Capotes para soñar
Solo Uceda Leal pudo dar una vuelta al ruedo tras una fuerte petición ante el único toro encastado de una deslucida corrida de Puerto de San Lorenzo
La corrida comenzó por todo lo alto: no había hecho más que salir de chiqueros el primero de la tarde cuando Uceda Leal dibujó cuatro verónicas que supieron a gloria, rematadas con una media de superior categoría. Momentos después, tras el primer amago de puyazo, surgió la figura de Morante y respondió con otras tres que fueron un prodigio de lentitud y naturalidad y cerró con otra media de ensueño. Y no quedó ahí la cosa: acabado el tercio, Uceda se fue al centro del anillo y trazó tres chicuelinas y una media extraordinarias.
No habían transcurrido ni diez minutos y ya hervían de emoción los abarrotados tendidos de Las Ventas.
Ese primer todo, manso en varas y que se dolió en banderillas, llegó a la muleta con ganas de pelea, y su lidiador lucía una imagen de vencedor que auguraba una faena grande.
Uceda sacó el toro hasta los medios con toreros muletazos por la cara y un ceñido molinete final. Citó con la mano derecha y brotaron tres redondos preñados de elegancia al tiempo que la plaza rugía de satisfacción.
Pero… La casta, otra vez la dichosa casta de algunos toros… El toro encastado, aunque noble, no es tonto, y exige mando. El toro encastado suele ser áspero, exigente y se vende caro. Es decir, que hay que tener una muleta poderosa y un corazón de león para parar, templar y mandar.
Después de esa primera tanda primorosa, ya nada fue igual. El torero dio muestras de fragilidad, faltó poder, brotaron un par de redondos más, pero no hubo la rotundidad esperada ni el ánimo suficiente para poner la plaza boca abajo. Tuvieron hondura y empaque los ayudados finales rodilla en tierra, pero la pasión se había diluido. La estocada no fue perfecta, la petición sí mayoritaria; el presidente dijo que no y se ganó una bronca de campeonato.
¿Era una faena de oreja o no? Si el usía la concede, no hubiera pasado nada, pero hizo bien en no sacar el pañuelo blanco porque la labor de Uceda fue de vuelta, que ha sido siempre un premio importante en esta plaza.
No quiso quedarse atrás Ángel Téllez y trazó cuatro verónicas muy entonadas a su primero y un quite de dos chicuelinas muy ceñidas y una media de altura.
Y no hubo más. La corrida de Puerto de San Lorenzo no ofreció otros motivos para el lucimiento. Uceda, en el cuarto, no pudo más que mostrar una buena disposición ante un soso y descastado sobrero al que le costaba un mundo embestir.
A Morante, otra vez, le tocó un lote infumable. Bronco y muy dificultoso fue su primero, que lanzaba tornillazos por doquier. El sevillano lo intentó, pero pronto comprendió que no merecía la pena complicarse la vida. Y el quinto tampoco fue material adecuado a pesar de que el torero manifestó su disposición desde el primer momento. Tanto es así que inició su faena con un pase cambiado con la muleta plegada, ayudados por alto, un molinete y un recorte, pero el animal decidió que no embestía más, y Morante tuvo que abreviar.
Ángel Téllez ha mantenido intacto el alto crédito que alcanzó en la feria de San Isidro. Con su primero, otro manso dificultoso, se lució Rafael Viotti con las banderillas y Juan Navazo con el capote.
Téllez brindó al público, tomó la muleta con la mano izquierda, se fue a los medio y citó a su oponente, que descansaba pegado a tablas. La imagen era torerísima, pero el animal no acudió al encuentro. De embestida descompuesta, haciendo hilo tras cada muletazo y de recorrido muy corto, la labor del torero resultó muy engorrosa. Se le reconoció, no obstante, al torero su colocación y su entrega, aunque al final se eternizara en la suerte suprema. Tampoco sirvió el sexto, tullido y moribundo, con el que Téllez no pudo estar más que digno.
En fin, que, al menos, hubo capotes para soñar, que no es poca cosa…
(En la ficha de ayer no se incluyó que la plaza de Las Ventas guardó un minuto de silencio en memoria del torero Luis Alfonso Garcés, fallecido a la edad de 83 años. Nacido en 1939 en la localidad conquense de Pozorrubio de Santiago, protagonizó una exitosa campaña como novillero y tomó la alternativa en Madrid el 10 de julio de 1960. Se retiró seis años más tarde y siguió vinculado al mundo del toro en distintas facetas).
Puerto/Uceda, Morante, Téllez
Toros de Puerto de San Lorenzo, -el cuarto, devuelto-, bien presentados, astifinos, mansos, descastados y deslucidos, a excepción del primero, un manso de encastada nobleza; sobrero de José Vázquez, bien presentado, manso, desfondado y soso.
Uceda Leal: casi entera baja (petición y vuelta); estocada caída y un descabello (ovación).
Morante de la Puebla: dos pinchazos, media atravesada y dos descabellos (silencio); dos pinchazo y media (silencio).
Ángel Téllez: _aviso_ cuatro pinchazos, estocada trasera _2º aviso_ (silencio); estocada y un descabello (silencio).
Plaza de Las Ventas. Tercera corrida de la Feria de Otoño. 8 de octubre. Lleno (22.739 espectadores, según la empresa).
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