La directora de la película ucrania que avanza hacia los Oscar: “Solo espero que la gente no se congele”
La cineasta de ‘Klondike’, Maryna Er Gorbach, explica desde su casa sin luz de Kiev cómo busca ayuda para promocionar el filme proyectado en la Mostra de València y preseleccionado para Hollywood
El boquete que deja en el salón de una humilde granja el misil que derribó en 2014 el Vuelo 17 de Malasya Airlines es la dantesca mirilla a través de la que Maryna Er Gorbach está enseñando al mundo el drama del primer capítulo de la guerra de Ucrania, la del Donbás. Aunque atribuye el lanzamiento al bando proruso, Klondike no ahonda en la geopolítica, se interesa más en lograr que el espectador casi se tenga que sacudir el polvo de las bombas que destrozan esa casa donde Irka y Tolik esperan su primer hijo en un clima de guerra civil. Este largometraje representa a Ucrania en la carrera de los Oscar y, con su promoción, ella busca fomentar la ayuda internacional a su país.
Tras varios intentos frustrados por la ausencia de electricidad, cortes de internet y el reencuentro con amigos y familiares a los que no había visto en meses, Er Gorbarch, de 41 años, atiende a EL PAÍS por videoconferencia envuelta en una manta en un piso sin luz en Kiev. Lo hace con la mirada triste y húmeda pero con la determinación de ser una parte más de las líneas de defensa ucranianas.
“Estoy contenta de haber hecho esta película antes de la invasión. Aquella catástrofe fue muy dramática y muy simbólica. Había trescientos cuerpos inocentes desperdigados por el Donbás. Pensamos que podría ser importante para la guerra pero las sanciones no llegaron y decidí hacerla. Somos artistas, no hay mucho que podamos hacer militarmente, pero podemos contar lo que ha pasado. Intenta destruir Ucrania. No es una película de propaganda, es real”, explica con firmeza.
La película se estrenó en enero en Sundance y se llevó el premio a la mejor dirección. La tensión ya era palpable y estalló con la invasión rusa del 24 de febrero, justo cuatro días después de que Klondike ganara otro premio en la Berlinale. No ha sido el último. “Tenía claro que iba a haber un ataque lo que nos sorprendió es que fueran bombardeos. Fue terrible y aún hoy lo es. Fue la mañana más dramática de mi vida y la de mucha gente”, recuerda.
Ella y su pareja, el productor y director turco Mehmet Bahadir Er, se establecieron en Estambul pero sólo como base de operaciones. “Hemos viajado mucho. Hemos ido a 17 festivales y organizado pases benéficos. Vamos a ir por todo el mundo. Tenemos que pararlos y ganar la guerra y necesitamos ayuda”, apunta.
Esta semana debía haber estado en la Mostra de València para el estreno en España pero surgió la opción de un primer pase en Ucrania y, por tanto, la de volver a su país por primera vez en casi un año. “Ha sido una experiencia dura, hubo cortes de luz y ver la película con la amenaza de bombardeos lo hizo complicado aunque la respuesta fue muy buena”, afirma.
Allí se reencontró con uno de sus actores, Oleh Shcherbina, que tras la invasión se reincorporó a las Fuerzas Armadas en el Donbás. No es el único del equipo. Su transformación es la del país entero. “En la película era un joven y ahora no lo reconocen. En mi país en estos ocho meses la gente ha cambiado, se les ve en los ojos el sufrimiento. Ahora son supervivientes”, asume.
Desde febrero, el reflejo en los medios de la situación ha cambiado pero defiende que, en realidad, lo más importante no lo ha hecho. “La guerra es la misma. Rusia decidió que tenía derecho a violar los derechos de Ucrania, lo que pasa es que se tomaba como un conflicto local. Ahora la guerra es enorme y tiene los focos internacionales”, reflexiona.
Su siguiente parada será Los Angeles. No hay en el mundo del cine un altavoz como el de los Oscar y piensa aprovechar que Klondike ha sido seleccionada por Ucrania para luchar por la estatuilla a la mejor película extranjera. “La Academia es muy poderosa. Iremos a hacer nuestro trabajo, a promocionarla. De momento, el recibimiento ha sido muy bueno”, asegura.
Pero si se le pregunta por un deseo para este invierno no habla de estatuillas doradas. “La guerra nos ha enseñado a ser prácticos y a pensar al día. Lo que quiero es que la gente no muera de frío, por eso es importante tener luz eléctrica al menos unas horas al día. En la película Irka prepara la casa para el invierno y es algo real. Todo lo que espero es que la gente no se congele”, concluye.
Babelia
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