‘La princesa Mononoke’ y otras nueve joyas del estudio Ghibli (y en qué plataformas verlas)
El reestreno por su 25º aniversario del clásico de Hayao Miyazaki nos lleva a repasar los grandes filmes de animación de la productora japonesa
Este viernes se reestrena en salas en España, como conmemoración por el 25º aniversario de su nacimiento, La princesa Mononoke, otra de las maravillas surgidas del estudio Ghibli, genios japoneses de la animación. El 15 de junio de 1985, aprovechando el éxito de Nausicaä del valle del viento, los directores Hayao Miyazaki e Isao Takahata y el productor Toshio Suzuki fundaron su propia empresa, a la búsqueda de libertad creativa y financiera. Hoy no se puede entender el anime y en general la animación sin la aportación de Ghibli que, en un mundo colonizado por los dibujos estadounidenses, ha llegado a conseguir un Oscar, otras cuatro candidaturas, un Oso de Oro en Berlín (un triunfo histórico en un festival de clase A) y el cariño y el respeto de millones de cinéfilos.
Sin embargo, su futuro se torna más oscuro. Con Takahata fallecido, Miyazaki ha tenido que desdecirse dos veces de su anunciada jubilación para que Ghibli no quiebre, ante los malos resultados de crítica y público de las películas dirigidas por miembros de generaciones más jóvenes, entre ellos su propio hijo Gorô. Entre sus 22 películas (y mientras Miyazaki completa y estrena la nueva ¿Cómo vives?), aquí repasamos lo mejor de la gloriosa filmografía de Ghibli.
10.- El viento se levanta (2013). Era la película con la que Hayao Miyazaki se iba a retirar —por segunda vez— del cine, a vivir más tiempo en la cabaña en la que durante décadas descansaba una semana al año (por cierto, es la cabaña del Lobezno de cine en Japón). Es un canto a su primera pasión, la aviación, y a su ídolo de juventud, el ingeniero aeronáutico Jirō Horikoshi, creador del Mitsubishi A6M Zero. Entre dos ráfagas de viento alejadas en el tiempo, Miyazaki construye una historia de amor y la narración de una obsesión. Disponible en Netflix.
9.- Recuerdos del ayer (1991). Isao Takahata usa a la protagonista, una veinteañera que viaja a su casa en el pueblo de Yamagata para jugar a la comparativa de sentimientos despertados en el pasado y en el presente. La producción se retrasó un año, porque al contrario de lo habitual en el anime, Takahata decidió grabar primero las voces de la historia del presente y ajustar la animación al sonido en busca de mayor verosimilitud. Disponible en Netflix.
8.- El castillo ambulante (2004). Miyazaki encontró inspiración lejos, en la novela de 1986 de la británica Diana Wynne Jones (no es la única obra de esta autora en el universo Ghibli) para un proyecto que en realidad heredó: no era el director elegido originalmente para la adaptación. Es curioso cómo el cineasta la usó para subrayar su oposición a la guerra de Irak con este alegato al pacifismo. Su protagonista es una sombrerera cuya existencia se cruza un buen día con la de un excéntrico mago, antes de sufrir una maldición que la convierte en una vieja de 90 años (de ahí que ahonde en la compasión y en el trato a los ancianos). Otro acierto: toda la ambientación steampunk. Disponible en Netflix.
7.- El cuento de la princesa Kaguya (2013). La última película de Isao Takahata, que fallecería un lustro más tarde, a los 82 años. Es un filme delicado, protagonizado por una niña a la que encuentra dentro de una planta de bambú un matrimonio anciano de campesinos, que la adoptan como su hija. Cada kimono que aparece en la película es único, y en su decoración el espectador puede adivinar la estación de año y la clase social de su portador; por detalles como este El cuento de la princesa Kaguya costó más de 40 millones de euros. Disponible en Netflix.
6.- Ponyo en el acantilado (2008). Basada muy libremente en La sirenita, de Andersen, el filme cuenta la relación entre un niño de cinco años (inspirado en el hijo de Miyazaki, Gorô, también cineasta, cuando tenía esa edad), y Brunilda (el crío la bautiza como Ponyo por su apariencia de pez; en realidad es una onomatopeya del director para algo suave y blandito), una princesa de las profundidades marinas. Otro detalle de Miyazaki: las olas provocadas por el tifón homenajean a La gran ola de Kanagawa (1830), la mítica estampa de Hokusai. Disponible en Netflix.
5.- La tumba de las luciérnagas (1988). Filme aterrador y antibelicista donde los haya, ya que se basa en una novela de Akiyuki Nosaka sobre sus vivencias durante la Segunda Guerra Mundial. Los protagonistas son dos hermanos en lucha por la supervivencia en una tierra quemada y devastada por los bombardeos. Se produjo y se estrenó al mismo tiempo que Mi vecino Totoro, para lograr financiar esta última, que sin embargo fue la que triunfó en taquilla: La tumba de las luciérnagas es un filme adulto, muy alejado del espectáculo familiar de Totoro. Obra maestra de Takahata, que aparece en un cameo como un enfermo. Disponible en Filmin.
4.- La princesa Mononoke (1997). Ambientada en el Japón del período Muromachi, describe el enfrentamiento entre los guardianes sobrenaturales de un bosque y los humanos que esquilman sus recursos. Mononoke no es exactamente un nombre, sino una descripción traducible como “espíritu vengador”. Fue el primer filme de animación que ganó el premio a mejor película de la Academia de cine japonesa. En su estreno en EE UU se cruzó Harvey Weinstein, que como distribuidor quiso recortar su metraje (dura 134 minutos). Un horrorizado Miyazaki, que llevaba con el proyecto desde finales de los años setenta, se opuso. De los 144.000 dibujos creados para La princesa Mononoke, Miyazaki corrigió a mano (o retocó) más de 80.000. Disponible en Netflix.
3.- Mi vecino Totoro (1988). Éxito descomunal para el estudio Ghibli, que acabó basando su logotipo en Totoro, un espíritu del bosque con el que se relaciona una familia de finales de los años cincuenta, que se ha mudado al campo cuando la madre es trasladada a un hospital para superar su tuberculosis (un guiño de Miyazaki a su infancia, aunque sus protagonistas sean dos niñas). El nombre de Totoro se asemeja a la pronunciación japonesa de troll. Una película que pueden ver los niños desde pequeños. Disponible en Netflix.
2.- El viaje de Chihiro (2001). Oso de oro en el festival de Berlín (el único filme de animación que lo ha logrado), Oscar a mejor película de animación (el único ganado por Ghibli de sus cinco candidaturas)... Una obra maestra de Miyazaki, que la creó sin guion, y que cuenta la historia de una niña de diez años que durante una mudanza se ve atrapada en un mundo mágico, y que Miyazaki dibujo a semejanza de la hija de un amigo. Por cierto, la araña que no puede parar de trabajar es un autorretrato del autor. El filme critica la sociedad japonesa moderna, y alaba la cultura tradicional en contra de la globalización. Y como en casi todo el cine de Miyazaki, se apunta al daño de la contaminación ambiental. Disponible en Netflix.
1.- Porco Rosso (1992). Puede que no sea en puridad la mejor película de Miyazaki ni del estudio Ghibli. Pero es la diferente. El resto de la obra del maestro del anime se basa en sus recuerdos biográficos de niñez o en sus preocupaciones como adulto. Porco Rosso es Miyazaki dando absoluta libertad a su niño interior. Y aquel crío soñaba con pilotos de aviación, con heroicidades aéreas, con piratas. Es más, el estudio Ghibli se llama así por el avión Caproni Ca.309 Ghibli, que usaba dos motores Alfa Romeo. El protagonista de la película, Marco Pagot (apellido que homenajea a la familia de animadores italianos que crearon Calimero), es un piloto italiano que tras la Primera Guerra Mundial sufre un hechizo y su apariencia se transforma en la de un cerdo, mientras sigue volando por el mar Adriático como cazarrecompensas. Disponible en Netflix.
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