La memoria del nazismo en Mallorca se pierde entre buganvillas y turistas
Un recorrido por el pasado del fascismo alemán en la isla: de la casa donde se fundó la delegación del Partido Nazi al hotel donde vivió la Legión Cóndor
El nazismo llegó a Palma de Mallorca a través del número 48 de la calle del Dos de Mayo. En la casa que estaba allí ubicada —hoy una residencia de veraneo— se fundó el 28 de junio de 1932 la agrupación mallorquina del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (NSDAP), un año antes de que Adolf Hitler llegara al poder. Pocos tienen hoy constancia de aquellos inicios y de la destacada presencia del nazismo en Baleares.
La calle del Dos de Mayo es una vía estrecha en el barrio de El Terreno, en lo más alto de la bahía de Palma. La tranquilidad en esta zona de la ciudad contrasta con el ajetreo del centro o del paseo marítimo. Bajo la sombra del bosque del castillo de Bellver, la calle es un juego de encajes entre el fucsia de las buganvillas y las copas de los pinos que sobresalen por los muros de algunas casas. A principios de la década de 1930, El Terreno era un lugar predilecto para los extranjeros que vivían en la isla, incluidos los alemanes. El hotelero Herbert Bayer, militante del NSDAP desde 1931, era uno de ellos. Fue el primer presidente del Partido Nazi de Palma de Mallorca. En 1938, cuando Alemania se anexionó Austria, la filial local del NSDAP tenía 55 miembros, según explica el periodista Alexander Sepasgosarian en el libro Mallorca unterm Hakenkreuz (Mallorca bajo la cruz gamada).
La primera edificación en el número 48 de la calle del Dos de Mayo data de 1870, según el catastro. La mayor parte de la construcción actual es producto de una remodelación de 2005, aunque todavía hay espacios originales de la época. Mallorca se convirtió a finales del siglo XIX en un paraíso idealizado para el incipiente turismo europeo. Seguía la estela de la “arcadia” que describía el poeta Goethe en sus viajes italianos. “Los países al sur de los Alpes eran idealizados como la cuna de la civilización europea”, escribieron en 2011 Martin Breuninger y Germà Carcía en el libro Mallorcas vergessene Geschichte (La historia olvidada de Mallorca).
La primera gran ola de migrantes alemanes se produjo cuando Hitler fue elegido canciller. Solo en 1933, Breuninger y García estiman que unas 37.000 personas huyeron del país para encontrar refugio en Baleares, en la España republicana. Pero si en 1932, según datos recogidos por Sepasgosarian, había registrados en Mallorca poco más de 9.000 alemanes, en 2021 había empadronados 18.222 alemanes en el conjunto de las islas Baleares. Casi 2,5 millones de sus compatriotas visitaron el año pasado el archipiélago como turistas.
El estallido de la Guerra Civil en 1936 y la pronta toma de Baleares por parte de las tropas sublevadas obligó a muchos de los huidos del nazismo a proseguir su éxodo. No todos tuvieron suerte. Heinz Kraschutzki fue un oficial durante la I Guerra Mundial que posteriormente se convirtió en activista pacifista. En 1932 emigró a Mallorca y en 1934, las nuevas autoridades nazis le retiraron la ciudadanía alemana. Las fuerzas franquistas lo encerraron en Can Mir, un almacén de madera en el centro de Palma que sirvió de cárcel para prisioneros políticos. Kraschutzki consiguió ser liberado en 1945 y dejó España por el Reino Unido.
Donde se ubicaba el almacén de Can Mir se levantó en 1948 la sala de teatro y cine Augusta. En la fachada, al lado de los carteles promocionales de Top Gun y Lightyear, hay una placa que recuerda la represión que se produjo allí.
Legión Cóndor
Unos se iban y otros llegaban: en Port de Pollença se construyó en 1937 el aeródromo desde el que los pilotos nazis de la escuadrilla de hidroaviones AS/88 de la Legión Cóndor bombardeaban la costa mediterránea de la Península. El aeródromo es hoy una base del Ejército del Aire. Las familias del personal militar se bañan en la playa interior en presencia de los hidroaviones amarillos y rojos conocidos por sus tareas en la extinción de incendios.
A 100 metros de los hidroaviones se encuentra el Hotel Illa d’Or, inaugurado en 1929: es donde se hospedaron los oficiales de la Legión Cóndor entre 1936 y 1939. “Más de 40 soldados alemanes ocupaban todas las habitaciones”, explica un libro conmemorativo del 85 aniversario del hotel: “Fue preciso contratar el mismo número de colaboradores que antes de la guerra (10) y aunque el sueldo era de una peseta diaria, los alemanes premiaban la calidad de los servicios con una gratificación de 25 pesetas mensuales”.
Frente a la terraza del Illa d’Or, el matrimonio Schnitzler, de la ciudad de Bochum (noroeste de Alemania), de 40 y 39 años, con dos hijos, recibe con pesar la información de que el hotel y la zona sirvieron de base de los aviones nazis. Es la segunda vez que veranean en Mallorca y aseguran a EL PAÍS que desconocían este pasaje de la historia, pese a que tenían constancia de la incorporación de soldados españoles en el frente ruso durante la II Guerra Mundial. El marido, que no quiere identificarse con su nombre de pila, comenta que el pasado les pesa pero que no dejarán de disfrutar de sus vacaciones: “De lo contrario, los alemanes no podríamos viajar casi a ningún lugar de Europa”.
En Mallorca vivieron altos responsables del nazismo, y en épocas diferentes. El barón Kurt von Behr llegó a la isla en 1934 y llamaba la atención porque paseaba por Palma con el uniforme pardo del partido, dice Sepasgosarian. En 1936 fue elegido líder de la filial local del NSDAP. Cuando las tropas de Hitler entraron en París en 1940, Von Behr fue nombrado responsable de la organización Rosenberg, conocida por el pillaje de patrimonio artístico en Francia y por el saqueo de arte propiedad de familias judías.
Otro prominente nazi vinculado a Mallorca, aunque 30 años después que Von Behr, fue el teniente coronel de las SS, Otto Skorzeny. Protegido por Franco y colaborador de los servicios secretos de los Estados Unidos e Israel, Skorzeny fue quien ideó la operación que en 1943 liberó al líder fascista italiano Benito Mussolini en los Apeninos. Skorzeny tuvo casa en Alcudia entre 1965 y 1975. El restaurante Sigfrido era uno de sus rincones favoritos, y donde quedaba con simpatizantes, según testimonios locales recogidos por varios medios locales. En la ubicación original de ese establecimiento, ya desaparecido, hay una franquicia de los supermercados Spar. Sobre las columnas de flotadores y chancletas se levanta todavía un cartel con el nombre de Sigfrido.
Riefenstahl
Un personaje también controvertido y célebre que disfrutó de la hospitalidad mallorquina fue Leni Riefenstahl, la directora de cine de cabecera de Hitler. En el verano de 1934 realizó en la isla un primer intento de rodar Tiefland, su versión cinematográfica de Terra Baixa, obra de teatro de Àngel Guimerà. Riefenstahl filmó escenas de la película en Son Torrella, un caserío que era propiedad de Alan Hillgarth, diplomático británico, novelista y espía de los aliados durante la II Guerra Mundial. Hillgarth cedió Son Torrella a Riefenstahl.
La casa, que tiene sus orígenes en el siglo XV, sigue siendo propiedad de los descendientes de Hillgarth, que la alquilan a acaudalados visitantes. Su localización, a los pies de la sierra de Tramuntana, entre campos de almendros y cosechas de secano, la aísla del ruido de las masas turísticas. La gerente de la casa admitía a EL PAÍS desconocer quién era Riefenstahl y que esta hubiera rodado una película en Son Torrella.
Riefenstahl tuvo que interrumpir su estancia en Mallorca porque Hitler reclamó su presencia en Berlín para preparar la filmación de El triunfo de la voluntad, el documental sobre el congreso del NSDAP de Núremberg. Tiefland se filmó en los Alpes durante la II Guerra Mundial. Docenas de gitanos fueron reclutados en campos de concentración de Alemania y Austria para actuar como dobles en la película. Cuando finalizó el rodaje, muchos fueron deportados y ejecutados en Auschwitz.
Una tumba olvidada
Pocos meses antes del viaje de Riefenstahl, la familia Heinemann emigró de Alemania a El Terreno, en Palma. Los Heinemann eran judíos. Su hija, la fotógrafa Lore Krüger, contó a Sepasgosarian que optaron por Mallorca porque era barata y bonita. Algo que confirma Francisca Roca, profesora de Filología de la Universitat de les Illes Balears y experta en la literatura alemana en el exilio: “A diferencia de Italia y la Costa Azul, Mallorca era más barata, y estábamos en la República”. Pero las tornas cambiaron rápido para Ernst e Irene, los padres. Cuando estalló la Guerra Civil, las hijas pudieron emigrar a Francia, pero a ellos se les denegó el visado. En 1939 se les advirtió de que serían expulsados de España. La deportación parecía inevitable. Se suicidaron en julio de 1940.
En la entrada principal del cementerio de Palma se mantiene erguida una escultura de una enorme águila imperial. Se trata de la cripta y monumento en honor a los pilotos y marineros italianos caídos en combate, unidades fascistas enviadas por Benito Mussolini en apoyo a Franco durante la Guerra Civil. El águila, las coronas de laurel, las espadas y una columna romana, está todo en perfecto estado de conservación. Lejos de allí, en la sección civil del cementerio, un pequeño apartado del camposanto, están enterrados los Heinemann. La lápida está quebrada justo donde están grabados sus nombres en castellano, Ernesto e Irene. La tumba es sencilla y está ennegrecida, sin elementos decorativos, tampoco flores.
Babelia
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