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Santi Balmes, vocalista de Love of Lesbian: “Me fascina ver a los hombres quedarse solos, llorar y cantar rancheras”

El grupo catalán ha vendido todas las entradas para sus conciertos en el Auditorio Nacional y el teatro Metropolitan de Ciudad de México, logrando uno de los éxitos más rápidos en América Latina de una banda ‘indie’ que canta en español

Santi Balmes en Ciudad de México
Santi Balmes en Ciudad de México.Hector Guerrero
Jacobo García

La teoría de Santi Balmes (Barcelona, 1970) es que cada década México elige a una banda española, la adopta, la apapacha y la eleva hasta donde nunca creyó. Les tocó a Héroes del Silencio, La oreja de Van Gogh, Hombres G o Mecano. Pero antes fueron José Luis Perales, Julio Iglesias o Rocío Dúrcal. El caso es que cada muchos años, el país que inventó una plaza para homenajear a la música cada noche, Garibaldi, y que tiene los lugares mejor preparados de Latinoamérica para escucharla en vivo, elige una banda española que eleva a los altares en un tiempo récord. La teoría de Santi Balmes es que Love of Lesbian es una de esas bandas elegidas.

Entonces venden discos, aparecen en televisión, sus temas suenan en la radio y su éxito se mide en su capacidad para llenar el Auditorio Nacional, donde Love of Lesbian logró agotar las entradas para el concierto del viernes. Si además se trata de una banda indie cantando en español, el Olimpo es un lugar en el que antes no había nadie. Un lugar tan vacío como la decrépita cantina de la colonia Roma donde se realiza la entrevista a las 11.30 de la mañana, que solo ofrece tequila y mezcal a quien asoma la cabeza, aunque llegue desde Barcelona suplicando por un café.

Pregunta. México es mucho México.

Respuesta. Estamos felices. Es como una segunda vida. Es curioso descubrir a tantos miles de kilómetros una interpretación de nuestra música más emocional que en España. Históricamente en México hay una querencia por grupos españoles y cada década elige a dos o tres bandas y esta vez somos de los elegidos. Nos han abierto las puertas. Aquí es donde un grupo español tiene la oportunidad de sentirse una banda internacional. Es el país más intenso que conozco. De hecho, cuando vuelves a España, te da la sensación de que has bajado el contraste del color del móvil.

P. La música, esa emoción que no se mide en clics ni redes sociales. Un hilo conductor que puede surgir en Barcelona y se siente en México o en Colombia.

R. A priori no hacemos un estilo propio de Latinoamérica: ni bachata, ni reguetón, ni tango, ni boleros… porque nuestra música bebe, principalmente, de bandas británicas, pero hay una conexión que llega por la emoción y las letras. Creo que tiene que ver con algo del realismo mágico de nuestras canciones que pasan de lo esotérico, a lo surrealista y a lo mágico. Nuestro público latinoamericano presta muchísima atención a las letras. Yo mismo reconozco que hasta después de los 30 años no prestaba demasiada atención a las letras. Me daba igual lo que decía Robert Plant porque lo que me gustaba era la vibración, el toque de caja o la guitarra distorsionada. En México se da el caso de la mayoría de la gente joven a la que le gusta nuestra música son mujeres que han adquirido desde pequeñas la capacidad de apreciar la palabra antes que los chicos. Maduramos más tarde y empezamos a prestar atención a las letras más tarde y aquí siento eso más intensamente.

Santi Balmes, en la cantina Villa de Sarria, en la colonia Roma de Ciudad de México.
Santi Balmes, en la cantina Villa de Sarria, en la colonia Roma de Ciudad de México. Hector Guerrero

P. En sus conciertos coinciden público de barrios finos y hípsters con chavos de barrios que atraviesan el Estado de México para escucharos. Esa transversalidad es el sueño de cualquier músico...

R. Creo que hay una empatía del público con la melancolía, la tristeza y el rayo de esperanza de nuestras canciones. Cuando estás jodido no puedes permitirte ser cínico. Necesitas alguien que te acoja, te abrace y te dé una canción con la que puedas identificarte. El cinismo es para las clases altas y nosotros intentamos pisar calle porque en el momento que dejes de hacerlo no vas a interesar a nadie más que a tu élite. Cuando bajamos del escenario volvemos a unas vidas muy normales, a los bares y los amigos de siempre. Ese contacto a nivel emotivo y profesional es necesario. Si yo quedara únicamente con Leiva o con Dani Martín ¿de qué van a hablar tus canciones? De nada.

P. ¿Es un público diferente?

R. Por supuesto que sí. Es entusiasta y lo da todo. No quiero criticar al público español porque es el que nos lanzó, pero en América Latina hemos encontrado gente que viaja muchas horas o duerme en una furgoneta para vernos tocar. Recientemente en un encuentro con fans en Colombia me encontré con un grupo de venezolanos que viajaron 12 horas y sortearon todos los problemas fronterizos para estar en un concierto. ¿Cómo no vas a dar el máximo cuando sales al escenario? Es un público más intenso porque la gente ha hecho un gran esfuerzo para pagar la entrada y se lo quiere pasar muy bien.

P. Si uno piensa en la música popular mexicana es también intensa. Pienso en Cuco Sánchez, Agustín Lara, José Alfredo Jiménez, ¿le gusta algo de esto?

R. Poco a poco vamos entrando. Me fascina pensar que muchas rancheras han sido compuestas en estado etílico y emocionalmente desesperado a las cuatro de la madrugada en sitios como este (señala la cantina). Ver a los hombres quedarse solos, llorar y cantar rancheras. Me emociona ese momento de aceptación de la nostalgia por su madre de un tipo rudo y fuerte.

P. Canciones como Te solté la rienda o Cama de piedra hoy no aguantarían un asalto de lo políticamente correcto

R. Yo lo que le pido a una obra, me da igual que sea una ranchera o un bolero, es que esté bien hecha. En frases incorrectas puedes percibir la inseguridad de ese autor en ese momento. Esos actos de gallardía tanto en la música española como la mexicana me hacen pensar cómo es esa persona como para cantar eso. Pero no, no creo que haya que darle más importancia cuando la canción es buena. No estoy a favor de la cancelación. Creo que no hay que destruir el pasado de los grandes autores porque nacieron en una época. Otra cosa sería que la escribieras ahora que estamos informados.

P. ¿Qué bandas de América Latina le emocionan?

R. Me gustan DLD y Enjambre, pero tengo devoción absoluta por Silvana Estrada. Tiene una voz que te atraviesa de la cabeza a los pies. Tiene algo muy de México que logra inflexiones vocales que para mí serían imposible. Tienes que haber nacido aquí.

P. De México viajan a Estados Unidos. Estados Unidos suele ser una aventura extraña para las bandas españolas.

R. Es el tercer país con más fans de Love of Lesbian, pero es tan grande que es un público muy diseminado: unos en Boston, Chicago, Nueva York. Pero, la verdad, es que no soy muy fan de Estados Unidos. Me parece un país adolescente. Hubo debate en el grupo a la hora de decidir si hacíamos o no esta gira.

P. ¿Estados Unidos es un baño de humildad?

R. Creo que las nominaciones a los Grammy del año pasado nos ayudaron a crecer y ahí también nos hemos encontrado con gente fantástica que tomó un avión en Nueva York para ir a vernos a Los Ángeles, por ejemplo. En Estados Unidos cualquier chaval con 12 años aprendió a tocar la guitarra eléctrica y tenemos que apostarle a un hecho diferencia: nuestra verdad. Porque no vamos a poder competir con la técnica o los montajes de las bandas de Estados Unidos. ¿Es un baño de humildad? Por supuesto que sí.

P. En sus últimas entrevistas nadie le ha preguntado por qué no canta en catalán, ni por el independentismo, ni por el fútbol...

R. Es como abrir la ventana y que entre aire fresco. Cuando pasas mucho tiempo en la península Ibérica hay un momento en que el ambiente se enrarece. Se repiten las temáticas de siempre y es como estar en una habitación sin ventanas. Aquí nos damos cuenta de que Putin queda muy lejos. Aquí nos han hecho las entrevistas más profundas y profesionales sobre música que nos han hecho nunca. Hacemos un detox cada vez que venimos a México.

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Sobre la firma

Jacobo García
Antes de llegar a la redacción de EL PAÍS en Madrid fue corresponsal en México, Centroamérica y Caribe durante más de 20 años. Ha trabajado en El Mundo y la agencia Associated Press en Colombia. Editor Premio Gabo’17 en Innovación y Premio Gabo’21 a la mejor cobertura. Ganador True Story Award 20/21.

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