Así fue el concierto de Taburete en Marbella: vítores a España, pantalones chinos, náuticos y mucha lentejuela
La banda liderada por Willy Bárcenas congrega a 3.000 seguidores en su ya tradicional actuación en el festival Starlite. El cantante bajó del escenario para mezclarse con el público que coreó todos sus temas
Cerca de la medianoche de este domingo, durante el concierto de Taburete en el Starlite Festival de Marbella, alguien hizo llegar una bandera de España al escenario. El líder de la banda, Willy Bárcenas, tuvo la oportunidad de recrearse con ella, pero tras ondearla durante unos segundos la colocó delicadamente sobre uno de los altavoces para continuar con dos de sus mayores éxitos, Sirenas y Caminito a Motel. “Dicen muchas tonterías por ahí, pero la única realidad es que esto es Taburete”, decía el hijo del extesorero del Partido Popular Luis Bárcenas. Las casi 3.000 personas que hacían rozar el lleno del auditorio ubicado en la cantera de Nagüeles se vinieron entonces arriba para celebrar la quinta actuación consecutiva de la banda madrileña en este recinto. “Esto es ya una tradición: vamos a por el sexto”, añadía Bárcenas ante un público que había pagado entre 42 y 134 euros por su entrada. Las más caras se agotaron primero.
Para entender el mayor festival musical del verano en la Costa del Sol hay que retroceder cuatro horas y desplazarse hasta su aparcamiento, un polvoriento descampado con un puñado de olivos y algarrobos. Allí, poco después de las ocho de la tarde, tres chicos y tres chicas hacían botellón. En el maletero guardaban una botella de ron La Recompensa —7,15 euros en Mercadona—, otra de dos litros de Coca-Cola y una bolsa de hielo. También sándwiches, envueltos con mimo. “Siempre bebemos y comemos aquí. Ahí arriba no te puedes pedir nada”, explicaba Ana Quero, granadina de 22 años, señalando el recinto de un festival que reúne a las celebrities en sus palcos VIP cada noche. El concierto de Taburete fue la excusa perfecta para que la joven granadina reservara, en marzo, un hotel en Marbella junto a sus amigos. A pocos metros, una decena de personas que rondaban los 50 también hacían botellón, en su caso de vino blanco y cerveza. “Es la primera parada, para que esto no se nos vaya de las manos. Ahora subiremos”, afirmaba uno de ellos, Martín Torres, antes de brindar por una noche que, para unos y otros, apuntaba a ser la más especial del verano.
Las dos generaciones que se repartían entre el público no solo compartían gusto musical, también la capacidad para no sudar a pesar del calor húmedo malagueño y esa forma de vestir arreglado pero informal. Entre los chicos había un estilo común: pantalón chino, camisa de lino y náuticos, con una imagen que se repite una y otra vez en una colección de cromos. Ellas, más coquetas, elegían sandalias con plataforma, vestidos ligeros de flores o estampados y mucha lentejuela. Este es el lugar para lucirse en Marbella, donde ver y dejarse ver. Todos coincidían, igualmente, en participar de la peregrinación que supone llegar al escenario: aparcamiento en un solar, viaje en autobús hasta el recinto, foto en el photocall, vistazo a las tiendas —pulseras fosforitas con el nombre del festival a tres euros— y paciencia en las colas ante las barras de comida y bebida. Es el tiempo para preparar la cartera: ocho euros la caña de cerveza, 15 la copa y cinco la botella de un tercio de agua. Ya lo habían avisado unos y otros en el descampado.
En una de esas esperas, Marta López, de 21 años, ejercía de anfitriona con sus amigas. “Hace dos años tocaron justo el día de mi cumpleaños. Entonces se lio un poco”, explicaba mientras pasaba a su lado una camarera vestida como una burbuja de Freixenet. La joven se refería al concierto de 2020, cuando Willy Bárcenas gritó “ni una puta mascarilla” para indignación de unas redes sociales —y muchos músicos— en las que luego el grupo dio explicaciones. Anoche, ya sin restricciones por la pandemia, la banda volvió a Marbella para ofrecer justo lo que son: un grupo difícil de descifrar y una música que va y viene saltando de un género a otro. Hay aires de rock, rumba aflamencada, pop sesentero e influencia de las rancheras mexicanas. De Juanes a Alejandro Sanz, de Antonio Orozco a Fórmula V. Quizá la mejor definición, por difusa, es la que ellos mismos hacen en su perfil de Instagram: “Electro chotis con toques New Age pero tranquilito”. Ahí es nada.
Sea cual sea su música, lo cierto es que cuentan una legión de seguidores que igual suman 17.000 personas en el Wizink Center de Madrid que 3.000 en el Starlite de Marbella. El público se sabía al dedillo cada estribillo y no paraba de bailar. Nadie aguantó sentado en unas gradas donde había familias enteras, adolescentes con sus padres y corrillos de amigos con el mismo flequillo. También grupos de amigas con copa de champán en la mano, como las de Paula Echevarría, que celebraba ayer su 45 cumpleaños como días antes lo había hecho Carmen Lomana en el concierto de C. Tangana, y Nicole Kimpel, pareja de Antonio Banderas —que también cumple años esta semana y presidirá la gala Starlite el próximo domingo—, en el de Simple Minds. Las parejas más jóvenes coreaban cada canción mirándose a los ojos y sus rostros se ponían colorados cuando tocaba cantar eso de “Y la verdad es que se está a gusto aquí en tu sofá / esperando a que nos den las llaves y podamos entrar. / Y la verdad es que yo estoy calentándolo más / esperando que abras las piernas y me dejes pasar”.
“Nada más bonito que un concierto en una noche de verano”, decía Bárcenas, que bajó del escenario para mezclarse con el público y saludar a la fundadora y propietaria del Starlite, Sandra García-Sanjuán. Luego mantuvo un discurso repleto de frases inspiradoras al estilo de las que decoran las tazas de Mr. Wonderful. “Hay que vivir cada día como si fuera el último”, recomendaba. “¡Viva Starlite! ¡Viva Andalucía! ¡Y viva España!”, sentenciaba a la media hora de concierto mientras recorría una y otra vez el escenario con energía. “En una plaza así el cansancio no pesa”, subrayaba Bárcenas, que explicaba que el de Marbella era su séptimo concierto consecutivo en los primeros siete días de agosto. Y aún les quedan fechas por media España hasta que en octubre viajen a cuatro ciudades en México antes de cerrar su gira Caminito a Matadero el 15 de ese mes en Murcia. También le quedan conciertos al festival malagueño, que alarga cada noche la fiesta hasta las seis de la mañana con sesiones de DJ y por cuyo escenario pasarán pronto Bertín Osborne y José Manuel Soto, Morat, Sara Baras, Raphael, Estopa o Siempre Así. Esta es, también, la realidad de Marbella.
Babelia
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