El Bono Joven Cultural se pone en marcha a finales de julio
Comienza el periodo de inscripción a la ayuda de 400 euros, destinada a fines culturales, para las personas que cumplen la mayoría de edad este año. También para las empresas e instituciones interesadas en ofrecer sus productos
El Bono Joven Cultural que anunció el presidente Pedro Sánchez en el otoño del 2021 se pone en marcha a finales de este mes. Es una iniciativa del Ministerio de Cultura y Deporte para que quienes cumplen 18 años dispongan de una ayuda económica destinada a abrir su horizonte de intereses.
El ministerio tiene previsto anunciar hoy que los jóvenes interesados podrán empezar a apuntarse durante la última semana del mes. Los requisitos: cumplir 18 (son los nacidos en 2004) y tener nacionalidad española o residencia legal en el país. Para inscribirse hace falta estar registrado en algún sistema de identidad electrónica como el Certificado digital, el DNIe o Cl@ve. La inscripción y la gestión del bono se hará a través de una página web y una aplicación a tal efecto. Una vez concedida la ayuda se recibirá una tarjeta prepago virtual que se utilizará a través del teléfono inteligente. Se dispone de una partida de 210 millones de euros, pensada para llegar al alrededor de medio millón de jóvenes que, según el Instituto Nacional de Estadística (INE), entran este año en el mundo adulto. Hay para todos.
Las empresas culturales e instituciones públicas que presten servicios en España (teatros, museos, editoriales, medios, plataformas audiovisuales, periódicos, etc) y que deseen adscribirse al programa para ofrecer su producto a las nuevas generaciones, podrán hacerlo a partir del lunes 18 a través de la web del Bono Cultural.
Mangas, videojuegos, pero también la ópera
La ayuda, de 400 euros para gastar durante un año, se divide en tres bloques: 100 euros para productos físicos (libros, discos, videojuegos, etc), 100 euros para productos en línea (plataformas, videojuegos en línea, ebooks, audiolibros, etc) y 200 euros para actividades presenciales (artes escénicas, conciertos, cine, museos, etc). “Se trata de diversificar para incitar a los jóvenes a que salgan de su zona de confort y prueben cosas nuevas”, dicen fuentes del ministerio, “por ejemplo, para que, además de mangas o videojuegos, puedan probar a ir a la ópera. Promover la emancipación cultural”.
Una iniciativa similar en Francia, el Pass Culture, promovido por el Gobierno de Macron, acabó apodándose bono manga, porque los beneficiarios se gastaron masivamente la ayuda en cómic japonés. También se ha dado un bonus cultura en Italia, desde que, en 2016, el Ejecutivo de Matteo Renzi lo implantara, justo después de los atentados en la sala Bataclan de París, para mantener la afluencia a las salas y el disfrute cultural compartido.
La finalidad del Bono Cultural español es doble: por un lado, crear nuevos públicos e incentivar el interés cultural de la juventud, por otro, apoyar a la industria cultural que ha venido sufriendo los envites de las sucesivas crisis. Durante los últimos meses el ministerio se ha ido reuniendo con diferentes asociaciones y empresas culturales para fomentar su participación en el proyecto. Entre los requisitos está el usar un lenguaje no sexista, evitar las imágenes discriminatorias de la mujer y fomentar los valores de la igualdad y la diversidad.
Desde que se anunció la puesta en marcha de la iniciativa, del gusto de los dos socios de gobierno, PSOE y Unidas Podemos, el Bono Cultural ha generado algunas polémicas. Primero, tras el anuncio del presidente Pedro Sánchez en otoño de 2021, se calificó por la oposición como una medida electoralista, destinada a pescar el voto de los que van a las urnas por primera vez en los próximos comicios (las juventudes del PP lanzaron la campaña Mi voto no se compra).
Pero, sobre todo, la polémica ha girado en torno a lo que entra y lo que no en el ámbito de las ayudas (o, como algunos lo vieron, en torno a lo que consideramos o no cultura). Por ejemplo, hubo un debate sobre los citados mangas y los videojuegos, como si estas expresiones culturales no tuvieran suficiente entidad como para ser promovidas desde lo público. “Eso sí, hay que recordar que cada modalidad cultural tiene un límite, de modo que no se podrá gastar todo el bono en el mismo tipo de productos”, recuerdan las citadas fuentes. Tampoco entran en la subvención los libros de texto, los artículos de papelería, el software, el hardware o los consumibles de informática, los instrumentos musicales o los espectáculos deportivos. Ni todo lo relacionado con la pornografía.
Otro debate sonado trató sobre si los espectáculos taurinos deberían ser ofertados dentro del programa. La Fundación Toro de Lidia amenazó con ir a los tribunales y acusó al gobierno de “censura cultural” y “discriminación ideológica” si los toros eran excluidos. Finalmente, la tauromaquia se ha quedado fuera (después de que el Gobierno retrocediera de sus primeras posiciones, que los incluían). “Pero no solo los toros, también la moda o la gastronomía, que pueden considerarse cultura”, aclaran las fuentes ministeriales, “al final se optó por apostar por una parte de las industrias culturales”.
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