Los letrados califican la denuncia, en su nota, de inepta, fantasiosa e incoherente. El senador Flávio Bolsonaro también ha criticado la denuncia en redes sociales. Sostiene que no existe ninguna prueba contra su padre y que el fiscal general se ha plegado a los intereses del juez Alexandre de Moraes, el hombre más detestado por el bolsonarismo, y de Lula.
El actual presidente, que pasó más de un año en la cárcel por un caso de corrupción que después fue anulado, ha prometido reiteradamente que los responsables de la intentona golpista serían castigados, pero al mismo tiempo ha defendido el derecho de los acusados a tener un juicio justo. La presidenta del Partido de los Trabajadores, Gleisi Hoffmann, ha celebrado la denuncia contra el ultraderechista. “Que nunca más intenten cometer un fraude en unas elecciones, deponer gobiernos legítimos y organizar asesinatos”. La policía sostiene que los conspiradores sopesaron matar a Lula.
El expresidente sigue siendo el líder de la derecha brasileña, pese a que está inhabilitado para presentarse a las elecciones hasta 2030. Ese veto está relacionado con un caso distinto del de golpismo en el que fue condenado por abuso de poder al aprovecharse de su cargo para cuestionar, meses antes de las presidenciales, la seguridad de las urnas electrónicas ante el cuerpo diplomático acreditado ante Brasilia.
Bolsonaro se negó a reconocer la victoria del izquierdista Lula y sus seguidores acamparon ante cuarteles por todo el país reclamando una intervención militar. Bolsonaro alentó públicamente aquella protesta contra un supuesto fraude y allí estuvieron durante los dos meses de la transición.
La protesta de Brasilia siguió en pie con cientos de bolsonaristas acampados incluso tras la toma de posesión de Lula, el 1 de enero de 2023. Una semana después, mientras Bolsonaro se encontraba en Estados Unidos, miles de sus seguidores tomaron violentamente el corazón de la democracia brasileña. Asaltaron las sedes de la Presidencia, del Tribunal Supremo y del Congreso.
El testimonio clave para incriminar a Bolsonaro ha sido el del su secretario personal, el militar Mauro Cid. Él ejerció en múltiples ocasiones de enlace con otros militares, generales retirados, en activo, miembros de las tropas de élite..., con los que Bolsonaro supuestamente urdió el golpe.
Entre los preparativos para la asonada, destacan dos reuniones, según la investigación. Una primera, en la que Bolsonaro se reunió con varios de sus ministros y los animó a que calentaran el ambiente difundiendo falsedades sobre la seguridad de las urnas electrónicas que Brasil usa hace más de un cuarto de siglo.
La segunda se celebró después de los comicios, cuando Lula ya era presidente electo. El mandatario saliente convocó en el palacio presidencial a la cúpula de las Fuerzas Armadas. Les propuso aprobar un decreto que otorgara poderes excepcionales a los militares para impedir que Lula tomara posesión. Los jefes del Ejército y de la Fuerza Aérea se negaron a avalar el golpe, mientras su compañero de la Marina apoyó la propuesta y ofreció sus marineros. La policía sostiene que solo la negativa de los dos generales impidió que el golpe llegara a cuajar.
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