Kundera, Quintero, Broncano: el arte de la antientrevista
Cada generación inventa su forma de preguntar. Y de callarse
“Maldito sea el primer escritor que permitió a un periodista que reprodujera libremente sus comentarios”. Así atruena Milan Kundera en su ensayo El arte de la novela. El escritor checo lleva años sin conceder entrevistas y su nombre solo se asoma a la actualidad cuando las casas de apuestas lo colocan en la carrera por el Nobel. De ganar, ¿qué habría hecho? ¿Se habría sometido a una rueda de prensa en la sede de Gallimard, la editorial que comparte con Annie Ernaux? Además de desgranar su vida en cada libro, la ganadora de este año la explicó en el largo diálogo que sostuvo con Fréderic-Yves Jeannet para un volumen cuyo título resume su poética: La escritura como un cuchillo.
La semana del Nobel de Literatura coincidió con la muerte en España de un clásico de la entrevista, Jesús Quintero, famoso por su forma de repreguntar: callarse y sostener la mirada. Eso eran minutos de silencio, no los del campo de fútbol. Su colega Mercedes Milá, otra clásica, sigue la estrategia contraria para sacar petróleo: frente a la pausa, prisa. Sin contemplaciones. A medio camino estaría Iñaki Gabilondo, que en 1995 abrió una charla con Felipe González por la vía directa: “¿Organizó usted el GAL?”. La pregunta produjo un curioso debate entre Arcadi Espada y Rafael Sánchez Ferlosio. Para el primero no era “en puridad” una pregunta porque solo tenía una respuesta posible. Para el segundo, que reconocía su carácter “ficticio”, el mero acto de responder implicaba la aceptación por parte del presidente de que “no se consideraba por encima de una pregunta semejante”. Santa Gadea en el Telediario.
Una vieja definición dice que noticia es algo que alguien no quiere que se sepa. Para ser noticiosa, pues, una entrevista debe juzgarse por las respuestas, no por las preguntas
Una vieja definición dice que noticia es algo que alguien no quiere que se sepa. Para ser noticiosa, pues, una entrevista debe juzgarse por las respuestas, no por las preguntas. ¿Recuerdan qué le dijo Ahmadineyad a otra grande del género, Ana Pastor? Nada que él no quisiera. A veces el “aquí estoy yo” funciona peor que el “ya que estamos”, que justo es la sensación que daba Jordi Évole el día que Jaume Matas le contó cosas que acabaron en el sumario del Palma Arena.
Aunque los archivos están llenos de grandes declaraciones, aún quedaba una vuelta de tuerca: la antientrevista. Y ahí es donde ha triunfado otra estrella formada en la antiescuela del humor: David Broncano. Ídolo de la nueva televisión ―hasta Bertín Osbone lo llevó a su programa―, su estilo consiste en explotar la heterodoxia: dejar al descubierto lo que ha preparado (y lo que no) sobre cada invitado, promocionar “a cara de perro” lo que estos han ido a promocionar ―sin camuflarlo, como era costumbre, de “actualidad”― y hasta dejar que la charla termine antes de comenzar. Por su sofá pasa la gente más imprevisible y solo se le ha visto incómodo con la cantante argentina Cazzu, genialmente ajena a un código en el que la única incertidumbre verdadera se resume en dos preguntas que todos conocen de antemano: “¿Cuántas relaciones sexuales has tenido en el último mes?” y “¿cuánto dinero tienes en el banco?”.
Babelia
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