Nina (Morgan): “No estoy sola si cuento que me digo que no valgo”
Carolina de Juan es la voz detrás de Morgan, una de las bandas más importantes salidas de la escena independiente española y que comienza una ambiciosa gira
Una voz que atraviesa como un cuchillo de plata brillante y afilado. Carolina de Juan es Nina (Madrid, 32 años), la voz de Morgan, una de las bandas más importantes salidas de la escena independiente española. El grupo mezcla rock, folk, funk y soul y lo eleva a un estado particularísimo y fascinante gracias a su cantante. Después de salir de gira como teloneros de Fito y Fitipaldis, Morgan arranca su propia y ambiciosa gira para presentar su último disco, The River And The Stone. De espontaneidad imbatible, Nina se sienta a hablar y, sin haber salido una sola pregunta, lo primero que dice es: “Pues muy bien hacer esta entrevista”.
Pregunta. Empezó en la música haciendo coros en discos de Miliki cuando era una niña.
Respuesta. Bueno, a ver… (risas). Yo no veo eso como empezar en la música. Lo veo como participar en un disco. Mi madre trabajaba en estudios de grabación y algunas veces contaba con mi hermana y conmigo. Era una actividad para ayudar a mi madre y jamás pensé que me dedicaría a cantar. Lo que demuestra que soy una pésima vidente.
P. Su madre, María Ovelar, era corista y participó en Eurovisión. ¿Pasaba mucho tiempo con ella?
R. Sí, la música me viene de ella y de mi padre, que también tocaba en grupos. En verano solía irme con ellos a sus conciertos. Mi madre no solo se dedicaba a la música en el escenario, sino también era adaptadora de canciones de las películas de dibujos de Disney. Dirigía los doblajes, pero de cantar. Incluso cantaba ella misma en las películas. Se encargaba de coger la letra literal de la canción y tenía que conseguir que en castellano entrase en la boca de los dibujos. Por ejemplo, ella adaptó las canciones de El jorobado de Notre Dame.
P. ¿Se recuerda cantando alguna canción de niña?
R. ¡La de Mulan! Recuerdo ponerme muchísimas veces esa cinta de VHS. Me cantaba las canciones en español e inglés. A mi madre le llegaban las películas en blanco y negro, sin terminar y con los numeritos del tiempo transcurrido, y así yo las veía tan feliz (risas).
P. ¿En qué momento se dedica entonces a la música?
R. Intenté estudiar la carrera de Empresariales, pero mi relación con la carrera no cuajó. Tomé una decisión drástica: ir a Holanda a buscarme la vida porque allí estaba mi hermana y me gustó. Pero entonces tomé otra decisión más drástica: quedarme y dedicarme a la música porque me convenció Paco López, con quien grabé unas canciones antes de irme. Con Paco y con Ekain Elorza formé un grupo y era el germen de Morgan. Nos recorríamos las salas de Madrid para ver si alguien nos contrataba. Al menos, tenía una motivación.
P. Cuando Quique González la llamó para cantar en su disco Me mata si me necesitas (2016), estaba aún trabajando en una tienda de ropa.
R. Estaba en Popland, que está en Malasaña. Quique me llamó para invitarme a ir de gira con él. Yo pensaba que era tocar un fin de semana y le dije que no podía porque me tocaba trabajar. Estaba en casa con una amiga y, cuando cuelgo, ella me hace ver que se trata de salir de gira por España. ¡No me entraba en la cabeza! Fue maravilloso. Fui apañando los días con la tienda hasta que tuve que dejarlo al crecer tanto Morgan. Dar ese salto fue como superar otra pantalla del Super Mario en mi vida.
P. Ahora con Morgan va bien, ¿pero cómo de precaria es la música?
R. Es muy complicado llegar y poder mantenerte. Es una lucha eterna. Una constante de tirar. Hay que poner mucho esfuerzo para llegar y luego para que tu nombre no se olvide y puedas vivir de esto. Me siento afortunada simplemente de seguir tocando. La cosa es tan complicada que no descarto nada, incluso que tengamos que volver a compaginar la música con otros trabajos.
P. ¿Tan mal está?
R. Nunca se sabe. A nosotros nos va bien ahora, pero puede cambiar. Después de lo que estamos viviendo en los últimos años y el gran parón de la pandemia, cuesta más encontrar la manera de continuar. Y más en este país donde la cultura se valora cada día menos.
P. Vive de una forma muy intensa la música en el escenario.
R. Es una sensación absoluta de mi cuerpo. Siento ahí arriba que todo merece la pena. Es como estar en paz y equilibro con el mundo. Me siento libre. No sé explicarlo bien. Me desahogo una barbaridad.
P. ¿De qué se desahoga?
R. El escenario me ayuda muchísimo, pero tengo mucho trabajo mental por hacer. Estoy en continua trabajera mental. Para avanzar en mi vida, necesito soltarlo con los conciertos o componiendo canciones. Creo que no estoy sola si digo que he cogido una dinámica en la que me digo continuamente que no valgo. Es difícil lidiar con ello. No sé de dónde viene mi problema, pero estoy trabajando en conocerlo y vivir mejor. Ahora mismo, en esta entrevista, estoy haciendo un enorme esfuerzo por hablar de ello, pero hay que hacerlo. La terapia es muy importante para tener herramientas. Yo voy a ella para aprender a disfrutar del proceso.
P. En canciones como Volver o Sargento de hierro hay buenos desahogos.
R. Sí, pero son más explícitas las que escribo en inglés que las que escribo en castellano. Creo que la gente se entera menos (risas). Si dependiese instrumentalmente todo de mí, todas las canciones de Morgan serían baladas. Menos mal que los chicos me enseñan otras opciones.
P. Es fácil ver al público llorando en sus baladas.
R. Desde el escenario a veces lo veo. Es muy emotivo. Yo soy de llorar mucho. En algunos conciertos, he llegado a llorar un poco mientras canto y lo tengo que parar porque si no se me hace un cúmulo de cosas y tendría que acabar el concierto. Muchas veces he deseado tener 20 minutos sola para mí para poder llorar en uno de nuestros conciertos.
P. Mucha de esta emoción se transmite también cuando se pone a hablar entre canción y canción en los conciertos.
R. Eso es más bien torpeza pura y dura. No sé hacerlo mejor. Alguna vez he pensado hacer algún curso o trabajar con alguien que me enseñe a hablar en público, pero luego me digo: “Joder, ¿para qué?”. Primero, no debería juzgarme a mí misma tanto y preocuparme por no tener el carisma adecuado en este sentido. Para qué forzarlo. Estamos cantando y hay que ser de verdad por encima de todo. Prefiero pecar de torpe que hacer otra cosa que no esté en consonancia conmigo y con cantar.
P. Hablando de cantar, ¿qué le parece Rosalía? Usted y ella se dieron a conocer casi a la vez como dos talentos vocales distintos.
R. Admiro muchísimo a Rosalía. No solo por el talento que tiene y las decisiones que toma, sino por cómo usa la voz y cómo compone. Es otra perspectiva más. Y cuanto más tengamos mejor para todos. Hace reflejo. En España se hacen cosas muy guapas y hay que fijarse más.
P. La música urbana domina ahora la escena y Morgan hacéis un sonido muy lejos de ahí.
R. Nosotros somos nosotros y yo no tengo prejuicio con esta música. Si escucho la sesión de Quevedo con Bizarrap y me da la vida, pues, oye, hijo, qué le vamos a hacer. Me da la vida. Me gustó mucho desde la primera vez que la escuché. Cuanta más variedad haya, mejor para todos. Hay que enfatizar que hay mucha variedad y no hacer que una variedad tape a la otra. Estoy a tope con algo que te haga moverte un rato y te divierta. Al igual que con quedarte en casa y leer un libro. Hay tiempo para todo.
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