Hayao Miyazaki: el arte de la animación
A la altura de Kurosawa y Ozu, pero con los dibujos animados, el director es uno de los grandes del cine japonés
Hayao Miyazaki es uno de los grandes directores que ha dado al mundo el cine japonés, un creador a la altura de otros ilustres realizadores de aquel país como Akira Kurosawa, Yasujiro Ozu o, más recientemente, Hirokazu Kore-eda. La diferencia es que, mientras estos tres últimos elaboran sus historias con personajes de carne y hueso, Miyazaki los dibuja y los anima; les da color y los envuelve en un mundo lleno de alegorías y fantasía. Fruto de su desbordante imaginación nació, por ejemplo, El viaje de Chihiro, que consiguió el Oso de Oro en Festival del Cine de Berlín de 2002 y el Óscar a la mejor película de animación un año después. Una obra maestra no solo del anime, sino del séptimo arte en general.
Hayao Miyazaki nació en Tokio en 1941. Su infancia y juventud estuvieron marcadas, por tanto, por las secuelas de la guerra. Y también por la presencia en su hogar de una madre enferma. Su padre y su tío dirigían una empresa que fabricaba timones para aviones, lo que terminó despertando la pasión del niño Miyazaki por la aviación. Su otro gran amor era el dibujo. Con solo 22 años, en 1963 empezó a trabajar en Toei Animation, en aquella época el estudio más importante de la animación japonesa, el anime. Allí hizo de animador, guionista, realizador y productor.
Pero aspiraba a otro cine: a historias más personales y sutiles que fueran capaces de divertir tanto a padres como a hijos. En 1985 fundó, junto a su amigo Isao Takahata, los estudios Ghibli. El nombre lo tomó del de unos aviones italianos que se usaron durante la Segunda Guerra Mundial en el desierto del Sáhara.
Durante todo este tiempo, Miyazaki ha mantenido en sus largometrajes el estilo visual que asimiló en la factoría Toei, del que nacieron series tan conocidas como Heidi y Marco, pero ha ido innovando siempre en el apartado narrativo. Sus películas hablan de pacifismo y ecología, tienen lirismo y encanto, están inundadas de un intenso color y casi siempre están protagonizadas por niños y niñas.
Frente al uso de técnicas digitales que ahora hacen casi todos los estudios de animación del mundo, Ghibli sigue trabajando de manera tradicional, dibujando sobre el papel la mayor parte de las películas, un sistema laborioso y muy caro que permite alumbrar verdaderas obras de arte.
Este fin de semana, TCM Autor emite tres de los títulos más famosos y representativos de Hayao Miyazaki: La princesa Monoke, Porco Rosso y Mi vecino Totoro, tres largometrajes llenos de poesía y magia realizados por los estudios Ghibli y referente mundial del género de animación.
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