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Un primer encierro rápido y limpio abre San Fermín 2022

Los mozos recorren el centro de Pamplona, perseguidos por toros de la ganadería gaditana de Núñez del Cuvillo, en una carrera rápida de 2 minutos y 35 segundos

Antonio Lorca

Casi tres años después (1.089 días) del último cohete en la puerta de los Corrales de Santo Domingo, el encierro ha vuelto a las calles de una ciudad vestida de blanco y rojo, y el primero de 2022 ha sido un calco de las carreras habituales en las últimas fiestas: muchos mozos, carreras limpias (ningún herido por asta de toro) y veloces, atropellos, caídas, la manada compacta hasta el tramo de Telefónica y un amago de montón en la entrada a la plaza.

Solo seis traslados a los centros sanitarios: un brazo roto, contusiones en la cara, un pisotón en una pierna y dos traumatismos ha sido el primer parte médico de la carrera que ha abierto los Sanfermines de 2022.

Ya no corren Mesi y Ronaldo, los dos cabestros famosos por erigirse en líderes diarios de la carrera; ni ellos ni sus compañeros, porque la Casa de Misericordia los ha despedido y sustituido por una ganadería navarra, pero poco se ha notado el cambio.

Se nota que los cabestros primerizos han sido fieles seguidores del encierro porque han copiado desde el inicio las formas tradicionales. Han enfilado la Cuesta de Santo Domingo abriendo la carrera, a toda pastilla, a la búsqueda desenfrenada de huecos entre la multitud para alcanzar la zona del Ayuntamiento.

Algunos mozos han sufrido los lógicos atropellos entre los que se agolpaban en las aceras, pero ha sido la manada casi al completo la que ha mordido el polvo en la curva de Mercaderes. Allí parece que no han hecho mucho efecto los 1.500 litros de líquido antideslizante porque toros y cabestros han perdido la estabilidad y varios de ellos se han dado de bruces contra los tablones que taponan la salida.

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La larga y recta calle de Estafeta ha sido un bálsamo para la manada, y han corrido unos pegados a los otros, unidos todos, hasta el tramo de Telefónica, donde ha habido un amago de escisión, algunos resbalones que ha producido golpes y sustos, pero sin más consecuencias.

Algunos mozos apiñados cerca de la entrada a la plaza han conocido en sus carnes la fortaleza de algún cabestro, y a la entrada al ruedo se ha producido un amago de montón que, felizmente, no ha sido tal. Algunos animales y una decena de participantes se las han visto duras para abrirse camino, pero todo ha acabado en un final feliz. El miedo es lo que tiene.

Dos minutos y 35 segundos ha sido el tiempo marcado por los toros de Núñez del Cuvillo, toros de buena presencia y astifinos, y de noble comportamiento, en el undécimo encierro de esta ganadería. Atrás quedan los once corneados que dejaron a su paso en las diez comparecencias anteriores.

Por fortuna, hoy no ha sido así.


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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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