‘Aline’, la más alocada película sobre Céline Dion
La cómica francesa Valérie Lemercier dirige, escribe y protagoniza una hagiografía de la estrella canadiense a la que encarna desde los cuatro años hasta la actualidad
Es complicado encontrar una película más delirante esta temporada que Aline, que su directora, coguionista y protagonista, Valérie Lemercier, lleva esperando estrenar desde antes del confinamiento. En 2017 Lemercier, cómica francesa famosísima en su país desde su aparición en Los visitantes (1993), decidió rendir homenaje a una de sus cantantes favoritas, la canadiense Céline Dion, rodando un biopic que contara su ascenso al estrellato. Lo haría respetando el nombre de Dion, hasta que su coguionista, Brigitte Buc, le aconsejó que no lo hiciera, para que pudieran ficcionar parte de la historia y no pedir permiso a la homenajeada. Pero sí mantendrían las canciones, ya que los derechos no le pertenecen a Dion. Y como Lemercier ha dado vida a adolescentes y veinteañeras previamente, la actriz daría vida a la seudo-Dion desde los cuatro años a la actualidad... a pesar de que Lemercier, de 58 años, tiene cuatro más que la cantante canadiense.
Por videollamada, Lemercier, feliz por el César a mejor actriz que ha ganado por Aline, insiste en que la película no tiene nada de paródica. “De verdad, es mi homenaje a una artista extraordinaria y a su historia de amor con su representante fallecido. Me parecía importante resaltar que además de cantante es mujer. Tuvo una relación maravillosa con René Angélil, que le acompañó en su maduración personal y profesional desde el inicio de su adolescencia [se conocieron cuando ella tenía 13 años y él, 38, aunque su relación empezó cuando la cantante ya había cumplido los 20]”, explica. “A mí me parece un historión de amor y de crecimiento. ¡Cómo no hacerla!”. Dion es la pequeña de los 14 hijos de una familia católica de Quebec. En noviembre, dos de sus hermanos, Claudette, también cantante, y Michel (Céline no ha visto la película ni ha hecho declaraciones sobre ella) atacaron el filme en una televisión local justo antes de su estreno en Canadá: no reconocían a su madre, ni a su familia. La respuesta de Lemercier es directa: “Es su opinión. Desde luego, hay secuencias que hemos inventado, como la del anillo de compromiso en la tarta. Pero yo he hecho la película para Céline Dion, y espero que algún día la vea. Entiendo que por ahora no lo haga, aunque puede que en un futuro...”.
Francia ha respaldado la jugada de Lemercier, que ya en 2005 se metió en un embolado similar al encarnar a una princesa “del pueblo” al estilo Diana de Gales en ¡Palacio Real!. Ha recaudado cerca de 11 millones de euros con su Aline. “Estoy a favor de la cultura popular. Los fans de Céline han comprendido lo que quería hacer, un tributo a alguien único”. Puede que por ello su Aline, más allá de la similitud en su pronunciación con el nombre de la canadiense, se apellide Dieu, dios. Dion ha ganado el festival de Eurovisión, representando a Suiza, con 20 años; ha vendido millones de discos, ha arrasado en conciertos en Las Vegas; una canción interpretada por ella, My Heart Will Go On, para Titanic, ganó el Oscar... Incluso aprendió inglés —su lengua materna es el francés— para triunfar por todo el mundo. “Insisto: ¿cómo no iba a hacer una película sobre ella?”, ríe Lemercier. Le ha salido la hagiografía de santa Céline.
¿Es fácil ser Céline Dion? “Superfácil. Porque ella es una mujer muy divertida, con mucha suerte y esforzada. Los que me cuestan son los personajes aburridos y, en realidad, no los interpreto. En cada entrevista de Céline ves algo chispeante, distinto. Incluso en sus peores momentos, cuando [en un mismo fin de semana de 2016] fallecieron su marido y su hermano, veías a una Céline humana, que transmitía sentimientos”, responde la cineasta. “¿Por qué no he conocido a Céline Dion? Lo tuve claro desde el inicio del proyecto. No me aportaba nada entrevistarme con ella y, en cambio, temí que pudiera mediatizarme. Rodé en secreto con mucho cuidado, no se filtró ni una foto... Para mí era importante poder desarrollar el proyecto de inicio a fin sin interferencias”.
Llega el punto más extraño: Lemercier pone rostro a Dion desde sus cuatro años, cuando asoma aupándose por encima de una mesa. Después, gracias a una reducción realizada digitalmente, ya aparece como niña y preadolescente, cantando y yendo de gira. “Yo he encarnado ya a varias adolescentes, sé cómo crearlas. Como cineasta me pareció orgánico que el público viera a Aline con el mismo rostro”, responde.
El resto de los personajes también son encarnados por los mismos actores, envejecidos con maquillaje. Para garantizar esa verosimilitud dramática, la única francesa del reparto del biopic es Lemercier, el resto son intérpretes de Quebec. Y la cantante Victoria Sio, de timbre exacto al de Dion, dobla a la protagonista en los momentos musicales. “¿Sabes algo que me fascina de Céline?”, cuenta la cineasta. “Que en el escenario es igual de accesible que en la calle. No hay que hacer equilibrios entre la Dion cantante, mujer, hermana, hija... porque son la misma persona. Ella es así, transmite una empatía impresionante. Espero que eso esté en Aline”. De Diana, la princesa del pueblo, a Céline, la cantante del pueblo. “Eso es, yo estudio sus vidas, veo documentales, leo sus biografías, pero al final me pongo en su lugar y las acerco a mí, que no dejo de ser una hija de agricultores”.
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