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Quevedo: qué tecla ha tocado un canario de 20 años para crear (con ayuda de Bizarrap) la canción más escuchada del mundo

‘BZRP Music Sessions Vol. 52′ (conocida como ‘Quédate’) lleva un mes en el número uno mundial de Spotify, por encima de Harry Styles, Bad Bunny o Rosalía

Quedate Quevedo
El argentino Bizarrap, con gafas, y el canario Quevedo, en una imagen de promoción de 2022.
Carlos Marcos
Fuengirola (Málaga) -

Banderas de España. También de Argentina. Muchas. Alguna de Canarias. Todas agitadas por el público. El productor y dj argentino Bizarrap (Buenos Aires, 24 años) y el intérprete canario Quevedo (Las Palmas de Gran Canaria, 20 años) están brincando en el escenario, abrazados. Visten gorras y ropa deportiva. Parecen dos jóvenes aficionados celebrando que su equipo acaba de ganar un título importante. Quizá sea así. Las 15.000 personas que llenan el bello escenario Marenostrum de Fuengirola (Málaga) también celebran algo, seguramente que son jóvenes y que no tienen ganas de escuchar las negras predicciones que auguran los analistas sobre su futuro laboral. Hoy al menos no. Es domingo 14 de agosto y el festival Boombastic debe ser uno de los lugares del planeta con más felicidad y euforia por metro cuadrado. Se canta la copla del verano en España (en competencia con Despechá, de Rosalía):Quéeeeeedate, que las noches sin ti duelen. / Tengo en la mente las poses y todos los gemidos, que ya no quiero nada que no sea contigo”. La canción se conoce popularmente como Quédate o “la de Quevedo y Bizarrap”, aunque su nombre real es BZRP Music Sessions Vol. 52 (luego aclararemos esto), y lleva un mes como la más escuchada a nivel mundial en Spotify, la plataforma preponderante.

Quevedo ofreció un concierto de 45 minutos siempre con la voz en directo. Pero en el plato fuerte, Quédate, dejó sonar la grabación (lo que se conoce como playback) y solo en alguna ocasión amarró el micrófono. Mejor saltar que cantar. El público disfrutó como si mañana se acabara el mundo. Después llegó el recital de Bizarrap y al final se unió Quevedo para volver a atacar la canción del momento y cerrar un Boombastic dedicado a la música urbana (un término donde se integra el reguetón, el trap o el hip hop) donde también participaron otras figuras de esta escena como Duki o Funzo y Baby Loud. “Play qué. No sé lo que es eso del playback”, afirma con ironía Verónica Terral, malagueña de 20 años, justo después del festival, a eso de las 2.30 de la madrugada. Ella y sus amigas buscan un taxi para seguir la fiesta en la feria de Málaga, en plena ebullición estos días.

Se pueden entablar muchos debates en torno a las canciones que lideran las listas de reproducciones (sobre todo reguetón y sus derivados) y sobre si un concierto con música enlatada se puede tildar de concierto, pero quizá todo está resumido en las opiniones de los que gozan con esta experiencia. Como es el caso de A. Calvo, madrileño de 28 años, y disfrutón en el Boombastic de Fuengirola: “No me he dado cuenta de que no cantaba Quevedo en Quédate y lo relevante es que no me importa. Quería escuchar esa canción con él sobre el escenario y ya está. Me da igual que cante en directo o que esté grabada. Lo he gozado”.

Tras un mes en el puesto número uno de escuchas a nivel mundial en Spotify, la canción conocida como Quédate suma 305 millones de reproducciones al cierre de este artículo, la mayoría provenientes de España, Latinoamérica, el Caribe y Estados Unidos. Esto quiere decir que una canción de un chico de 20 años que comenzó a lanzar música hace solo 24 meses y que todavía no tiene un disco largo en el mercado (eso sí, suma un buen puñado de sencillos) se escucha más en la plataforma predominante que las de Harry Styles, Bad Bunny, Kate Bush (una anomalía: está ahí por el efecto Stranger Things, ya que la serie incluyó su Running Up That Hill en la trama) o Rosalía, que son los perseguidores. En España el tema también vive en el puesto más alto.

Josep Puchades Tuti (Valencia, 21 años), que forma junto a su paisano Carlos Mari (también 21) Los Xavales, un dúo de analistas de la escena urbana desde sus programas en YouTube y un podcast en Radio Primavera Sound, explica por teléfono las claves: “Es una canción que ha llegado en el momento justo, después de dos años de pandemia, y con la gente deseando divertirse. Tiene un estribillo cantable y un mensaje de diversión. Es verano, la gente quiere salir y, además, existen festivales en cada rincón. Es perfecta para cantarla en esas concentraciones masivas. También tiene ese rollo electrónico tan bailable. Y todo coronado, claro, por el efecto Bizarrap”.

Quevedo y Bizarrap bailan la 'BZRP Music Sessions Vol. 52' en el festival Boombastic de Fuengirola (Málaga).
Quevedo y Bizarrap bailan la 'BZRP Music Sessions Vol. 52' en el festival Boombastic de Fuengirola (Málaga). Boombastic Festival Fuengirola

Llega un punto clave de esta historia. Gonzalo Julián Conde, Bizarrap, siempre lleva gafas de sol y gorra. Nació en Ramos Mejía (alrededores de Buenos Aires) y comenzó grabando vídeos a raperos callejeros de su barrio que luego publicaba en YouTube. Mientras, estudiaba marketing y trabajaba de cazatalentos en Warner Argentina. Un chico, por lo tanto, que desde muy joven estableció contactos y descubrió cómo funcionaba la industria musical. En 2018 arrancó sus famosas Music Sessions, que publica numeradas, sin título. Él crea la música e invita a intérpretes de la escena urbana para que canten. Una fórmula que comenzó tímidamente y que ha ido convirtiéndose en una máquina de generar escuchas. Por ellas han pasado estrellas consolidadas como Residente (BZRP Music Sessions Vol. 49), Nathy Peluso (BZRP Music Sessions Vol. 36) o Nicki Nicole (BZRP Music Sessions Vol. 13), junto a artistas en ciernes, como Quevedo.

Con 52 sesiones a sus espaldas, cada canción (con su vídeo correspondiente) va acompañada de una enorme repercusión solo por pasar por la mesa de sonido de Bizarrap. Además, el argentino amortiza sus estudios en marketing con unas eficaces campañas a pie de calle luego expandidas por las redes sociales. Para su dúo con Quevedo se vistió con el uniforme de los empleados de Burger King y se hizo pasar por un dependiente para vender hamburguesas en un establecimiento de la marca en Madrid. A los compradores les regalaba un muñequito de una figura suya con un pequeño altavoz donde se escuchaba unos segundos de Quédate. Es divertido ver la reacción alucinada de los clientes que le reconocen (todos jóvenes).

¿De dónde sale Pedro Luis Domínguez Quevedo? De la pandemia, ese monstruo que ha devorado al mundo y que ha sido una oportunidad para algunos. Quevedo tenía 18 años cuando el virus decidió expandirse. Lo pasó mal en el encierro. Se desnortó y concluyó que debía centrarse en algo para no tocar fondo. La música. Comenzó a trascender con sus temas urbanos de voz ronca y unas letras con una narrativa nada original: amor/desamor, unas veces erótico y otras tierno, y salir de fiesta. Temas como Yotekomo, Chamaquita y, sobre todo, Cayó la noche, la canción que le lanzó, junto a su paisano Cruz Cafuné en su versión remix. Aumentaba así la factoría de músicos urbanos de Canarias: Cafuné, Ptazeta, Don Patricio, Maikel Delacalle… y ahora Quevedo.

Un veterano de la industria musical como José Luis Gil (69 años), hombre detrás del éxito de Raffaella Carrà, Miguel Bosé, Locomía o Alaska, cuenta por teléfono por qué ha triunfado esta canción y no otra: “No se hace un éxito de estas dimensiones si no se tienen muchos elementos. Es una canción para compartir, para dar saltos en las fiestas del verano. Además, tiene una voz diferente, grave, distinta a lo habitual. Otra peculiaridad: a diferencia de otros temas latinos tiene una melodía muy cantable que se expande. Y una letra bien rimada, con giros graciosos y una rítmica muy utilizada en la música de baile. Es un pleno en todos los ingredientes. Y conecta mucho con la gente joven: un himno donde saltan y cantan juntos”.

Como la popularidad de la canción es irrefutable, Fernando Neira (50 años), crítico musical de EL PAÍS y Cadena Ser, valora la calidad de la pieza: “Es la canonización de la nada. No hay un solo nanogramo de personalidad, de lenguaje propio, en la música. Y no digamos ya en la voz, ultraprocesada y cacofónica, que es la de Quevedo pero podría ser la tuya, literalmente. La letra, si se puede considerar tal (y si se entiende, que no es sencillo), es un bochorno sonrojante, la súplica de un machirulo que intenta dárselas de tío con sentimientos. Definitivamente, nos estamos dejando manejar por la dictadura del algoritmo y por los espejismos de la viralidad y sus progresiones geométricas. Nadie recordará esta cosa de aquí a un año, igual que a nadie le da por escuchar a estas alturas Despacito. Con una salvedad: en comparación con esto, la canción de Luis Fonsi es una sinfonía de Mahler”.

Parte del público que llenó el recinto Marenostrum en Boombastic.
Parte del público que llenó el recinto Marenostrum en Boombastic. Boombastic Festival Fuengirola

La descomunal popularidad del tema se ve estos días atrapada por las contradicciones de la viralidad, que un día lleva a la gloria y al poco tiempo arrastra por el barro. Hace unas semanas apareció un vídeo con la supuesta voz de Quevedo interpretando la pieza sin el controvertido autotune (el modificador de voz robótico omnipresente en la música actual). La grabación deja en mal lugar la capacidad vocal del canario. Desde ese momento, cientos de webs, youtubers y demás habitantes del espacio digital se han lanzado a criticar la capacidad como intérprete de Quevedo. Hasta los protagonistas se vieron en la obligación de reaccionar: Bizarrap publicó un vídeo sobre el proceso de la grabación real de la canción, donde nadie desafinaba. Días más tarde se descubrió la verdad: el vídeo de Quevedo sin autotune es falso, producto de un tal El Stark, que, consciente del revuelo, ha publicado otra grabación confesando “que se le ha ido de las manos” y que el primer vídeo lo había hecho con su voz y no con la de Quevedo. ¿El problema? Que la grabación falsa suma 36,5 millones de visualizaciones y la rectificación 1,5 millones.

Quevedo aceptó una entrevista con EL PAÍS, pero luego se echó para atrás. “Está centrado en los conciertos y preferimos no hacer nada. Lo sentimos”, justificaron desde su oficina de representación. Suele pasar con este tipo de artistas de 0 a 100, para los que internet supone un campo de minas para su promoción. Una declaración desacertada sobre un asunto espinoso puede costarle un disgusto. Otra vez la viralidad. Prefieren, de momento, seguir sumando reproducciones en Spotify.

La polémica del mentiroso vídeo sin autotune se encuadra dentro de los impactos colaterales de un éxito arrollador que vivió el pasado fin de semana otro episodio de clamor colectivo en el estadio Benito Villamarín de Sevilla: los aficionados béticos celebraron su gran inicio de Liga (3-0 al Elche) adaptando desde la grada la letra de la canción. Tiene toda la pinta de convertirse en tonadilla futbolera de la temporada para la afición verdiblanca. También se canta la canción en el estadio de Las Palmas y ya existe una adaptada para animar a la selección Argentina en el Mundial de Qatar de este año.

¿Tiene usted problemas con el autotune? ¿Le gustan las voces que alcanzan tres octavas? Aléjese de esta música. Pero hay muchos a quienes les interesa tal y como está. Como dice Sergio Garcés, 27 años, otro asistente a Boombastic: “Quevedo no llega a las mismas notas que Plácido Domingo, eso seguro. Pero me da igual: yo estaba cantando tan fuerte que no podía escuchar ni su voz”.

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Sobre la firma

Carlos Marcos
Redactor de Cultura especializado en música. Empezó trabajando en Guía del Ocio de Madrid y El País de las Tentaciones. Redactor jefe de Rolling Stone y Revista 40, coordinó cinco años la web de la revista ICON. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y Máster de Periodismo de EL PAÍS. Vive en Madrid.

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