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El ‘indie’ rock de Love of Lesbian triunfa en México

El grupo catalán ha vendido todas las entradas para sus conciertos la capital mexicana y Querétaro, logrando uno de los éxitos más rápidos en América Latina de una banda en español

Jordi Roig, Oriol Bonet, Julián Saldarriaga y Santi Balmes, integrantes de Love of Lesbian, el pasado miércoles en México.
Jordi Roig, Oriol Bonet, Julián Saldarriaga y Santi Balmes, integrantes de Love of Lesbian, el pasado miércoles en México.Hector Guerrero
Jacobo García

No es fácil comenzar un encuentro con fans en el que hay que sonreír, hacerse fotos, firmar libros, cuadernos, discos y camisetas. Hacer una pausa, tomar agua y volver a sonreír, hacerse más selfis y firmar más discos y camisetas cuando el F.C. Barcelona acaba de empatar con el Inter de Milán y está prácticamente eliminado de la Champions League. Más que la música, advierte desde antes su manager, a Santi, Julián, Jordi y Oriol les une el Barça, así que Dembélé y Gerard Piqué se llevan la peor parte de un concierto previo de reproches y maldiciones de cuatro barbudos viendo el fútbol en el lobby de un hotel de la colonia Roma.

La peor noticia llega por la televisión, pero la mejor es un whatsapp al móvil de su representante: Love of lesbian ha colgado el cartel de no hay localidades y ha vendido las 10.000 entradas para el concierto del viernes en el Auditorio Nacional de Ciudad de México, las 2.000 del sábado en Querétaro y las 4.000 de este martes en el teatro Metropolitan también en la capital mexicana. Un éxito que confirma el estado de gracia en el que se encuentra la banda a este lado del charco. La teoría del vocalista Santi Balmes (Barcelona, 51 años) es que cada década México elige a una banda española, la adopta, la abraza y la eleva a los altares en un tiempo récord y Love of Lesbian es una de ellas.

Es miércoles 12 de octubre y desde su llegada a México, el grupo catalán prepara su reencuentro con el público mexicano ensayando con Leiva, Enjambre o Silvana Estrada, la voz más prometedora del panorama musical local. Es su regalo para un concierto que quieren convertir en una fiesta.

El fútbol y algún otro paseo por la calle Álvaro Obregón es el único descanso de una banda muy alejada de la imagen transgresora y marcarra del indie rock. Se cuidan, beben poco, trasnochan lo justo, van a entrevistas a las siete de la mañana, llegan puntuales a los ensayos y atienden con paciencia franciscana a los cientos de fans.

Love of Lesbia, durante su concierto en Ciudad de México el viernes pasado.
Love of Lesbia, durante su concierto en Ciudad de México el viernes pasado. Zeus López

La banda administra los excesos para una gira tan larga, casi un mes, en el que viajarán por México y Estados Unidos, y que recuerda a los tiempos de furgoneta en los que tocaba cargar los instrumentos y pasar muchos días fuera de casa. Ahora viajan acompañados de un equipo de gente pendiente de todo, pero superan los 50 años y tienen hijos adolescentes, así que un médico amigo de Barcelona vigila la hernia de Santi o el mal de Moctezuma que aqueja a Julián, un intenso dolor de tripa que le impide unirse al resto para encontrarse con los fans. “Ya tenemos una edad y bajaremos el ritmo en algún momento. Ya lo hemos hablado”, admite Balmes.

En medio de una intensa agenda, el vocalista encuentra tiempo para enviar un audio al entrenador de baloncesto, Pablo Laso, que hoy cumple años. Y así empieza el audio: “puedes sentir orgulloso que un culé como yo felicite a un madridista como tú por su cumpleaños...”, dice entre risas.

Música y adrenalina

Son casi las cuatro de la tarde y más de 400 personas esperan desde hace muchas horas en una nave industrial de la colonia Doctores a que llegue el grupo. Entre ellas está Grecia Torres, de 29 años, que llegó a las siete de la mañana desde Ecatepec con uno de los cinco libros publicados por su cantante favorito. Otros tres, Adrián, Andrea y Jerson, viajaron desde Toluca y se han hecho amigos en una cola a la que llegaron antes de que saliera el sol. Unos pasos más atrás, está Angélica, de 27 años, que llegó de Tlaxcala en la madrugada con una foto del grupo bajo el brazo. “Me gustan sus letras, las metáforas, los juegos de sentimientos…”, dice sobre ellos.

Los fans regalan libros, dibujos o calaveritas de azúcar coincidiendo con el Día de Muertos. Más loco aún resulta ver la secuencia de tatuajes. Una chica lleva tatuado en el pecho “soy grito y soy cristal”, uno de sus estribillos más conocidos. Otro se ha tatuado en el pecho la portada del disco 1999 y otro más lleva escritas en los brazos las palabras oniria e insomnia, por otra de sus canciones. “Usted es mi profeta, pero Bunbury es mi Dios”, le suelta al cantante otro fan emocionado. Para el vocalista hay dos factores que conectan con el púbico latinoamericano: el realismo mágico de sus letras y la melancolía esperanzadora que destilan sus canciones. “Cuando estás jodido no puedes permitirte ser cínico”, dice.

El concierto en la catedral de la música mexicana, el Auditorio nacional, es una fiesta de música y adrenalina donde coinciden dos mundos que jamás se tocarán fuera de aquí: ni en el transporte púbico, ni en la escuela, ni en los mismos bares. Ana Paula, del elegante barrio de Polanco, y Carlos, de Ecatepec, entonan en la misma fila de butacas y con el mismo entusiasmo Allí donde solíamos gritar, El Sur o Bajo el volcán.

Balmes brinda con el público con un tequila antes de Segundo asalto. Dos horas y media después, los músicos acceden a un reservado donde saludan, ríen y calman poco a poco el estrés de un día único. Antes de la una de la mañana regresan al hotel porque ocho horas después vuelven a la carretera rumbo a Querétaro para un nuevo concierto en el que está todo vendido. El nuevo rock tiene más de emoción y profesionalismo que de excesos.

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Sobre la firma

Jacobo García
Antes de llegar a la redacción de EL PAÍS en Madrid fue corresponsal en México, Centroamérica y Caribe durante más de 20 años. Ha trabajado en El Mundo y la agencia Associated Press en Colombia. Editor Premio Gabo’17 en Innovación y Premio Gabo’21 a la mejor cobertura. Ganador True Story Award 20/21.

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